37. Amy

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Una de esas lluviosas noches, las horas pasaron lentamente, y las gotas azuladas por el reflejo de la luna, parecían ir en dirección contraria, como sí se estuviesen llevando consigo cada dolor que en algún momento creció en el pecho de Amy.

Hubo muchas razones por las que de repente sintió que sobrevolaba en una nube compuesta por hojas suaves y cálidas, y quizás una de ellas fue la sonrisa que esbozó Nylo al ir subiendo las escaleras, las manillas en sus muñecas agitándose ante cada paso, la capucha de su sudadera rozándole las orejas levemente rojas por el frío, y los ojos tan brillantes como el cielo en plena mañana cantora.

Amy fue cerrando lentamente el libro que había tomado una hora antes, en la planta baja de la biblioteca. Le resultó demasiado fácil tomarlo sin pensar demasiado sí le gustaría o no, sí valdría la pena subirlo, o arrepentirse minutos después. Solo lo tomó entre sus manos, subió las escaleras y se sumergió en ese desconocido mundo.

Un trémulo repasó su respiración.

No era un libro perfecto, mucho menos sus personajes, pero el mensaje entre líneas... era una verdadera obra de arte. Porque había entendido que muchos libros no tenían un jodido mensaje siempre, directo, junto a frases motivacionales que marcar. A veces solo era entretenimiento, y sin embargo, la vida de algún personaje, las palabras de un extraño que caminaba cerca del protagonista, terminaba siendo el mensaje necesario en todo el libro.

Su corazón se agitaba... las manos le ardían ante la necesidad de pasar página tras página y en cierto punto los ojos captaban tantas palabras como era posible.

Ahí fue que se dio cuenta.

Justo en ese momento, en su pecho sobresalía el mismo ritmo, acelerado y gustoso... sujetaba el libro, pero no por estar leyendo, y la mirada fija en ese punto azul, apenas y la dejaba divisar otra cosa que no fuera él...

Exacto.

Nylo.

Él ocasionaba en todo su sistema, las mismas reacciones que un libro. Buscaba sus ojos como un patrón y juego nuevo cada noche, y era adicta a las palabras que intentaba expresar, contando sobre su infancia, su música, sus letras y sueños. Seguía encantada con la manera en la que sus manos se movían, y así mismo, se empujaba hacia el entendimiento, esforzándose con tal de aprender cada día más.

Porque hablar de ese modo con Nylo, era como estar dentro de un libro.

Se trataba de una conexión mayor. Nos convertimos en Avatar sin darnos cuenta, solo que nos faltaba el cabello largo en una trenza para terminar de enlazarnos por completo.

"Hoy hay flores en el parque...—dijo él, llamando mi atención, o más bien, sacándome de esos descabellados pensamientos. Lo observé llegar hasta mi posición, inclinándose. Sus labios rozando los míos, hasta que retrocedió—, y quiero adivinar cuáles son tus favoritas"

Le di un vistazo al exterior.

"Está diluviando"

"¿Y?"

Amy escondió una tímida sonrisa.

"¿Quieres mojarte?"

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