Latidos de muerte y guerra

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Bajó todos los escalones hasta el sótano del castillo donde estaban las mazmorras y demás sitios que se habían usado en antaño para la tortura

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Bajó todos los escalones hasta el sótano del castillo donde estaban las mazmorras y demás sitios que se habían usado en antaño para la tortura. Ella prefería matar con su magia a cualquiera que la mirase más de lo debido, a gastar recursos de su tiempo y su reino en torturar a alguien. Por ello aquel lugar estaba vacío, pero aun así se guardaba la fuente del mayor poder de Emyerald.

Encendió las luces de aquel oscuro pasillo con un chispazo de su magia. Melione iba detrás suyo. Podía sentir la respiración agitada de su acompañante mientras recorrían aquel lugar lleno de tinieblas y paredes oscuras.

Las sombras que se proyectaban en las paredes y el suelo daban al lugar una imagen fantasmagórica, como si aquellas sombras procedieran de los condenados que habían muerto hacía años allí abajo. Gritando por sus vidas mientras nadie los oía encima suyo y donde la vida pasaba de forma frenética mientras la suya se escapaba de sus dedos.

Ella misma estaba emocionada aunque no quería reconocerlo, ver a Melione crear una hoja de esmeralda era lo que había deseado desde que la había visto. El hecho de tener una hechicera capaz de matar a sus enemigos la ponía de muy buen humor. Tenía al alcance de su mano, con más claridad que nunca, su gran anhelo y era acabar con el rey Crogall y someter a los inmortales de Ioin.

Cuando llegó a la última puerta sintió una excitación en la punta de sus finos dedos. La emoción se sentía en el aire y la traspasaba como una tormenta que desplegaba todo su poder sobre el bosque. Al abrir la puerta notó la respiración de Melione detenerse y sonrió.

La habitación estaba iluminada por un resplandor verde que formaba sombras contra las paredes de piedra. Una replica de la piedra que había visto Melione en la otra habitación estaba depositada en medio de aquella sala, pero esta media varios metros de alto y pesaba media tonelada.

Las chispas de color esmeralda saltaban de la piedra y rebotaban sobre su superficie. El brillo se extendía por el suelo y este palpitaba formando un pequeño compás como si fuera un corazón latiendo. Y eso era lo que era aquella piedra, el corazón de su reino y de sus poderes.

El latido de Emyerald.

―Es hermosa ―dijo Melione acercándose a ella y mirando la piedra que reflejaba un brillo verduzco en su cara

―Ah, si que lo es.

―¿Qué hace?

―Es la piedra elemental de Emyerald, compuesta en su totalidad de esmeralda.

―Curioso...

―¿Que es curioso? ―levantó una ceja rubia.

―Que la piedra que os da poder sea la misma que os mata.

―Así es el ciclo de la vida, el poder es efímero.

―¿Puedo tocarla?

―Lo dudo, es un poder inmenso. Os atravesaría y os mataría como si se tratase de un rayo.

Trono de escamas y almas perdidas [Legado Inmortal 1]Where stories live. Discover now