Estando listo, primero me fijé especialmente, en que todo lo que ordené se encontrara dentro del carruaje: comida, dinero, dos abrigos, al ver que no faltó nada, me apresuré a subir a mi carruaje. A un escaso minuto de que se cumplieran los cinco, Cédric llego muy agitado, ofreciendo disculpas por su retraso, pues le surgió algo (O alguien que trabaja en la cocina, pensé para mí).

— Bueno ya estamos listos, pídele al cochero que avance — Ordené.

Hicimos el sistemático protocolo que está estipulado en este pueblo para todas las personas que quieran salir de aquí, y partimos hacia nuestro destino.

Pasaron las horas y era momento de comer, todo el trayecto que hicimos de viaje fue en silencio, pero creí que era el momento perfecto para averiguar un poco sobre su nuevo lío amoroso.

— Ya vamos a comer, pásame la canasta que está a un lado de ti Cédric, le pedí a Lily la de la cocina que nos hiciera unos sándwiches, ¿Son tu comida favorita no? — Le dije con una pizca de intriga.

— Sí, ¡me encantan!, mi señor.

— ¿Ya me piensas decir o crees que no me doy cuenta?

— ¿De qué me habla, Damen?, no te estoy entendiendo—Contestó tartamudeando.

— ¡Ajá!, creo que tendré que ser directo entonces, hablo de la relación o no sé qué sea, que tienes con Lily, la cocinera — Le dije divirtiéndome de su expresión horrorizada.

— Sabes que hay una regla, que prohíbe la fraternización entre mi servidumbre, pero tratándose de ti, tal vez podría hacer una excepción, solo que, para eso, necesito saber cómo pasó, y si es algo serio—Comenté emocionado, por otro lado, a Cédric nunca lo había visto tan lleno de pánico.

— Bueno Damen, creo recordar que esa regla que está diciendo no existe— Dice sonriente.

— Pero existirá, si es lo que quiero, así que anda ya y cuéntame, que quiero algo con que divertirme durante el viaje.

— Bueno, la verdad me da mucha pena, porque lo quiero como a un hijo, y creo que los padres nunca le platican sus relaciones a sus hijos, pero si así lo quiere, está bien.

Pues como sabe Lily lleva mucho tiempo trabajando en el castillo, a mí siempre se me había hecho muy buena persona y ... atractiva. Pero nunca me atreví a hablar con ella, por lo mismo, pasaron todos estos años y nunca dejé de sentirme atraído por ella, pero soy tan obvio que ella se dio cuenta, entonces se decidió a dar el primer paso, y un día que yo estaba inspeccionando que todo se hiciera como era debido, ella me habló y me preguntó cuándo iba a reunir la fuerza suficiente para declararme, ¡Es una atrevida!, esa vez no hice más que sonrojarme y escapar, no obstante es de las que no se dan por vencidas, y cada que podía tener una conversación conmigo lo hacía. Y yo como idiota no me atrevía a confesarle mis sentimientos, hasta que ella como la mujer empoderada que es, lo hizo primero ¿Puede creerlo?

Aun lo recuerdo: ella estaba haciendo de comer, para uno de los tantos bailes que organizas en el año y yo estaba sentado viéndola disfrutar de lo que más le gusta, hasta que dijo que, aunque no lo hablara se notaba a millas que sentía algo por ella, y que a ella yo también le gustaba. Desde ahí todo cambió y empecé a cortejarla, fue una señal para quitarme toda la pena, y demostrarle todo lo que me había guardado por muchos años.

Y pues ya lo demás lo sabe, ahora somos pareja y cada día que la conozco, más me enamoro. Algún día conocerá ese sentimiento hijito, espero que pronto, para que deje esa amargura que carga toda la vida.

— Me alegro mucho por ti, no voy a decir más.

Y así fue como acabó nuestra plática, hasta que llegamos a nuestro destino: la casa de los condes.

Sed de PoderWhere stories live. Discover now