Capítulo II: Los Panes de Fuga

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-¡Oye Gally, ayúdame a cargar esta!- Gritó el rubio llamando la atención del chico más alto que había en el planeta, o eso creyó ella. Solo llevaba diez minutos de conciencia, así que no era la mejor jueza.

Trotando, el tal Gally se acercó.- ¿Que pasa?-

-No sé, esta caja de comida está más pesada de lo normal-. Señaló hacia abajo al cubo de madera.

<< No abran, no abran, no abran >> Rogaba en su mente apretando los ojos. No sabía si era atea, católica, judía o que carajo, pero a algo le rezaba con todas sus fuerzas.

-¿Quieres que la abramos?- Hablaban mientras los otros dos, muy casualmente.

El rubio lo pensó. Si abrían y se encontraban con más provisiones de las que necesitarían en un mes, podría darle indicios al otro larcho de que los creadores no enviarían más. Eso era algo alarmante, y Alby había especificado que era lo que menos querían. Habitantes paniqueándose, intentando escaparse, entrando al laberinto, caos, y en especial, muerte.- Nah, está bien-. Le restó importancia.- Solo llevémosela a Sartén-. Cuando tomaron las sogas diseñadas para transportar la caja, apenas pudieron levantarla unos centímetros. 

-Uuufff-. Se quejó Gally.- No, esto es trabajo de cuatro-. Sonaba sus nudillos. Dentro de la caja, una muy incómoda y espantada muchacha apretaba los lados de la caja para no darse un golpesote en la cabeza. Por suerte el fondo no se salió por su peso, o hubiese estado en graves problemas.- ¡Hey, Alex!-Le gritó a un castaño que no se encontraba muy lejos. Este inmediatamente soltó las tablas de madera que llevaba y las tiró en el pasto, luego se acercó a los otros dos.

-¿Si señor?- Dijo nervioso, haciendo que Newt cambiara la dirección de su mirada extrañada a Gally. 

El más alto carraspeó la garganta, podía sentir la forma en qu lo veía "su superior". -Necesitamos ayuda con esto, trae a Ben que está por allá y vengan a ayudarnos-. Ordenó.

Sin siquiera pensar por un segundo, el chico respondió con un respeto muy sospechoso.-Si señor-. Y salió a buscar al nombrado.

Cuando Alex ya estaba lo suficientemente lejos, el rubió habló.-¿Señor? Qué le dijiste...- Entornó la cabeza, esperando una respuesta sincera.

-Nada-. El co-líder levantó ambas cejas, logrando sacarle una respuesta.- No quería trabajar, así que lo incentivé, es todo-. Movía las manos.

Newt exhaló.- Gally, ya hablamos de esto, no puedes ir diciéndole a los novatos que vas romperles los huesos porque no hacen nada-. Se cruzó de brazos, y luego puso una mano en su sien.

-¡Qué quieres que haga con este cara de plopus! ¡Ni siquiera quería hacer una shuck silla!-

¿Shuck? ¿Plopus? Para cualquiera que jamás hubiera escuchado esas palabras, podían sonar completamente descabelladas. Y ese era el exacto caso de la que se encontraba escuchando la discusión desde su escondite.

-Ya, cálmate-. Le bajó, cómo era de costumbre, tres rayitas a su compañero.- Solo ya no lo hagas, recuerda que el respeto se gana por confianza no por--

-Miedo, si-. Repitió rodando los ojos, cómo si hubiera escuchado el discurso más de una vez.- Ahí vienen-. 

Un chico de camisa blanca y un arnés llegó junto a ellos.- Chicos ¿Necesitan ayuda?- Dijo Ben.

-Por favor...- Se posicionaba Newt junto a la manija de la que él tiraría.- ¿A las tres?- Los otros asintieron, también apretando la tira.- Una...-

-Dos...- 

-¡Tres!- Hicieron fuerza entre los cuatro. Aunque ahora se repartían el peso, aún así sería difícil trasladarla a la cocina, que se encontraba lejos de ellos. 

Luego de unas cuantas paradas para descansar los brazos, los cuatro habitantes pudieron entrar a la cabaña, que había sido su objetivo todo ese tiempo. -Déjenla por ahí-. Señaló con una cuchara un muy guapo moreno. El ambiente olía increíble, y ella, se moría de hambre. Fue la segunda vez en la que dudó el salir de la caja, pero ahora no habían dos de ellos, sino cinco, y eso era aún peor. Una vez más se arrepintió. Al ver que las manos de los habitante se acercaban a sus apetitosos panes, el moreno se volteó.- Oigan,- Golpeó a Ben con la cuchara, causando un ruido seco.- Fuera de aquí-. Señaló a los tres con el utensilio, de forma amenazante.

-¡Perdón Sartén!- Canturrearon los cuatro al unísono al salir.

-Alex, atrapa-. Susurró Newt lanzándole uno de los bollos. El castaño lo miró con una sonrisa y todos corrieron a sus labores.

-¡Oye!- Se quejó Sartén desde dentro, había logrado verlos a través de la ventana, y no estaba nada contento. "Robar de la cocina es de gente muy cochina", ese es mi dicho personal.- Siempre es lo mismo, ¡Nadie puede esperar a la hora de comer!- Se volteaba murmurando, y con razón.- Yo me la paso en la cocina, ¿Y qué me gano? Se roban mi obra...- Apoyó la cuchara de madera, cuidadosamente tallada, sobre la mesada y continuó con sus cosas.

Al escuchar solo una voz esa vez, la chica aflojó la tapa con cuidado. Con sus brazos sobre su cabeza empujó, dejando ver el exterior por primera vez. Solo era una pequeña vista, pero fue suficiente para poder divisar una puerta trasera, y para su ventaja, la única persona que se encontraba ahí estaba distraída.

 - 🎶 SAaRtEen, Oooohhh el mejoOOORrr 🎶- No cantaba nada mal, solo no era lo que algunos considerarían "de ópera". 

Aprovechando el show que él estaba dando, el cual era privado, la chica colocó la tapa de madera con cuidado en el suelo, intentando hacer el menos ruido posible. Primero sacó un pie, luego el otro y volvió a acomodar todo en su lugar. Si alguien entraba por la puerta principal en ese momento, estaba cagada. Agachada, para que el moreno no la viera, se pegó a la barra y se guió completamente por lo que escuchaba. Si las tablas del piso rechinaban lejos, se acercaba un paso, si estaban cerca, se alejaba. Y así hasta que llegó a la punta de la mesa, ahora tocaba correr a la puerta. El problema era ¿Iba a llegar? Lo más probable era que lo hiciera, pero el moreno la oiría, sin importar lo fuerte que fueran sus "alaridos", cómo los llamó Gally. 

Y entonces tuvo la peor idea de todas: Tirar los bollos al suelo. Subió su cabeza por arriba de mesada, y para su fortuna la cuchara seguía ahí. Apuntando a la bandeja (la cual era de las pocas cosas de chapa en todo el área) revoleó la cuchara y de alguna forma logró que toda la pila se derrumbara. 

<< ¡Bien! >> Festejaba la novata por dentro.

-¡NO! NONONO-. Mientras tanto, el cocinero se volteó espantado.- ¡ESTOS LLEVARON UNA SHUCK HORA!- Se tomaba la cabeza acercándose rápido al suelo. Cinco segundos, no los había tocado el diablo aún. 

En cuanto él se alejo de un lugar peligroso para su escape, la chica se levantó y empujó la puerta, saliendo de golpe. Sartén estaba muy ocupado salvando la cena para poder notar algo que no fuera el olor a quemado en su sopa de tomate. Al salir, la muchacha se encontró con un bosque, pero eso no la detuvo en su escape. Estaba decidida a fugarse, aunque no tuviera idea de cómo. Se adentró en el bosque, corriendo cómo si alguien la persiguiera, aunque no fuera así. 


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