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Nayeon no había podido dejar de pensar en Mina. Se había pasado toda la noche llamando a Sana, pero su amiga no le contestaba. Lo primero que pensó fue que pasó la noche con Momo y una parte de ella estaba feliz de eso, pero la otra, la otra sentía envidia. Mina y ella no habían conversado mucho y eso la tenía enferma. No dejaba de pensar en que las horas pasaban y pasaban y cada vez que le quedaba menos tiempo juntas. Así que decidió levantarse, bañarse, vestirse y manejar hasta el departamento de Mina. Una vez que estuvo frente a la puerta tocó dos veces y su corazón comenzó a acelerarse – pareces una maldita adolescente – susurró en voz baja.

-¡Oh! Hola – la puerta se abrió y Mina estaba frente a ella vestida solo con un pijama de seda de dos piezas - ¿Está todo bien? – Nayeon no sabía que responder a eso.

-No, no está todo bien – Nayeon decidió entrar a su departamento y se dio cuenta que la bestia estaba sola – no estoy bien desde ayer.

-¿Qué es lo que pasa?

-¿Qué pasa? ¿Cómo puedes estar tan tranquila después de todo lo que ha pasado? Yo no puedo, así que por favor explícame como lo haces tú.

-No estoy tranquila, pero no puedo hacer nada al respecto. Ojalá pudiera hacer algo, créeme que no he dejado de pensar en que hacer para no... para no desaparecer.

-Ni siquiera quiero que lo menciones, es increíblemente injusto – Nayeon iba a comenzar a llorar – no quiero que te vayas – Mina sonrió tiernamente – no quiero que me dejes.

-Lo siento tanto Nayeon, de verdad lo siento. No quería que pasaras por todo esto.

-Mi corazón se acelera cada vez que pienso en ti, cada vez que recuerdo todo lo que hablamos o vivimos juntas.

-Nayeon... ¿quieres desayunar conmigo? – la pelinegra afirmó con su cabeza – pero antes, ven para acá – con delicadeza Mina tomó los costados del rostro de Nayeon y besó sus labios lentamente. La verdad era que la bestia no tenía idea alguna de como acercarse a Nayeon después de que había explotado todo, pero tampoco quería seguir perdiendo más tiempo. Así que simplemente la besó con todo el amor y cariño que sentía en ese momento.

Sintió como las manos de la pelinegra se aferraban a los tirantes de la bata de seda que estaba ocupando Mina, mientras esta última decidió incluir su lengua en el tierno beso que estaban teniendo, haciendo que Nayeon suspirara al primer roce que tuvieron. Las manos de Nayeon dejaron los tirantes de la bata para aferrarse al cuello de la bestia logrando que el calor comenzara a subir por todo el cuerpo de Mina.

-Debemos desayunar – susurró entre medio del beso.

-No te atrevas a parar, no quiero parar – Mina miró a Nayeon, quien se sacó su chaqueta dejándola en el suelo y saltando sobre las caderas de Mina – llévame a tu cama, quiero que me folles, que me beses. Que no quede ningún rincón de mi cuerpo que no haya sido tocado y besado por ti.

-No saldremos de la cama.

-No me interesa, podemos pedir algo para comer.

-Sí, algo para comer.

Mina subió con Nayeon entre sus brazos hasta su cuarto mientras no dejaba de besarla y de desnudarla. La remera y sostén quedaron en las escaleras mientras que la bata de Mina había quedado tirada a la entrada de la habitación. Las manos de la pelinegra comenzaron a masajear los pechos de Mina haciendo que la bestia comenzara a gemir sobre la boca de Nayeon, esta acción hizo que la pelinegra se estremeciera, jamás se imaginó que escuchar a Mina gemir sería tan erótico.

La profesora de derecho lanzó a Nayeon a la cama y está comenzó a desabrochar sus pantalones para quedar solo con tanga de color rojo. Mina observó la piel blanca que combinaba perfectamente con el pelo negro y el color rojo de la ropa interior de su chica. Comenzó a sentir como su garganta se apretaba de la ansiedad que estaba sintiendo. La bestia no recordaba haberse sentido así anteriormente, esto era diferente. Habían tenido sexo tantas veces en diferentes contextos, años y mundos, pero esto no tenía comparación.

Entre dos MundosWhere stories live. Discover now