Capítulo 49 "Pobre diablo"

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Blake

Los dedos suaves pasan por el contorno de mi cara, con lentitud, calentando mi pecho. Justo donde estaba mi corazón.

—¿Por qué tienes ojeras?—preguntó Scarlett todavía ebria. Pero no tanto, ya casi no balbuceaba.

El haberla convencido de que se pusiera ropa, fue una batalla campal, hasta que por fin después de haberle enviado un mensaje de texto a su madre; informando que estaba sana y salva, cedió y se cubrió el pequeño y curvilíneo cuerpo con una de mis camisetas y unos pantalones de pijama.

—He tenido un poco de insomnio—respondí sin darle importancia.

—¿Por qué?—me volvió a cuestionar.

Cher, duerme—la cubrí hasta el cuello con el edredón.

—Tengo calor—se mordió el labio.

¡Dios, que ya se le baje la borrachera!

—Destapaté entonces—me hice a un lado y me dí la vuelta dándole la espalda.

Sentí el peso de su cuerpo moviéndose al otro lado de la cama y solo apreté la sábana del colchón cuándo el aliento de Scarlett pegó contra mi oreja.

No me molestaba que se acercara así, tampoco me molestaba que quisiera tocarme y besarme, al contrario. Me encantaba, pero a kilómetros se notaba la evidente ebriedad de Scarlett y eso sí que era un problema

Así que me tocaba respirar y apartarme de ella, hasta que estuviera en sus cinco sentidos para que así ella, pudiera darme su consentimiento y follarla sin contemplación alguna, y el retraso de ese momento solo me lo hacía más exitante y eufórico.

Su mano se aferró a mi hombro y tiró de mi poniéndome boca arriba.

Rápidamente la pelirroja se me subió instalándose en mi entre pierna.

¡No, no, no! Esto era mi kriptonita, verla así...tan sexual, con el cabello rojo revuelto, los labios rosados de tanto que se los mordía, la excitación que le recorría el cuerpo haciendo que su intimidad palpitara, lo sentía, sentía como se calentaba. Se había quitado los pantalones de la pijama sin que yo me hubiera dado cuenta, volviendo a quedar en las bragas que eran casí parte de su piel y yo...,maldita sea, yo solamente traía unos bóxers ajustados, el contacto entre nuestras zonas íntimas era casi directo.

—Voy a darte una oportunidad—Cher se restregó contra mi entre pierna de adelante para atrás—Follame ya Blake.

Sus manos sujetaron mis hombros y con esa maniobra creó un movimiento exquisitamente calculado, en círculos, adelante, atrás, lento y rápido.

Le sujeté las caderas y por un segundo sentí que no pude aguantar más. Esto me dolía, mucho. Con mis manos en sus caderas logré apartarla y me levanté de la cama, como si yo fuera un resorte.

—Rechazaré la oportunidad, gracias—dije levantado.

Ella hundió las cejas—Okay, te daré otra oportunidad...

Pasé las manos por mi cabello, no aguanto más.

«¡Sí aguantas!»—me motivo la conciencia.

—De acuerdo—la miré—. Voy a follarte.

«¡No!»

Scarlett aplaudió feliz y se quitó la camiseta que le quedaba más grande, casi como un vestido.

—Solo si haces el cuatro—condicione

Ella hizo un puchero, se levantó de la cama de mala gana y se puso a examinar el suelo bajo sus pies.

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