CAPITULO 15 - PERDON

76 3 0
                                    

27 de julio del 2021

Me levanté a las tres de la tarde y no tenía resaca porque no había bebido casi, pero estaba muy cansada. Estuve un rato pensado en la cama y al coger el móvil vi un mensaje de mi madre.

Llámame en cuanto te levantes

Justamente entró Ian por la puerta y vi en su cara que algo pasaba.

Tu madre viene a buscarte - dijo preocupado

¡Qué!, ¿cómo que viene a buscarme?, ¿qué dices?, ¿quién se lo ha dicho? - dije sin creerme lo que me estaba pasando

Acabo de hablar con ella, me ha dicho que no le respondías los mensajes y que te avisará de que venía ya - contestó sin saber dónde meterse

No me jodas tío, ¿ahora que hago? - dije sin esperanza alguna

Todo se iba a la mierda, solo llevaba un día fuera del hospital, ¿cómo se había enterado? El caso es que no me quedaba otra que volver a casa, volver a odiar a mis padres en silencio y seguir con mi vida, ¿pero qué sentido tenía vivir una vida que no quería?

Mi madre llegó hecha una furia, no entendía porqué me había ido y porque si lo había hecho no había vuelto a casa, la Doctora Martínez le había contado todo y como no ella lo sabía por Enzo. Después estuvo todo el día sin hablarme y me encontré con mi hermano, él tenía cinco años más que yo.

Hola - dije desganada

Anda hola - dijo mi hermano sorprendido - ya tienes ganas de comer o qué - dijo de nuevo sin obtener ninguna respuesta pues te has engordado - dijo mirándome fijamente a los ojos

Esas últimas palabras me dejaron vacía y yo solo pude hacer una cosa, insultarle hasta cansarme.

Todo iba de perlas, mi padre me había llamado haciendo como si le importara. No entiendo porqué los adultos viven vidas que odian y pudiendo no hacen nada para cambiarlas, claramente no puede cambiar que yo haya nacido pero si otras cosas.

Si yo pudiera cambiar mi vida lo haría sin dudarlo, me independizaría y comenzaría una nueva vida lejos de todos, pero no tenía dinero, solo algunos ahorros con los que como mucho sobreviviría dos meses sola. Por suerte, dentro de poco más de un mes empezaría la universidad, tenía que seguir adelante.

Después de estar unos días sin salir de casa y prácticamente sin salir de mi habitación, fui con Ambar al centro para ver una película en el cine. Nos encantó a las dos y antes de volver al pueblo, nos sentamos a comernos un helado.

Vi que le pasaba algo a Ámbar estaba muy nerviosa, como si tuviera algo que decirme y no supiera como hacerlo.

Oye Maya, perdón - dijo finalmente después de unos minutos sin hablar

¿Perdón porque? - dije mirándole a los ojos

Por qué no me di cuenta de lo que te pasaba y cuando me contaste lo de las pastillas yo... - dijo entrecortándosele la voz — ...yo no supe ver que me estabas pidiendo ayuda y pensé que igual era algo normal, no lo sé y ahora has tenido que estar ingresada y se que no te gusta tener que contarle lo que te pasa a nadie, pero tienes que volver, por favor, hazlo aun que sea por mí, tienes que mejorarte y empezar a cumplir tus sueños, ir a la universidad y dejar de vivir en este pueblo que odias, aunque eso sea alejarte de mi también - dijo sin poder parar de llorar

No sabía que decir, la abracé y le dije que no pasaba nada, que todo estaría bien, aunque realmente yo no lo estaba, no quería verla mal y mucho menos que se sintiera culpable.

Nunca le había contado a nadie mis problemas, no quería que sintieran pena por mí y mucho menos que se preocuparan, además alguna vez lo hice y nadie le dio importancia, siempre había podido con todo sola, pero supongo que todos tenemos un límite y si lo pasas, quizás ya no vuelvas, por eso yo decidí pedir ayuda al final.

Lo que más me aterraba era no ser capad de sacarme la universidad, últimamente no me concentraba y no tenia ganas de nada y si lo que más había soñado terminaba por no tener sentido al igual que el resto de mi vida sería el final.

Nunca habría luchado por mí misma, pero debía hacerlo de una vez por todas, aun que eso me costase mucho, tenía que empezar a cambiar y confiar en el proceso y si no lo hacía por mí, lo haría por Gala, por Ámbar y por Leon.

Muchas veces la gente no entendía porque quería tanto a mi perro, porque si él se muriese me moriría yo detrás, era algo sencillo de comprender, él nunca se había separado de mí.

RESPIRANDOWhere stories live. Discover now