40. Amy

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"Así como cada persona es una flor, de este modo pertenece y tiene su propio jardín—siguió diciendo, pensando cada palabra, sin saber si tenían sentido del todo o no—. Siempre he creído que las personas son como las flores porque cada pétalo es tanto una actitud, sentimiento, experiencia o personalidad. Una parte de ti, de tu ser. Nuestras voces suelen cambiar depende de la persona con la que estemos, ¿no? Al igual que nuestras expresiones y demás. Y muchos suelen tomar las flores, le quitan pétalo por pétalo para hacerle preguntas al destino o por diversión. Y... eso mismo es lo que hacen las personas."

Nylo suspiró.

"Le quitan los pétalos a las personas. Los lastiman, haciéndose preguntas, comprometiendo sentimientos o situaciones, hasta que quedan en nada, solo el núcleo de algo que siempre fue valioso y que no supieron apreciar —añadió, mirándola fijamente a los ojos como nunca antes alguien lo había hecho. Eso la sacudió más que el frío, hasta que dijo—: ¿Y qué hay en los jardines?"

Pensar que una vez los jardines fueron su lugar preferido en el mundo, era todo un chiste en ese instante. Ahora lo veía todo tan lejano y nostálgico. Su madre arreglando todo el huerto y flor que resguardaba en el patio de casa, donde antes corrieron y jugaron, donde ella... le dijo esas mismas palabras.

Muchas veces ciertas personas entraban a tu vida, no para quedarse, sino para cumplir con un pequeño propósito. A veces parecía ser eterno, hasta insoportable para algunos, pero para otros, corto, tanto, que seguías pensando que pudo haberse quedado por más tiempo.

Su madre fue de esas personas... No se quedó por mucho tiempo, pero si llegó a enseñarle cosas que aún seguían sujetas a su corazón como grandes consejos que le fueron sirviendo, incluso el esconderse o huir. Quizás no tanto para imitar o repetir las cosas que había dicho o hecho, sino para poder recomponer y mejorar su propio camino.

No fue hasta ese momento en el que reconsideró eso.

Escapar, correr o enfrentar...

Escapar, correr o esconderse...

Bueno, puede que esas tres opciones no tuviesen que ser un patrón ahora en su vida. Solo una enseñanza de que, en ciertas situaciones, no era necesario escapar, sino que en vez de correr y esconderse, podía directamente enfrentarlo.

"¿Amy?"

Ella meneó la cabeza, dándose cuenta de su silencio.

Ambos ya estaban cubiertos por una de las tantas cúpulas, aún el viento silbando de extremo a extremo, los árboles danzando y el cielo cantando, preparando el siguiente acto de la orquesta entre truenos y relámpagos.

El frío aún se colaba por sus huesos, más que nada porque estaban mojados de pies a cabeza, pero eso no llegó a importar cuando Nylo rozó con el dorso de su mano la mejilla de Amy. Cada parte dentro de sí se calentó. Fue suficiente. Más que suficiente, más caluroso que cualquier verano en la playa.

"En los jardines de cada persona, como en este que vemos—dijo, alzando la mirada por toda la cúpula blanquecina; la madera tallada, arqueada en ciertas partes con ramas enroscadas—, hay muchísimas flores. O sea, otras personas. Y depende de ti, sí quieres que estén ahí o no. Algunos suelen solo aparecer, otros, cuesta que lleguen a nacer. Lo importante llega a ser cuando decides sí quieres que se queden o no."

Nylo bajó lentamente su mano hasta su cuello, acercándola. Le quitó un mechón de cabello e hizo el movimiento indicado para decir:

"¿Ahí es cuando se ve que unas flores se marchitan, mientras que las otras florecen y lucen más hermosas que nunca?"

La nube en medio de ambos se fundió y quedó como un beso del aire que los acercó más. Cada gota que bajaba por la cúpula los reflejó, en la parte más oscura de la madrugada, los retoques del cielo encendiéndose para el espectáculo. Minutos pasando junto a un flash natural que enmarcó ese momento por la eternidad.

"Muchas flores suelen quedarse ocultas... salen solo cuando se necesita de ellas, y aunque a veces las olvides, ahí están. Secas, tristes y decaídas, siempre están ahí para mostrarte que la esencia queda aún en cada pétalo marchito"

Nylo rápidamente pegó su pecho al de Amy, desbocando su respiración y latidos. Ya no importaba sí estaban cerca o no. Ella había llegado a la conclusión que podían estar a metros de distancia y su corazón seguiría latiendo frenéticamente por él.

"¿Amy...? —Ella levantó el rostro, su nariz rozándola y la sonrisa colgando de sus labios—. Creo que eres mi flor favorita"

5 minutos en el cielo ✔Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz