1. Una nueva vida

281 15 2
                                    

El no tan maravilloso presente...
Bueno, hasta que uno cambie su destino y busque nuevas oportunidades.

Será el viaje más largo de mi vida, casi todo un día sentada. Me sorprendió encontrar a una vieja compañera de la infancia, que estudió conmigo la secundaria, en la terminal del ADO. René era popular, gracias a su largo cabello rubio castaño, y a sus facciones delicadas y perfiladas. Era, sin duda, la chica más bonita que los muchachos verían en su vida. Y... gente como nosotras: chaparritas y morenas. Bueno, no éramos tan bien reconocidas como reinas de belleza.

Pero eso no me importa. Es mejor para mí, que nadie note mi cara o atuendo.

Me dijo que entró en la UNAM, a estudiar Artes y Diseño. Yo escogí Contaduría, porque me gusta estar rodeada de números; son fáciles.

La voz de una mujer informa a los pasajeros abordar el camión con destino a la ciudad de México. Tomo la maleta negra, con mi escasa ropa adentro, y me acomodo la mochila morada en la espalda. Mi tía toma un Dramamine, para soportar las náuseas del viaje. Me pide que me tome una también, pero niego el medicamento siendo amable en el trato. Jamás he vomitado en mis diecinueve años de vida, ni siquiera cuando la ocasión lo requiere. No necesito esa pastilla para tolerar el viaje hacia mi nueva vida... lejos de mi padre. Preferiría mantenerme despierta, por si algo llegara a suceder; más bien, por si mi padre escapa de la clínica de rehabilitación psiquiátrica a la que lo mandó el juez del estado.

Me gusta esta vida que estoy construyendo; por el momento: todo va bien. Todo tiene que salir perfecto, y no porque mi futuro dependa de esto solamente, sino porque para mí, ésta es la única opción que me queda para iniciar de nuevo. Ya no puedo darme el lujo de perder más tiempo. Tengo que hacer algo por mí misma, y dejar de jugar con mi vida.

El clima está en su máxima potencia, y tenemos suerte de que pongan un par de películas en el camino. Gracias a Dios. La idea de sentarme doce horas, muerta de aburrimiento, era, sin duda alguna, la peor cosa que le puede pasar a una persona tan inquieta como yo.

Las películas no son de mi agrado: Marvel, comedias románticas, documentales que me vencen de sueño...

Bostezo en mi asiento, cuando la voz omnisciente de la tele informa: ¿cómo los padres pingüinos, resguardan del frío a los huevos?

«¿Por qué nunca ponen películas de buen gusto?»

Yo, en su lugar pondría: El laberinto del fauno de Guillermo del Toro. Django sin cadenas de Quentin Tarantino. Y para finalizar con broche de oro: Se7en, Los siete pecados capitales de David Fincher. Pero, debo recordar que entre los pasajeros hay algunos niños, y dudo que sus padres les permitan ver esas clases de películas.

Mi padre es un fanático del cine, siempre quiso estudiar Cinematografía en la UNAM, pero le daba miedo salir de su zona de confort, y prefirió quedarse como albañil en nuestra ciudad. Supongo que ha todos nos aterra abandonar el nido.

Yo entraré en una universidad pagada, mi tía me dijo que no debería preocuparme del dinero, que ella se va a encargar de todo y que yo sólo me preocupara por estudiar.

También me comentó, que en el departamento en el que voy a residir, vive el hijo único de su amiga. Su padre murió de cáncer en los huesos a los treinta y nueve, cuando el niño sólo tenía dieciséis años; y, ahora, el chico (su hijo), acaba de cumplir los veinticinco. Me imagino que ya lo habrá superado. ¿O no? Bueno, yo sí lo hubiera superado; pero eso tal vez se deba a que nunca he tenido una relación de padre e hija con el mío. No sé cómo me pondría si mi padre, de repente, muriera; creo que triste, pero, por otra parte, me daría gusto su muerte, porque así ya no tendría que vivir con un ojo abierto durante las noches.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Where stories live. Discover now