17. ¿Vas por los consejos de la abuela?

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Pido mi credencial de la biblioteca, y él la suya. Abre la puerta para mí, cosa que me resulta súper amorosa. No me dice nada ni cuando salimos, o caminamos lejos del lugar. Y no me gusta eso, creí que tendría muchas cosas que decirme, o yo a él, pero la verdad es que... no tengo nada. Mi cabeza está en blanco. Incluso Estela está callada mientras camina a mi lado, nuestro lado. Me está bailando la lombriz en la panza a pesar de que acabamos de... ¿Coquetear?

«Ay, ¿por qué estaré tan nerviosa?»

(¿Qué hago con mis manos regularmente?)

Para mantenerlas ocupadas recupero mi mochila. Nick no muestra resistencia. Cuelgo la cinta en mi hombro, y denoto cierto recelo en la mirada del rubio. Pero cuando se da cuenta de que sigo a su lado, se relajan los músculos de sus hombros. Si está tan preocupado porque me vaya, entonces... debería dirigirme la palabra, al menos.

—¿Por qué Jandy Nelson? —me pregunta con la vista al frente mientras caminamos.

Quizás hablé demasiado pronto.

—¿Ah?

Nick sonríe.

—¿Qué te gusta en realidad de esa novela?, ¿el británico?, ¿los gemelos distanciados?, ¿la madre infiel? O..., ¿vas por los consejos de la abuela?

Me rio por lo bajo.

—¿«Los consejos»? —pregunto, divertida.

—No me hagas repetirlo. —Una ligera sonrisa se extiende en su rostro, y yo, no puedo evitar maravillarme cuando lo veo.

—Sólo era un inglés —le respondo.

—Da igual, también había un mexicano.

No discuto. Me gusta que esté tan juguetón conmigo.

—Admito que me gusta más que Blue Jeans —digo.

—¿Por la trama?, o..., ¿porqué narran en primera persona?

—Por la trama —le confieso.

—Yo soy más de Diablo Guardián.

Detengo mis pasos.

—¿Qué? —me pregunta, al darse cuenta de que no continúo a su lado—. ¿No te gusta Xavier Velasco?

Una tímida sonrisa se dibuja en mi rostro.

—Me encanta —admito.

—A mí la idea de robarle a tu familia y de escaparte a Nueva York.

Me rio, él se ríe. Me mira, y el mundo deja de girar. Podría quedarme de pie y admirarlo para siempre, contemplar su bella sonrisa, su postura despreocupada, su no sé qué... que me provoca un cosquilleo en el vientre. Es tan hermoso.

Sus ojos observan mi uniforme impecable, planchado y estrenado. Compruebo que... Nick no me examina como un detector de metales haría con un sospechoso. No, él es diferente, como si intentara descifrar lo que oculto más allá de todo lo que aparento. Sólo espero que sus métodos de observación no sean tan efectivos.

—Lindas botas —comenta, sin ápice de malas intenciones.

Bajo la vista y las miro. Chistoso. No son nada lindas. Es más, hubo más de un compañero que me miró en el pasillo de camino a la biblioteca de arriba abajo, e, inclusive no se tentó en cuchichear peyorativos comentarios con sus colegas. «Parece una vagabunda», «¿Cómo pudieron dejarla entrar aquí?», «Huele a viejo», «¡Qué regrese a su pueblo!»

Nick (a diferencia de los demás) no usó la crueldad para referirse a mi manera de vestir. O... tiene algún problema de la vista. ¿No ve la cinta masking alrededor de las suelas de mis botas?

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Where stories live. Discover now