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Momo apenas podía pensar con el cuerpo de Sana encima del suyo. Podía sentir a la perfección como la respiración y frecuencia cardiaca de la estudiante de medicina comenzaba a acelerarse mientras que las manos de la bestia amasaban sus nalgas aumentando aún más el roce entre sus sexos. Momo no recuerda cuando fue la última vez que se humedeció de esta forma, estaba segura de que ni siquiera era normal, podía sentir como sus fluidos bajaban por la parte interna de sus muslos y el rostro de Sana era poesía pura. Estaba segura de que podía morir en este mismo momento y lo haría feliz, pero no, aún no era su tiempo, aún tenía 13 días más y lo haría rendir sí o sí.

-Me encantas, me encantas mucho – la lengua de Sana repasó el largo del cuello de la bailarina hasta llegar al lóbulo derecho y morder levemente - ¿Quién eres?, ¿Por qué me siento tan caliente a tu lado? – a Momo le hubiese gustado responder, pero entonces, en ese mismo momento, Sana la besó como jamás alguien la había besado en la vida. Su lengua rebelde se mezcló con la de la bestia y todo el cuerpo de Momo reaccionó a esa acción de forma, en que todo su cuerpo se erizó y ya no podía aguantar

La bestia movilizó a Sana con una mano haciendo que se sentara sobre su regazo mientras ella permanecía sentada sobre el colchón de su cama y miraba a la pelirroja que tenía delante de ella. Todos los recuerdos comenzaron a golpearla, todo el dolor que sintió durante años por no encontrar al amor de su vida se definía en este momento, en el momento exacto en que las miradas de ambas chicas se cruzaron y todo volvió a tener sentido.

-¿Por qué estás tan callada?

-Porque no puedo creer que estés desnuda frente a mí en estos momentos.

-Deja de pensar Momo, deja de pensar y hazme el amor.

-No hago el amor contigo hace siglos – Sana sonrió – aún recuerdo como fue la última vez que hicimos el amor, ha sido al único recuerdo que me he aferrado con todas mis fuerzas para no olvidarte.

-No me vas a olvidar.

-He estado olvidándome de ciertas cosas desde que volví del infierno, pero no esto, no quiero olvidar esto...

-Momo... cálmate...

-No puedo, que pasa si lo hacemos y mañana no me acuerdo.

-Volveremos a hacerlo una y otra vez, una y otra vez si es necesario.

-No... no te merezco.

-No arruines el ánimo, Hirai, no te lo perdonaría.

-Tranquila, no pienso arruinar nada.

En ese momento la mano derecha de la bailarina bajó hasta el centro de Sana y todo su corazón se paralizó cuando sintió la humedad de la estudiante de medicina entre sus dedos. Comenzó a jugar con la textura viscosa entre sus dedos al mismo tiempo que la pelirroja se mordía el labio inferior desesperada porque esos dedos la penetraran de una vez por todas. Había soñado tantas noches con este momento, se lo había imaginado tantas veces, pero nada se comparaba con la realidad – Momo... - susurró Sana.

-He esperado por este momento una eternidad.

-No te atrevas a hacerme esperar lo mismo – la bestia simplemente sonrió y en ese mismo instante el mundo para Sana dejó de girar.

Momo la envestía con dos dedos hasta que estos se perdieron en el interior de la estudiante de medicina. Sana sintió como sus piernas se apretaban al mismo tiempo que comenzaba a aparecer el leve vaivén de las caderas de está hacia atrás y adelante. La pelirroja comenzó a sentir como cada segundo que pasaba su cuerpo reaccionaba a cada emoción y sensación, especialmente cuando Momo se llevaba su pezón izquierdo a su boca para pasar su lengua por encima de este lentamente y luego succionarlo por completo, al mismo tiempo que aumentaba la velocidad de sus envestidas y comenzaba a estimular el clítoris de la estudiante de medicina con su dedo pulgar. Sana creía que estaba tocando el cielo con sus manos, era increíble como Momo conocía y podía activar cada zona erógena de su cuerpo, era obvio que la conocía a la perfección – Dios... tus dedos... sí... Momo... ¡Ahhh!... así, así... sí... ¡dios si! – La bestia dejó su pecho izquierdo para subir hasta la boca de la pelirroja y besarla como nunca se habían besado. Con su mano izquierda se aferró al cuello de Sana para profundizar el beso y hacer que sus lenguas se encontrasen convirtiendo todo en un frenesís imposible de parar.

Entre dos MundosWhere stories live. Discover now