22. Soy el centro de atención

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Como yo lo veo, a Gabriel no le agrada que Lucía esté aquí. Es más, comienzo a dudar que entre ellos exista algo más... como afirmó Daniela en su rabieta. No lo he visto ofrecerle un abrazo, una mirada, siquiera una palabra. Puedo sentir la tensión que destilan sus ojos cuando la mira, pero no sé a qué se debe.

Lucía luce nerviosa, pero lo mira con ojitos de enamorada. Está a su lado. Gabriel irradia frustración, y le dedica una mirada curiosa a su hermana. Daniela le responde con sonrisas fingidas, casi iguales a las que mis compañeras de secundaria me lanzaban. Excepto que Daniela... muestra todos los dientes para establecer territorio durante la velada.

—Siéntate en donde gustes, Meli —dice Carlos.

Primero trato de colocarme al lado de Lucía, pero Daniela me lo impide. Mejor me alejo de ella, tanto por seguridad mía, como por la de los demás. Daniel toma asiento frente a su hermana. Al lado de Daniela están Lucía y Gabriel.

Yo me encuentro al lado de Daniel. Daniela está a tres sillas lejos de mí. Gabriel y Lucía están juntos y a mi vista, colocados específicamente delante de mí, para que vea la bonita pareja que son. Regina está sentada en la cabeza de la mesa, y Carlos ocupa su lugar frente a ella, mirándose con un afecto que no se imaginan. Ojalá mis padres se miraran así.

Nick se sienta a mi lado, e, inmediatamente, mi corazón late con frenesí. Ha pasado tiempo desde que hablamos, y, a pesar de que quiero preguntarle en dónde ha estado, y por qué no me ha dicho nada desde que llegue..., me contengo; me da pena que piense que lo he estado buscando como una gata necesitada de leche.

—Dime, Meli; primero... debes disculpar mi curiosidad, pero... ¿Cuál es tu nombre completo?

—Descuide, es Hermelinda Herrera Hernandez. Aunque yo prefiero Meli.

—Y con razón —dice Daniela con voz socarrona.

Tanto Regina como Carlos le dan una severa mirada. Yo no digo nada. Por cambiar de tema, Lucía se atreve a hablar:

—Meli, ¿qué planes tienes al terminar la universidad?

Desvío mi atención hacia ella.

—Me encantaría poner mi propio despacho de contaduría, y en mis tiempos libres leer y escribir.

—¿Sobre qué escribes? —me pregunta Daniel.

—De todo..., es como una especie de diario. Sólo que omito el: «Querido Diario».

—Eso debe ser frustrante —opina Gabriel.

—No, no lo es. Parece, pero no es; a mí me gusta mucho, y lo encuentro relajante.

—Yo encuentro relajante tocar el violín —dice Lucía, pero nadie le presta atención.

Soy el centro de atención.

—¿Te quieres dedicar a eso? —le pregunto.

—Sí, me encanta. No hago otra cosa desde los seis años.

—Vaya...

—Es una excelente concertista. Tiene ofertas de Estados Unidos, y es una excelente cocinera. —Daniela está empedernida en demostrarme algo; lo que sea. No entiendo su táctica.

—Bueno, de hecho... nuestra Lucía no es la única con un talento innato —dice Regina—. A Daniel se le dan muy bien los números, ¿no es así, hijo?

—Sí... —delimita su respuesta.

La aprobación de su madre vuelve temeroso a Daniel.

—¿Tocas algún instrumento? —me pregunta Lucía.

Así Son Las Cosas [Así somos #1] ✔️Where stories live. Discover now