72. ¿Por qué se molestó?

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Me aferro a sus bíceps mientras él se recupera, Nick toma el preservativo, le hace un nudo y lo tira a la papelera.

–      ¿Te quieres bañar? –pregunta al deslizar su mano por mi vientre con mucha facilidad.

–      No. Sí quiero, pero se me olvido hacer el cambio de ropa la última vez que estuve aquí.

–      ¿Te molesta si lo hago yo?

–      Claro que no.

     Me besa con cuidado antes de salir de la cama. Lo veo tomar su ropa y meterse al cuarto de baño completamente desnudo.

     Sonrío para mis adentros cuando me acomodo en su cama, pero no encuentro una posición cómoda sin él aquí, así que mejor busco mi ropa interior en la alfombra de su cuarto. Acomodo el desastre que armamos en la cama y termino de vestirme. Me inspecciono en el espejo de cuerpo completo de su armario y me peino como puedo con mis manos, pero sólo consigo alborotar más mi melena castaña.

     Debí haberme preparado mejor y embolsar mi liga, o ponerla en mi muñeca, pero por tantas prisas se me olvido por completo. Abro su cajón en busca de una cinta, liga, o dona con la que pueda sujetar mi encrespado pelo. Sé que Nick tiene una en uno de estos cajones de su armario, porque se ha amarrado el pelo unas cuantas veces en el tiempo que lo conozco. También lo sujeta como suelo hacer yo a la hora de estudiar.

     De un momento a otro, el vapor del cuarto de baño se hace presente, al igual que el aroma a menta, ambas cosas inundan mis fosas nasales.

–      ¿Qué haces?

     Veo a Nick. Tiene el pelo mojado en tono rubio oscuro y una toalla en su mano que ocupa para secarse la cabeza. Está perfecto con esos jeans oscuros y esa camiseta de manga larga que me gusta tanto.

–      Sólo busco una liga, sé que tienes unas guardadas por aquí.

–      No están ahí –dice al acercarse a su mesita de noche–, están aquí.

–      Ah, gracias –digo al cerrar su cajón.

     Voy directo hacia él y le planto un beso rápido en la barbilla antes de tomar la liga de sus manos. Vuelvo a su espejo y me hago mi coleta de caballo. Mi subconsciente me recuerda que tengo que cortarme el cabello.

–      Podemos parar en un salón de estilista antes de que me lleves a casa, por favor.

–      ¿Ya te quieres ir?

–      No, pero no puedo dejar a mi padre tanto tiempo solo.

–      ¿Por qué?

–      Porque Carolina, Sarah y Raúl llegarán dentro de poco y no me puedo dar el lujo de abusar de su hospitalidad.

–      ¿Segura que es por eso?

–      Sí.

     <<Ah, y porque no quiero encontrar a mi padre muerto, o a punto de cortarse el cuello como hizo la primera vez que lo dejé solo>>, agrega mi subconsciente. Una parte de mí sabe que las cosas no van a acabar bien. Es cómo mi sexto sentido: los malos presagios; siempre sé cuando algo malo va a pasar.

–      ¿Estás bien?

–      Sí.

–      ¿No te sientes rara... por tu padre?

–      Te voy a ser sincera..., me encabrona y me pone incómoda dormir en una misma habitación que él. Pero en fin, Carolina no va a aceptar que se quede a dormir en la semana santa, y es muy probable que me invite a pasar la semana en casa con mi madre –pongo una mueca de asco el pensar en el infierno que me espera.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Where stories live. Discover now