12. Meli. Es Meli

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La mesa, en la que se encuentran los hermanos Bonnet, es la que se agita ante el repentino grito de Nick. Tiene el ceño fruncido, la vena del cuello resaltada, y los ojos inyectados de odio. Mira a un chico de pelo castaño, y a otro de color negro encrespado. Gabriel y Daniel.

—No levantes la voz, Nick. Quiero que nos llevemos bien, y tu comportamiento no me lo pone fácil... De hecho, a ninguno de nosotros se la haz puesto fácil los últimos dos años.

Observo a Daniela, quien se encuentra callada, y también... asustada, desde su asiento. Daniel mantiene los ojos en los restos de su malteada. Gabriel se pone tenso al intentar calmar a su hermano. Y Nick..., está perdiendo los estribos.

—¡¿Que yo no te la pongo fácil?! —expresa, indignado y colérico.

—¿Se pueden calmar? —exige Daniela—. Estamos en una cafetería, ¡por amor de...!

—Es Gabriel el del problema. Estaba pasándola a gusto con ustedes, pero él tiene que soltar estas mierdas en público, sólo porque cree que me voy a desmoronar de nuevo —brama el rubio, al dirigirse despectivamente, a su hermano.

—No es cierto, no es verdad.

Lo niega. Pero hay algo en su cara, o, en la forma en cómo lo dice, que... me hace preguntarme si lo siente de verdad, o, si sólo lo dice por la cara que pone Nick, cuando dirige su mirada asesina hacia a él.

No entiendo qué pasa, hace un minuto parecían los hermanos perfectos, y, ahora... están peleándose por asuntos, o, temas, de a saber Dios qué maña o gravedad.

Sus hermanos tratan de calmarlo, pero no tienen éxito.

Las manos de Nick, forman dos inestables puños, a los que temo ver volar e impactar contra las facciones de Gabriel. Lo sé, va a pegarle. Sé cuando un hombre está a punto de levantarle la mano a otro. En especial, cuando se trata de una ira descomunal, y dirigida hacia una sola persona por maña. Digamos que los moretones ocultos con maquillaje en mi rostro y cuerpo... cuentan sus propias anécdotas.

Una mujer cuarentona, se acerca autoritaria y, envalentonada, a la mesa en donde se encuentra la familia Bonnet. Esto no va acabar bien, lo presienten mis ojos, al presenciar a la señora, de nombre Paula, intentando razonar con él.

—Baje la voz en este preciso momento —le exige—. O si no me veré obligada a llamar a la policía —lo amenaza.

Las facciones endurecidas de Nick, giran en su dirección. No irá a golpearla... ¿O sí? No, no creo. Pero mi padre no lo hubiera dudado, él es experto en hacer berrinches fuera de casa. Mi mamá también; pero, al menos, nunca fui objeto de su desquite.

No la golpea, pero sí le dice unas cuantas cosillas... que me hacen desear estar sorda.

—Mejor dedíquese a servir cafés, y déjeme con mis asuntos... Si usted no estudió, o, no hizo nada bueno con su vida... ¡me vale madres! —El cuchicheo que se escucha me apena. ¡Y ni me asunto es!—. Dedíquese a limpiar el excremento que le dejan de propina en los escusados... ¡Lárguese de mi vista!

En su cuello bailan las venas. Está más rojo por culpa de su cólera. Y cómo está bien pálido, pues... se nota muchísimo más su euforia. Veo que sus hermanos tienen la mirada perdida, y los hombros encogidos de la vergüenza. Daniela parece que se va a desmayar si no hacen que su hermano se calle.

La mujer se mantiene firme, y, muy calmada le contesta:

—Está bien, joven. Me lo ha puesto muy fácil. —A continuación, se acerca a la barra de desayunos, y, desliza su celular desde la otra punta de la barra, para marcar al 911—. Si no se larga de inmediato, llamaré a la policía —avisa, con un dedo, a punto de presionar, el primer dígito.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Where stories live. Discover now