|Capítulo 29|

14.5K 1.4K 713
                                    

Mini maratón 1/2 (no te olvides de comentar y votar en los dos capítulos de igual forma)

Capítulo 29

La cena de compromiso se estaba llevando a cabo en una de las tantas casas en la playa que la familia Grace poseía.

Había periodistas por todas partes. Poderosas familias que sonreían y bebían con elegancia. Unos cuantos que estaban bastante interesados por el cotilleo. Y otros que solo estaba ahí por estar.

Como yo, por ejemplo.

Suspiré y me llevé el vaso con vodka hasta los labios, dándole un largo trago. Aquel era el segundo vaso, y la verdad para aquel punto ya el líquido no quemaba en mi garganta. Y sabía, mentalmente, que ya el alcohol de alguna forma había comenzado a hacer su efecto.

Habían venido no sabía cuántas personas tratando de instalar una conversación conmigo, y de una forma u otra, educada o no, los había mandado a la mierda. No tenía ganas de fingir que me interesaba o que estaba feliz por todo lo que me rodeaba.

La verdad era que no me salía fingir interés.

Había llegado, me había encontrado con Sofía y con Marcus y los había saludado, pero tampoco me había quedado mucho rato con ellos, porque las cosas seguían siendo frágiles, y no quería incitar a alguna discusión innecesaria. Me había quedado pensando en todo lo que Marcus me había dicho aquella mañana sobre la familia y sobre Sofía. Y aunque todavía no sabía que creer me había ordenado darle la oportunidad al apellido Grace.

—Eh, desconocida, —dijo alguien, con un tono medio en broma. Desvíe la vista hacia la voz, sin mucho interés, y mis ojos se encontraron con un muchacho trajeado que debía ser de mi edad o quizá un poco mayor. Tenía el cabello rojizo despeinado, como si fuese muy rebelde y unos ojos muy oscuros, en verdad. Y llamativos. Era guapo, pero en verdad no era el tipo de chico que me llamaba la atención.

Me iban más los chicos que parecían buenos y luego resultaban malos. No los que parecían malos y luego, al final, resultaban un fiasco.

Achiqué los ojos y lo evalué por unos segundos más. Sí, en definitiva parecía uno de los hijos de un poderoso funcionario. La comisura derecha de su boca se curvó en una sonrisa coqueta y extendió su mano hasta mí, antes de, con el mismo tono de voz de antes, añadir:

— ¿Quieres bailar?

Solo en aquel momento escuché la música. Había pasado todo el rato en una especie de trance. Sentada, bebiendo, desinteresada. No iba a mentir. Había recibido unas cuantas miraditas curiosas acompañadas de cuchicheos. Podía decir que sabía hasta de lo que hablaban. De lo que me acusaban. Las preguntas que se hacían entre ellos.

Sin muchas ganas negué con la cabeza. Pero el muchacho no se fue y no bajó su mano. Al contrario, la sonrisa en su rostro se volvió más amplia. Como si de repente se hubiese abierto una puerta bellísima ante sus ojos. Y lo entendí.

Sentirse rechazado lo hizo tener más interés en lograr convencerme.

—Solo es un baile, no te pasará nada, —siguió hablando, intentando convencerme, y la verdad que escuchar su voz de nuevo me cabreó más de lo que me gustaría admitir.

Clavé mi vista en él, y con la expresión más mortal del mundo dije:

—Te he dicho que no. Y por si no lo sabías, no es no.

—Es solo un baile, —insistió. Y de verdad que quise levantarme y estamparle el vaso en la cabeza. Pero no armaría un escándalo. Así que solo respiré hondo y abrí la boca para decirle, por tercera vez que no, cuando se escuché otra voz cerca de nosotros.

Desastres impulsivos ©️✔️Where stories live. Discover now