53.- Nieve

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Narrador

Era una fría mañana de invierno, el día viernes 19 de diciembre de ese año, había nevado desde la mañana ese día, dando inicio al invierno más gélido que el estado de Oregon había sentido en los últimos diez años.

Jane se había despertado ese día sintiéndose igual que el día anterior. Su vida se había convertido en un ciclo al cual se había acostumbrado, solo que en el último mes había empeorado.

Se dejó sucumbir por sus sentimientos, por sus pensamientos. Lloraba cada día, no escuchaba a nadie más. Estaba deprimida, se sentía sola. Y probablemente lo estaba, pero no por mucho tiempo.

Su madre, Christy, quería recuperar la atención y el amor de su hija, sentía arrepentimiento por sus acciones, pero todo en la actitud de Jane indicaba que era demasiado tarde. Estaba al borde de perderlo todo. Christy no sabía qué hacer, su hija ya no le escuchaba, sin embargo, sabía que algo la podía hacer completamente feliz. Así que, a pesar de los roces con su hija, Christy hizo todo para que la persona que más hacia feliz a Jane, regresara. Había cumplido su promesa. Lo había solucionado. Y esperaba que cuando Jane se diera cuenta de eso, olvide el daño que le había hecho su madre y volviera a tener confianza en ella.

Jane se había despertado ese día, sintiéndose igual al anterior. Pero ese día no era igual. Era muy diferente. Un día que se guardará en su memoria y en su corazón para siempre.

Mientras ella se levantaba de la cama, Travis se preparaba su café, absolutamente emocionado por volver a su escuela, al equipo, volver a ver a sus amigos y al amor de su vida.

Había llegado el día anterior, cuando aún no estaba la tormenta y el no pudo evitar pensar en el destino.

Para él era eso, el destino los quería juntos. No había otra explicación. Se cancelaron los vuelos horas después de su llegada gracias a una tormenta que azotó la pequeña ciudad de Salem. Y sonrió al ver por la ventana de su apartamento —al que tanto había extrañado— caer los copos de nieve y golpear contra su ventana. Respiró hondo. A Jane y Travis les encantaban las tormentas de nieve, porque eso significaba que iban a estar juntos.

Tenía un buen presentimiento mientras tomaba de su café, ya vestido y listo, a pesar de lo temprano que era. No importaba la reacción de Jane, no importaba lo que ella diría, sabía que esas cosas no eran ciertas, y estaba completamente dispuesto a luchar por ella. Se había preparado.

Jane tomó una ducha de agua caliente esa mañana, tratando de aliviar el frío que sentía. No había dormido bien la noche anterior gracias al gélido clima, y no quería molestar a su madre. Solo habían pasado pocos días desde que la encaró y su madre mostraba arrepentimiento. Tenía los sentimientos a flor de piel, era mejor dejarla tranquila con el peso en su corazón.

Pero lo que Jane no sabía era que mientras ella se vestía con su uniforme y se abrigaba para no sufrir de frío, Travis lavaba sus dientes, sin evitar sonreír. Cuidó mucho de su aspecto esa mañana, tenía que lucir presentable para ella. Mientras Jane ataba su cabello en una coleta, Travis tomó las llaves de su auto y decidió salir de la casa, sintiendo su corazón a gusto, mientras que el de ella se sentía a penas con vida.

Dos almas completamente diferentes: la primera era un alma solidaria y pura, que en ese momento estaba feliz porque iba en busca de su otra mitad, y la segunda era un alma solitaria, un alma triste que se sentía incompleta, vacía. Pero no pasaría mucho tiempo para que ambas almas se encontrasen.

Mi Mejor Amigo (AD #1) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora