26

219 24 5
                                    

Después de hacer el amor, Sana no podía dormir, sabía que esta era la última noche que pasarían juntas y no podía evitar pensar que era injusto, no sólo para ella, si no también, para Momo. La chica que tenía frente a ella desnuda y respirando relajadamente había pasado por mucho para poder encontrarla, y cuando por fin lo hizo, simplemente la castigan de la peor forma posible.

Sana tomó las manos de Momo junto a las de ella y acercó su cuerpo lo que más pudo al cuerpo de bailarina. La estudiante de derecho cerró los ojos y dejó que sus fosas nasales inspiraran todo el aroma del cuerpo que tenía frente a ella. No quería olvidar el aroma de Momo, no quería olvidar su voz, no quería olvidar el sonido de su risa. Se siente como si de verdad Momo se estuviese muriendo, pero la verdad era que nadie tenía idea alguna de como funcionaría esto después que la chica que tuviera frente a ella desapareciera.

-¿Cómo puedes dormir tan plácidamente? – era verdad, la bestia se había dado cuenta de que no conocía lo que era dormir, hasta que compartió una cama con Sana. Cada vez que la pelirroja la abrazaba o le acariciaba el cabello ella simplemente caía rendida a los brazos de Morfeo y solía tener los mejores sueños de su vida. Casi todos con Sana, pero nunca se lo había dicho - ¿Por qué me vas a dejar sola Momo? No he dejado de pensar en cómo voy a reaccionar cuando despierte y no estés a mi lado. Posiblemente piense que estás en el primer piso haciéndonos desayuno o que quizás saliste a correr. Pero no, sé que, aunque quiera pensar que estas haciendo eso y que en algún momento volverás a mí, sé que no pasará. Lo sé. No sé si me estas escuchando, no sé si realmente duermes porque simplemente no puedes mirarme a la cara, pero te voy a echar mucho de menos Momo.

-Es mejor tratar de fingir – Momo abrió los ojos – pensé que si me verías dormir también lo harías.

-¿Cómo podría? – ambas chicas simplemente se miraban a los ojos con mucha tristeza – No estoy preparada para dejarte ir.

-Lo sé, yo tampoco, no de nuevo. Te he perdido tantas veces y aún así no me acostumbro – Sana podía sentir todo el dolor que emanaba del cuerpo de Momo – prométeme algo.

-No sé si pueda cumplir.

-Al menos inténtalo.

-Dime.

-Trata de ser feliz, no te estoy pidiendo que conozcas a personas al minuto en que desaparezca de tu vida. Claro que no, sé que debes sanar, se que debes llorar, que debes emborracharte con tus amigas e ir a gritar por las calles que me odias por dejarte y abandonarte, pero cuando todo eso ocurra – Momo hizo una pausa – cuando estés lista, cuando, cuando puedas lidiar con todo, prométeme que intentarás ser feliz. Por favor.

-¿Qué pasa si vuelves y estoy casada, con hijos o ni siquiera esté acá? – Momo no lo había pensado - ¿Me vas a buscar?, ¿Me buscaras y arruinarás mi felicidad, la de mis hijos o mi esposo o esposa?

-No, fui yo la que te pidió que fueras feliz.

-Búscame, no te olvides de mí Momo. Si nunca más volvemos a estar juntas, al menos búscame. Necesitaré verte, sé que lo necesitaré.

-Ok, lo haré.

-Te amo – Sana comenzó a llorar - ¡Dios, te amo tanto!

Momo comenzó a llorar y abrazó a Sana con todas sus fuerzas. Apoyó la cabeza de la pelirroja en su pecho mientras que las lágrimas caían encima de su cabello. La mirada de la bestia estaba perdida, no podía lidiar con todas sus emociones, con todo lo que estaba sintiendo. Sana no lo sabía, pero Momo era consciente de que estaba desapareciendo. Sus poderes se habían reducido a 0, era completamente humana y podía sentir todas esas emociones a la que nunca logró definir, ahora que lo estaba sintiendo al interior de su cuerpo se estaba volviendo loca por dentro, pero tenía que ser fuerte, porque entre sus brazos tenía a alguien que lo iba a pasar peor que ella.

Entre dos MundosWhere stories live. Discover now