Él se río también y se levantó a por un zumo, en ese momento entró Sofía a la cocina y abrazó a Enzo saludándolo.
— Me acaba de llamar mi madre - dijo mirándonos
— ¿Y qué te ha dicho? - preguntó Enzo mientras se sentaba
— No sabia que Maya estaba aquí - dijo sorprendida
— Ya, es que fue un plan de última hora - dijo mientras movía el zumo
— Ya y de tan ultima hora - añadí mirándole seria
— Me ha dicho Maya que quiere hablar contigo, llámala cuando puedas y quedas con ella cuando sea - añadió Sofía
— Vale perfecto - dije mientas tiraba el zumo a la basura
— Por cierto, ¿mañana me podrás llevar al aeropuerto Enzo? - preguntó Sofía
— Claro, ya me dirás la hora, ¿a dónde vais al final? - preguntó mientras dejaba en zumo en la encimera
— Al final nos vamos a Marbella - añadió Sofia entusiasmada
— Pásatelo muy bien - dije amable
Dos horas después me vestí y quede con Luna, avisé a Enzo y a Marc que estaban en el salón de que me iba.
— ¿Quieres que te lleve? - dijo Enzo girandose para mirarme
— No, no hace falta, cogeré el metro - dije acercándome a ellos
— Pues ya no me vas a ver Maya, me voy esta noche a mi pueblo a pasar la semana... - dijo Marc levantándose - ...espero que te quedes aquí para verte otra vez - dijo dándome dos besos
— No se que haré - dije sin poder evitar mirar a Enzo, que también me estaba mirando - Pásatelo muy bien en tu pueblo - dije dándole una mirado complice
— Lo haré - contestó sentándose de nuevo
— Adiós chicos - dije despidiéndome
Había quedado con Luna en un pequeño bar del centro y la verdad es que caminar hasta allí fue satisfactorio, me sentía libre. Estuve pensando que hacer, no estaba cómoda en el piso de Enzo pero no tenía nada mejor y la universidad empezaría en unas semanas.
Tenía que ser valiente y afrontar mis miedos, por mi misma, iba a ser duro vivir con personas que no conocía, comer delante de ellas, sentirme observada...pero era el momento.
Además este finde semana estaríamos Enzo y yo solos, la verdad es que me tranquilizaba un poco, con él tenía confianza aunque todavía sentía mucha vergüenza.
Llegué al bar después de media hora caminando, Luna me había mandado la ubicación y ella ya estaba allí sentada.
— Hola - dije sentandome en la mesa
— Hey, hola, ¿cómo estás? - dijo emocionada
— Muy bien, solo hace un día que no me ves - respondí riéndome
— Es verdad, ¿porqué no le contaste que irías al piso? - preguntó extrañada
— No tenía pensado ir, pero la verdad es que creo que me voy a quedar, llamé a mi madre ayer por la noche y le parece bien - contesté
— Perfecto, ¿estás cómoda? - preguntó Luna
— Bueno, poco a poco - dije nerviosa
— Se que podrás, al final te gustará la compañía y todo - dijo sonriendo
— Sofía me ha caído muy bien - dije devolviéndole la sonrisa
— Eso ya lo sabía yo, tenéis cosas en común, llegaréis a ser amigas - dijo alegre
Estuvimos hablando hasta las nueve de la noche y después me llevo al piso, entré con las llaves que me habían dado de repuesto y llamé a mi madre.
— Hola cariño - dijo cogiéndome rápido la llamada
— Hola, creo que al final me quedo - dije nerviosa
— Vale tranquila, pero quiero que antes de empezar la universidad vengas a verme - dijo triste
— Si no te preocupes - dije intentando tranquilizarla
La verdad es que mi relación con ella nunca había sido del todo buena, creo que éramos personas incompatibles, pero no podía negar que nos queríamos mucho, al fin y al cabo solo habíamos estado la una con la otra en los malos momentos.
Ella sabía que yo estaba deseando irme del pueblo y me dió esa libertad, no podía retenerme toda la vida a su lado, tenía que ser fuerte y seguir sola.
Por otra parte, mi padre pensaba que con el hecho de darme dinero todos los meses ya lo adoraba y no era así, es verdad que le quería y siempre había tenido una debilidad con él, aún que quisiera no podía odiarlo.
Con el dinero que tenía ahorrado y lo que mis padres me daban la verdad es que tenía de sobras para vivir, no era independiente económicamente y eso no me hacía sentir mal, nunca había trabajado, pero tampoco había malgastado y mis caprichos eran siempre con propinas.
Al poco rato llegó Enzo y me contó que había ido a la biblioteca, me enseñó varios libros y entre ellos me llamó la atención La Divina Comedia, él me dijo que lo podía leer.
Después se fue de nuevo con sus amigos a cenar y de fiesta, me propuso ir pero tampoco tenía ganas, además hubiera sido una situación incómoda.
Yo me quedé viendo Netflix hasta las tantas y comiendo palomitas, la verdad es que no había comido y tenía hambre, esperaba solo no sentirme mal mañana por esto.
Estaba en el cuarto de Enzo, él dormiría en el de Sofía ya que estaba de vacaciones hasta que yo tuviera la habitación montada.
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RESPIRANDO
Teen FictionPedir ayuda no es tan fácil como parece, sobretodo si estás convencida de que no la necesitas y si sabes que si la pides, no te la darán. A veces la ayuda no sabemos si nos salvará o terminará destrozándonos todavía más, pero llegados a cierto punto...
CAPITULO 21 - LLAMADA
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