47.- Aeropuerto

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Travis

—Mamá —la llamé, ambos estábamos viendo al vacío, hacia la nada en aquella montaña que era su lugar. 

Me miró con sus ojos azules sin nada de vida ya, estaba a punto de morir, todo el mundo lo sabía, pero yo tenía la ligera esperanza de que no fuera así. Ya no tenía ningún solo cabello rubio en su cabeza, no estaba maquillada como tanto le gustaba, ni vestida elegante como lo hacía. Se veía demacrada, se sentía demacrada. Y aún así, siempre tenía fuerzas para venir aquí.

—¿Sí? —respondió e intenté ocultar el dolor que su voz rota me causaba.

—¿Cómo sabes si estás enamorado? —pregunté y mamá sonrió levemente.

No había sonreído en semanas, no con tanto dolor, y a pesar de que era una sonrisa muy leve y casi imperceptible, la tomé y la guardé en mi corazón.

—¿Tiene esto que ver con Jane? —preguntó y yo aparté la mirada, sonrojándome por lo que dijo.

—No... solo preguntaba —mentí y mamá se dio cuenta que era una mentira, tomando mi mano con la suya, muy débil.

Mamá suspiró, el respirador al parecer no haciendo el efecto que quisiéramos, el efecto que ella necesitaba.

—Pues... —respiró hondo de nuevo—. Es difícil de explicarlo —hablaba, muy lento y de manera agitada—. En mi caso... cuando supe que estaba enamorada de tu papá, fue cuando en una noche no pude evitar pensar en él. No podía dormir por eso, mi corazón latía fuerte, mis manos sudaban y temblaban, sentía las típicas mariposas en el estómago... —tomó otra respiración—. Solo quería estar junto a él.

Sonrió otra vez, suavemente, recordando lo que sentía. Mamá amó a papá durante toda su vida, y en ese momento, a mis catorce años, yo me estaba sintiendo identificado con ella y su historia de amor. 

Antes de que papá muriera, era un hombre decente, quien cuidó a mamá hasta que murió, así que me fue fácil entender porqué mamá lo amaba tanto. Yo también amaba a mi padre en ese entonces.

Sin embargo, sus palabras me hicieron pensar. No, no podía estar enamorado de mi mejor amiga, ¿cierto? Pero tenía casi todos esos síntomas cuando me encontraba con Jane, cuando me mostraba un dibujo nuevo, cuando me decía que quería ver una película conmigo, cuando quería hacerme escuchar alguna canción con la que se identificó.

—Está bien —dije y mamá sonrió.

—¿Sientes todo eso? —me preguntó, pasando un débil y muy delgado brazo por mis hombros y atrayéndome en un abrazo igual de frágil.

Apoyé mi cabeza en su hombro, ya era más alto que ella, pero siempre me sentía pequeño a su lado.

—Leí en un foro que el amor es un exceso de dopamina y oxitocina, tal vez no estoy enamorado, tal vez mi cerebro solo genera hormonas como si estuviera drogado o algo así.

Mamá rió, una risa muy frágil.

—Deja de buscarle una respuesta lógica a todo —murmuró, acariciando mi brazo de arriba hacia abajo—. Sé que tu coeficiente intelectual te hace pensar en todo con lógica y una razón científica, pero hay cosas que ni la ciencia puede explicar, y eso es lo que nos hace humanos. Hay cosas que no tienen lógica, que no pueden ser explicadas, y el amor es una de ellas.

Asentí y mamá apoyó su mejilla en mi cabeza. Ambos miramos en silencio el paisaje de Salem, lo tranquilo que era, lo felices que éramos, a pesar de la enfermedad de mamá.

Mamá murió al día siguiente, fue una muerte muy pacífica, incluso su rostro estaba tan en paz que parecía que solo dormía. 

Y nuestra última conversación fue sobre Jane, sobre lo que yo sentía. No lo admití hasta dos años después después de lo que le pasó a Jane. Siempre estaba intentando buscarle una razón a lo que sentía, algo lógico, algo con lo que yo pudiera explicar el por qué me sentía así. Solo que no había nada de lógica a medida que mis sentimientos se intensificaban. 

Mi Mejor Amigo (AD #1) [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora