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"... Extraño una parte de mí,

esa que se fue contigo..."

Pov San

La mañana siguiente me vestí con un traje gris, camisa y corbata negra.

Antes de salir de casa, mirándome al espejo, me fue inevitable dirigir mi mano hacia la cadena con la medalla que colgaba de mi cuello.

Recorrí con la yema del dedo nuestras iniciales entrelazadas y la dirigí a mis labios para darle un dulce beso.

Suspiré y un recuerdo fugaz cruzó por mi mente, Wooyoung entrando de golpe a mi habitación, tirándose encima mío y llenándome la cara de besos como si no me viera hace un año, con aquella risa aguda y chillona resonando por todo el cuarto.

Cerré los ojos con fuerza, apretando la mandíbula para no volver a llorar.

Me acomodé la corbata y salí de aquella habitación, con el bolso verde de tela en la mano.

Al cruzar por la sala Yuta me frenó de un tirón en el brazo.

-Ten mucho cuidado amigo- dijo con voz preocupada.

-Lo tendré, no te preocupes, espérame para cenar ¿ok?- respondí dándole una sonrisa seca.

Recorrí con el coche toda la zona alrededor del complejo judicial donde vivía el tal Kim.

Deambulé por las calles de arriba a abajo, estudiando, analizando.

Ayer había averiguado los horarios de trabajo de la policía.

Sabía que en un máximo de tres o cuatro horas saldría del complejo, solo era cuestión de encontrar el sitio correcto y esperar.

Estacioné el coche en un lugar bastante escondido, y caminé un par de calles con el bolso de tela en la mano.

Localicé una esquina donde se encontraban dos carreteras, o sea que tomase el camino que tomase debería pasar por allí.

Observé un rato a mi alrededor y encontré el punto perfecto.

En una esquina, había un departamento desde cuya ventana tenía una línea de disparo perfecta y a poca distancia.

Me encaminé allí y al tocar la puerta del departamento un señor muy mayor me abrió asustado.

Me metí de golpe haciéndolo a un lado con cuidado, su esposa, que estaba sentada en el sofá me miró con pánico.

-Tranquilos no he venido a lastimarlos, solo haré mi trabajo y me marcharé, ¿de acuerdo?- les dije para calmarlos.

-De acuerdo- asintieron ambos sentándose juntitos en el sillón a observar con detenimiento.

Me acerqué a la ventana mientras montaba la estructura para sujetar el bazuka con el que iba a disparar.

Solo tenía un tiro, una posibilidad, debía ser preciso y exacto.

Mientras ajustaba las patas, el señor me dijo tranquilo: -en la iglesia dicen que hay que perdonar-.

Me reí y le contesté: -el perdón es entre ellos y Dios, yo solo les facilito la entrevista-.

El hombre decidió que era mejor no decir nada más y dejarme acabar lo mío tranquilo.

Más de una hora pasó mientras yo miraba por la ventana, esperando pacientemente ver en mi campo de visión lo que quería.

Con el bazuka listo, la mira centrada, al cabo de un par más de horas los dos coches aparecieron por la calle del norte, viniendo directamente hacia mí.

My Cold Revenge Woosan  SanwooOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz