85. Raúl, me estás asustando

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Me hubiera gustado que Raúl no explotara, que no me dijera lo que tantas veces supe desde el principio, pero que en realidad..., nunca quise preguntar por miedo a la verdad. Maldita seas verdad.

     Esto es una pesadilla. Tengo a Nick y a Raúl a tan solo unos metros; Dios santo, esto no va acabar bien, lo sé. Por favor que no se peleen. Por favor que los vecinos no llamen a la policía. Por favor que Carolina y Sarah no vengan. Por favor que mi padre no se aparezca en mis recuerdos ahora, por favor.

–      ¡¿Estás con Nick?! –grita iracundo.

–      No.

–      Sí.

     Yo contesto: no, pero él dice: sí.

     Lo veo, y me percato de que tiene la mirada hecha un lío. ¿Por qué está aquí?

–      ¡Tú... con él!

–      No –me mantengo firme.

     No quiero seguir viéndolo, al menos no por ahora.

–      ¡Qué estúpida eres! –finalmente termina por gritarme.

–      ¡¿Qué?! –Ahora sí que estoy en mi punto de quiebre.

–      ¡No le hables así!

–      ¡Cállate! ¡Cállate Nick! –me volteo al gritarle.

     Tengo que sacarlo de su vista, Nick lo va a matar si lo escucha por un segundo más, Raúl lo va a matar si lo ve en su departamento una vez más. ¿Por qué la vida cree que es divertido ponerme obstáculos?

–      Eres tan ingenua... ¿Qué te dijo para que le creyeras? ¿Te contó su patética historia de su niñez? ¿Te dijo que nunca se había quitado la ropa con nadie? ¿Te dijo lo que su madre le hacia a su cuerpo? ¿Te dijo que se acostó con Lucía sólo para herir a su hermano? ¿Te dijo que su madre lo dejó por lo que hizo hace dos años?

     <<¿Qué...?>>

     No, no, no, no es cierto eso que me esta diciendo. Nick me dijo que se acostó con Lucía para distraerse de la realidad, no para herir a su hermano. Nick me dijo que no ha visto a su madre desde que tenía ocho años. Nick me dijo que yo era la única a la que le contaba sus secretos. Nick me dijo que su madre fue a verlo al hospital sólo una vez y que desde entonces no ha vuelto a saber de ella. Pero, ¿y la llamada? Ahora lo recuerdo, me dijo que quería disculparse por lo que hizo pero..., él me dijo que no le llamaba.

     <<¡Alto!>>

     ¿Qué fue lo que hizo hace dos años? Y porque nunca me lo ha dicho. ¿Qué me han dicho todos últimamente? Nada. Recuerdo a sus padres furiosos en la dirección, pero no me esperó o me dijo nada pasadas unas horas. Raúl tampoco estaba.

–      No te dijo nada... ¿Verdad?

     No puedo hablar.

–      Cállate –le advierte Nick–. Cállate el hocico Raúl.

–      No puedo creerlo –se ríe de nosotros–. Al gran Nicolás Bonnet se le acabaron las mentiras.

     Esto no me gusta. ¿Por qué Nick está pálido? ¿Por qué Raúl sabe todas esas cosas? ¿Por qué no me dijo nada desde un principio? ¿Por qué esto me está pasando?

     Antes de que pueda decir nada más, Raúl es tomado de la camiseta, y obligado a quedarse tirado en el sofá. No puedo articular palabra, mientras Nick me toma de la muñeca y me intenta sacar del departamento. Me aferro al marco de la entrada y noto que su mano suda por temor.

–      Miel –me pide–, lo siento, lo siento mucho, amor. Por favor –me acaricia la muñeca con el pulgar a modo de desesperación, pero no puedo ignorar lo que Raúl trata de decirme, no esta vez.

     Me desato de su agarre y retrocedo. Nick me mira sin decir nada y me sigue hasta quedar adentro del departamento; sin querer recuerdo la primera vez que lo deje entrar..., que lo deje entrar a mi vida.

–      ¿Te dijo por qué intentó suicidarse el muy bastardo? –pregunta a mis espaldas.

–      ¿Qué? –ese tema lo toque una vez, eso si lo recuerdo.

–      ¿Quieres que té diga? –me pregunta con un tono amenazador.

–      No, por favor –le ruega Nick. ¿Por qué Nick le rogaría a Raúl?

     Tengo que echar a correr, en serio que me urge tomar aire fresco.

–      ¿Quieres saber por qué tú dichoso Nicolás Bonnet se cortó?

–      Raúl, me estás asustando –le respondo con un nudo en la garganta.

–      Te lo advierto –lo amenaza–. Dices algo más y te mato.

–      ¿Quieres saber? –me pregunta cómo a un profesor a sus alumnos.

–      ¡No le digas! –exclama–. Miel, por favor amor. No le creas. Déjame que te explique, ¿si? Déjame decirte la verdad.

     Y de un momento a otro, recupero mi voz.

–      Dímela entonces –lo miro a los ojos–. ¿Qué quieres decir?

     De haber sabido que las cosas iban a terminar tan mal... nunca hubiera hecho nada.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Where stories live. Discover now