6. Oh, cielos

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Son las diez de la noche, cuando estacionamos y tomamos el ascensor. Reina un cómodo silencio entre nosotras. Estamos en el quinto piso, y hasta el tope de bolsas de diferentes marcas de ropas y zapatos, al abrir la puerta del departamento.

Raúl está sentado en el sofá, leyendo un pequeño y delgado libro en sus manos, cuando nos ve entrar. Se apresura a cerrarlo y a ayudarnos a cargar las compras, que apenas podemos llevar en brazos como un equipo.

El aroma a ajo inunda la sala de estar. Lo que sea que Carolina esté cocinando, huele delicioso.

—Caray, ustedes sí que asaltaron las tiendas —bromea con nosotras.

—Culpable —dice Sarah, riéndose con una expresión amistosa en el rostro—. No pude contenerme al verla con tan bonitos atuendos.

—Sí, lo que ella dijo —respondo.

Me ha encantado ir de compras con Sarah, conseguí atuendos nuevos, y pude conocerla mejor como persona y como amiga. Ahora que lo pienso, fue un día relativamente bueno.

—Aunque, me sorprende que no te gastaras un millón en tanto accesorio para Meli... Eres mágica a la hora de ponerte a administrar, ¿lo sabías? —comenta en el aire como si nada, como si no acabara de sacarle una sonrisa alegre a su madrastra.

Sarah pega una sonrisa tierna de oreja a oreja, al escuchar las palabras de Raúl. Él se sonroja, aunque sólo un poco, pero ella lo nota y sólo provoca que su sonrisa se intensifique. Se lo dijo... Por mi sonrisa, sé que él sabe que estoy pensando en el consejo que le di esta mañana. Sabía que le gustaría. Si les decimos a nuestros seres queridos las cosas que más nos gustan de ellos, tienden a mejorar su manera de vernos a nosotros, y también de verse a ellos mismos como personas.

La armonía reina por un minuto, hasta que... Carolina hace acto de presencia en la sala de estar.

—Mi amor —saluda a Carol, antes de lanzarse a sus brazos, cual novia enamorada.

—Hola, cariño.

Esos besos que se dan son de boca abierta. Ya no se me hace tan raro presenciar sus muestras espontáneas de amor, al menos, no tanto como la primera vez que las vi besarse; pero siguen pareciéndome un poco incómodas. No tengo nada en contra de las lesbianas u homosexuales, me he leído un par de esos temas en mis tiempos libres, y he visto a más de un chico tomando la mano de otro de su mismo sexo, o, a una chica en una serie de televisión, besando a otra con pasión. Pero... tenerlo frente a frente, en la vida real, es harina de otro costal.

El amor es con cualquiera, no conoce de genero, edades, raza o religión; así me educó mamá. Mi padre, una vez me dijo que, si a mí se me ocurría salir con una chica en plan romántico... me mataría; literalmente, y sin filtros, me dio detalles de cómo lo haría. Fue escalofriante.

—Bien, me imagino que deben tener hambre.

—Cariño, no tenías que molestarte.

—No es molestia. Andrea me ayudó a hacer la cena. —Me mira, y añade—: Herme, porque no te lavas las manos, y nos cuentas de tu día con mi novia.

Dijo: «lavas las manos», y, «mi novia», en un tono repulsivo y dominante, como si no le agradara siquiera pensar en pronunciarlas.

«Pero, ¿qué le pasa?»

Lo que sea, no me quedaré aquí si va a seguir atacándome toda la noche. Tuve un día perfecto (sin contar con la mañana de los panqueques), y ella no va a arruinármelo.

—De hecho..., fue un día largo y agotador —me excuso—. Además, los domingos suelo madrugar, para aprovechar el último día de la semana al máximo.

—Qué lástima que no nos acompañes —dice Raúl, sincero.

—Debe ser estresante para ti, viajar de un lado a otro en tan corto tiempo. —La prepotencia en su voz, me obliga a mirarla—. Pero, bueno, me imagino que no lo pensaste dos veces antes de venir aquí.

Me clavo las uñas en las palmas de las manos, por segunda vez, el día de hoy.

«Pues, si mi padre no hubiese intentado matarme..., a lo mejor no me hubiera apresurado en alejarme a doce horas de distancia de él», pienso, pero no muevo los labios.

Ella qué sabe, no entiende nada. ¡Es una ignorante!

—Mamá, ¿por qué no mejor ponemos la mesa en paz? —sugiere su hijo, en una orden, intentando desviar la atención de su madre.

—Muy bien, como quieras —le da la razón.

Antes de irse, me lanza una mirada..., que sólo le he visto a mi padre, cuando me amenaza de muerte. Me da escalofríos, pero no digo nada; las circunstancias en mi casa me han vuelto fuerte, de cierta manera, he aprendido a lidiar con mis problemas a mi estilo. Casi siempre me salgo con la mía.

Mentalmente le agradezco a Raúl por ser tan considerado conmigo, y se disculpa con una sonrisa amistosa en los labios, antes de seguir a su madre a la cocina. Él debe estar más avergonzado por el comportamiento de su madre que yo. Sarah me dedica una cálida sonrisa, cuando recoge las cosas que son de ella, y las lleva a su cuarto.

🎧🧩🎤

Le quito las etiquetas a mis blusas y a mis nuevos jeans, incluida a la bufanda rosa perfumada que Sarah me compró por los fuertes fríos de Octubre, Noviembre y Diciembre. Aunque aún falten varios meses para que eso suceda, me previno antes de que ocurriera. Como haría cualquier madre por su hija...

Ya es hora de dormir. Me voy a la cama con la pijama puesta. Cubro mi cuerpo con las sábanas. Reviso mi bandeja de mensajes: nada nuevo. Le escribo un mensaje de buenas noches a mi mami, y juego con mi Blackberry rosa mientras espero el cansancio.

Una puerta se cierra, otra igual. Deben ser Andrea y Raúl. Es hora de dormir. Transcurren minutos de silencio, y, la voz de Sarah y Carolina se mezclan en el aire por un momento. «¿Estarán peleándose?» Frunzo ligeramente el ceño, intentando decifrar lo que no me incumbe, y... me doy cuenta de que el ruido, a menos de dos puertas de la mía, es por... ¡Oh, rayos!

Los resortes de la cama, y las risas y gemidos se escuchan hasta que... su ritmo se vuelve más fuerte y energético. Su cama matrimonial se mueve rítmicamente. Su respiración se corta, y los ligeros suspiros que escapan de quien está recibiendo su...

—Oh, cielos.

Conecto mis audífonos de diadema roja a mi celular, y escucho al máximo volumen mi música. Me obligo a dormir con la vista clavada en el techo blanco de mi cuarto.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Where stories live. Discover now