Enzo López
30 de agosto de 2021
Me había despertado pronto para darle una sorpresa a Maya, había sacado todas las cosas del cuarto de juegos, fue un poco difícil hacerlo sin hacer ruido la verdad.
Ayer la vi mal y ya hacía días que no la veía así, necesitaba despistarla y hacer que dejara de pensar aún que solo fuera durante unas horas.
Era la una de la tarde y ella seguía sin despertarse, es verdad que le costaba mucho dormir y por eso no me gustaba despertarla, además yo también odiaba madrugar, pero hoy era una excepción.
Abrí silenciosamente la puerta y me quedé hipnotizado al ver lo bonita que era, su pelo me encantaba, lo tenia muy largo y me hizo gracia ver que dormía con los ojos medio abiertos.
Mi risa la despertó y soltó un gruñido mientras se tapaba entera con la sábana y daba unas patadas a la cama, ya veía que no tenía buen despertar.
— ¿Ya te quejas por las mañanas? - dije burlón
— Vete a la mierda - dijo sin vocalizar ya que estaba dormida todavía
— No te entiendo bonita - dije meneándole
— Eres un pringado, ¿lo sabías? - preguntó sacando por fin la cabeza de la sábana
— Si lo sabía y ahora se que duermes con los ojos medio abiertos también - dije riéndome mientras me sentaba en la cama
— Te odio enserio - dijo tapándose la cara de nuevo - Por cierto jodete, cuando vuelvas a dormir aquí tendrás una cuantas babas por la almohada - dijo señalándola
— Que cerda eres - dije levantándome mientras ella se reía - venga levanta, ya he vaciado la sala de juegos y así podrás poner tus cosas - dije saliendo de la habitación
— Vale, ya me levanto - dijo quitándose la sábana a patadas
A los diez minutos salió y comenzamos a pensar cómo poner las cosas, tardamos mucho en decidirnos, aunque ella era quien tenía la palabra final, era su cuarto.
Después comimos en la cocina y ella no comió casi nada, pero decidí no decir nada y darle algo más de tiempo, todavía no se sentía segura comiendo delante de otras personas y lo notaba.
Por fin a las seis de la tarde conseguimos dejar la habitación perfecta, ella estaba muy ilusionada y me encantaba verla así, estaba feliz.
Después estuvimos toda la tarde jugando a los videojuegos, no me esperaba que fuera tan buena, se le daba todo bien. Cada vez que me ganaba saltaba de emoción y se burlaba de mí, pero cuando perdía me llamaba tramposo, éramos como dos niños pequeños.
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RESPIRANDO
Teen FictionPedir ayuda no es tan fácil como parece, sobretodo si estás convencida de que no la necesitas y si sabes que si la pides, no te la darán. A veces la ayuda no sabemos si nos salvará o terminará destrozándonos todavía más, pero llegados a cierto punto...