CAPITULO 4 - CULPABLE

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14 de junio de 2021

Hoy había terminado la EVAU y después de todo este había sido mi mejor año en el tema del instituto, por fin tenía unas buenas amigas en quien confiar y respecto a las notas, nunca había sacado notas tan altas, mi media era un 11,095.

Me daba mucha pena pensar que ya no vería a Gala cada día, ella había sido mi gran apoyo, cuando no quería levantarme de la cama ella era quien me daba las fuerzas. Mi pueblo estaba cerca del suyo, a unos 15 minutos, pero ella viajaba mucho en verano y cuando no lo hacia, iba a visitar a sus abuelos, solo la veía una vez al mes durante el verano.

En mi pueblo todo el mundo tenía un pensamiento muy cerrado y sentía que no encajaba, ya que nadie pensaba como yo, pero aun así mis amigos eran especiales, entre ellos estaba Ambar, somos amigas desde que tengo uso de razón, ya que su madre y mi madre han sido siempre mejores amigas.

Ambar no sabía sobre mi situación, a veces sentía que para la gente de mi alrededor resultaba ser un problema más que una persona. No quería que se preocupara por mí, ya lo había hecho antes, ella estuvo desde que se divorciaron mis padres y a pesar de que éramos unas niñas, me ayudó mucho.

Siempre le había tenido cierta envidia, ella destacaba allá por donde fuera, era divertida, cariñosa y delgada...mientras que yo estaba a la sombra. Cuando crecimos yo adelgacé mucho por mi problema y ella comenzó a engordar, pero aun así se le veía tan jodidamente segura de si misma, que no solo sentía envidia, sino orgullo de tener una mujer así a mi lado.

Respecto al resto de amigos de mi pueblo, ellos eran geniales, cada uno era totalmente diferente, pero nos complementábamos. El problema es que yo nunca les había contado mis problemas, ellos tenían una imagen de mí totalmente diferente a la real, y eso era mi culpa y quería que siguiese siendo así.

Yo, Maya Garcia, era la psicóloga del grupo, lo sé, es contradictorio que quien más ayuda necesite sea quien más la ofrezca, pero a mi eso me hacía sentir realmente bien, me encantaba que me preguntaran o me pidieran consejo.

Esto últimamente había cambiado, ya no quería que me preguntaran, que hiciera cada una lo que quisiese y ya, no podía evitar los golpes de los demás, mientras yo estaba en el suelo desangrándome.

Había alejado de mi lado a todas las personas que me querían, algo habitual en mí, a excepción de Gala y León por su puesto, él era mi perrito, un Bichón Maltés, había llegado a mi vida al igual que un ángel para salvarme.

Nadie entendía como podía querer tanto a un animal, pero él me había devuelto la vida, cuando lloraba, cuando estaba sola, cuando dejaba de comer, él no me juzgaba, solo se tumbaba a mi lado y esperaba a que me levantase confiando en mí.

Por otra parte, estaba Nahuel, él tenía un año más que yo pero no era mucho más alto, lo conocí cuando yo estaba dándome una quinta o sexta oportunidad con mi exnovio, si es que se le puede llamar así, nunca fue una relación sería de verdad y era algo tóxica.

Una noche de fiesta, coincidí con Nahuel y estuvimos toda noche hablando sobre la vida, nunca había sentido con alguien lo que sentía con él, sentía seguridad y me divertía un montón. Al final de la noche pasó, nos liamos.

Me sentía una mierda, yo juré nunca ponerle los cuernos a nadie después de ver como lo pasó mi madre y ahora me había convertido en mi padre, me daba asco. Lo primero que hice al despertarme fue contarle a mi novio que me había liado con Nahuel, él terminó perdonandome, y seguimos como antes, quedando de vez en cuando, yo sentía que le debía algo.

Al final del verano, supe comprender que no le quería y hacía mucho tiempo que ya no lo hacía, quizás era costumbre lo que tenía con el, si lo hubiera querido creo que nunca me hubiera gustado Nahuel.

Yo decidí estar sola, mientras Nahuel me prometió que me esperaría, pero me di cuenta de la peor manera que las esperas no son eternas, sino efímeras. Él había comenzado una relación y aunque muriera por dentro, era feliz con ella y al fin y al cabo era lo único que yo quería para él, felicidad.

Después del tiempo, contactamos y a día de hoy tenemos una relación de amigos, pero él tampoco sabe nada sobre mí situación.

Supongo que al final nadie me conoce y eso es por mi culpa, aveces lo agradecía, pero otras veces quería gritar mi realidad. Realmente ni yo me conocía, no sabia que me gustaba, no me encontraba en ningún sitio, la única esperanza la encontré en los libros y en el dibujo.

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