🧡 34 Epílogo 🧡

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"... Y seguiré luchando por ti...

No importa cuantas

vueltas al mundo tenga que dar,

seguiré hasta el fin del mundo,

amándote sin igual..."

Pov Wooyoung

Estados Unidos, 8 meses después...

El tiempo ha pasado lento y cruel para mí.

Hace cinco meses partimos de México en el coche de Mingi.

Mi madre se quedó,ahora que la vida era tranquila y yo me marchaba, prefirió seguir allí.

Realmente cargamos pocas cosas, no teníamos mucho que traer, solo lo importante, lo demás ya lo compraríamos aquí.

Subí al perro a los asientos traseros, en el maletero algo de mi ropa y todas las cosas que habían quedado de San.

Cada día en casa me ponía algo suyo, le echaba su perfume y cerraba fuerte los ojos intentando sentirle.

Ese era mi ritual diario para irme a dormir.

Antes de abandonar la ciudad pasé por el cementerio, era la primera vez que visitaba la tumba de mi padre y estaba seguro de que también sería la última.

Ya nada quería tener que ver con ese hombre, solo me acerque y le hice una promesa: -ni tú ni nadie me destruirá, haré realidad mi sueño y tú desde la primera fila lo verás-, susurré sin siquiera dejar unas flores.

Fue fácil preparar el nuevo departamento, Mingi realmente era bueno para convivir, prácticamente no estaba nunca, pero cuando lo hacía era agradable hablar y pasar tiempo con él, sobre todo cuando me contaba anécdotas de San.

Yeontan me despertó lamiéndome la cara, entusiasmado por salir a pasear en un nuevo día.

Así como estaba, fui a la cocina a preparar el desayuno para los dos.

-Mingi, levanta que ya está el desayuno- grité asomándome por las escaleras.

-Estoy afeitándome, ahora bajo- chilló en respuesta.

Cuando llegó a la cocina, se acercó dejándome un beso en la cabeza y se sentó en la banqueta alta de la isla.

-¿Aún sigues usando la ropa de San?- preguntó mirando como la camiseta que llevaba me llegaba casi a las rodillas.

-Me hace sentirle cerca- expliqué con una expresión sombría.

-Esta noche no me esperes que tengo una cita- dijo con una sonrisa ladina, moviendo las cejas en un gesto gracioso.

-Vale, yo después de la universidad tengo una audición en una empresa, a ver como me va- solté tranquilo.

-Woo, ya ha pasado tiempo, deberías pensar en conocer a alguien o no sé, que tu vida sea algo más que ir a la universidad y estar en casa- musitó apuntándome con una cuchara.

-Aún no puedo Min, no soportaría siquiera tener a alguien muy cerca, le extraño demasiado...- respondí dejando caer mis lágrimas.

-Lo sé pequeño, pero necesito que rehagas tu vida para poder liberarme de ti y casarme- agregó riendo para romper aquella situación triste que se repetía más de lo que debería.

-Puedes largarte cuando quieras- dije irónico fingiendo estar ofendido.

-Un marine siempre cumple su palabra- afirmó apoyándose en la mesada.

-Vete de aquí soldado y suerte en tu cita, ¡¡no me hagas primos todavía!!- chillé tirándole un trapo en toda la cara.

Aquella tarde me encontraba delante de la puerta principal de una de las más grandes agencias.

Tomaba aire e intentaba encontrar el valor para entrar.

Era uno de esos momentos en los que tanto necesitaba a San y su apoyo, así que saqué de mi bolsillo lo único que me tranquilizaba.

Aquella carta de despedida que me dejó San, que llevaba conmigo a todas partes bien doblada en la billetera.

Tomando aire con fuerza una vez más la volví a leer:



Mi pequeño,

No tengas miedo de vivir sin mí de ahora en adelante, pon en ello todo tu corazón y toda tu alma.

No pienses que me has perdido, porque seguiré aquí a tu lado, paso a paso contigo aunque no me veas.

Se que mi ausencia ahora te dolerá, pero solo tienes que aprender cómo llevarla para que no te pese tanto.

Mi ausencia será sólo física, porque seguiré existiendo, ten paciencia y sigue caminando.

Al final del camino yo te estaré esperando.

No dejes que este dolor apague por siempre tus ganas de reír, de amar, de soñar.

No dejes que todo eso muera dentro de ti.

Has tanto ruido que yo desde donde este pueda escucharte.

Te amo Wooyoung, muchísimo, demasiado y eso no va a morir, incluso si yo muero hoy.

Te cuidaré, te protegeré y te acompañaré, solo me adelantaré un poco hacia mi destino, pero prometo estar cerca, bien cerca, hasta que nos reencontremos, hasta el último día de tu viaje.

Perdóname mi amor porque esta noche no podré volver a casa.

Te amaré eternamente, Choi San



Cuando por fin entré y me alisté en el gran vestuario de aquella empresa, repartieron dorsales numerados.

Después de casi una hora llamaron mi número al escenario.

Uno de los jueces con cara de amargado me dijo: -diga de donde viene, edad, nombre y empiece a bailar-.

Aspiré fuerte y cerré mi mano sobre la medalla, posicionándome en medio del escenario.

Al encenderse las luces, vi a San... estaba allí, apoyado en el marco de la puerta de brazos cruzados y una sonrisa de hoyuelos.

Le miré... me guiñó un ojo, parpadeé con fuerza y desapareció.

Volví a centrarme en lo que estaba por hacer, me acerqué micrófono en el centro y me presenté:

-Vengo de México, tengo 18 años y mi nombre es Wooyoung, Choi Wooyoung...-



"... Día 247 sin ti:

Tu ausencia aplastando mis entrañas.

Pareciera que han pasado por

mi alma noventa años..."

"

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Aquí llegamos realmente al final de esta historia, gracias por el enorme e incondicional apoyo que me dan y nos leemos en la próxima historia que se me ocurra...

Sean felices!! 

My Cold Revenge Woosan  SanwooWhere stories live. Discover now