—¡No, no puedo calmarme! No me voy a calmar hasta ver a la pelos.

—Ven, vamos por un taxi.— El licenciado Rodriguez tomó de la mano a Pepe y se fueron a buscar el transporte.

Mientras tanto...

Doña Evangelina aprovechó que sus sobrinos cenaban y se levantó para hacer unas llamadas.
A la primera persona a la que llamaría, sería a el Chucky.

Buenas tardes mi doña ¿Para que soy bueno?.

—¡Para nada! Mentecato, para eso eres bueno.

Uy, andamos de malas.

—¿Y cómo quieres que esté? La maldita mugrosa está viva y ahora nosotros pendemos de un hilo. Porque estoy seguro que esa desgraciada sospecha que fui yo quién la mandó a violar. Ella sabe que quiero quitarle el dinero a Pepe y seguro me va a acusar a mi.

—¿Y que vamos a hacer?.

—Al parecer lo haré yo, porque estoy rodeada de imbéciles.

—Pues es que la tusa se vino dentro de...

—Ay, no quiero escuchar esas porquerías.

—Bueno, cuándo se consumó el acto, pues en la bodega se escucharon ruidos y tuvimos que salir corriendo. Creímos que con la violada se moriría, y pues yo le di una cachetada bien fuerte.

—¿Y creíste que con eso se iba a morir? Pedazo de idiota. Pero bueno, voy a reparar ese error ahora mismo. Espero que no falles con en chacal.

—No mi doña, y disculpe por lo ocurrido.

Doña Evangelina colgó el teléfono y volvió a llamar, pero esta vez a la cruz roja.

—¿Si? diga.

—Soy la señora Evangelina viuda de Saavedra. Quería saber sobre la chica llamada "la pelos".

—Buenas noches señora, pues verá... La chica está algo lastimada y no presenta golpes tan severos... Lo que si es delicado, es que sufrió una violación. Por el momento está dormida pero supongo que en la próximas horas puede despertar.

—Qué bueno, oiga, quería pedirle un favor.

—Si, digame.

—Necesito que su amigo Pepe, no la vea lúcida. Por el momento me dice usted que la mugro... Quiero decir, la chica, está dormida. Pero quiero que le diga, que es necesario internarla en un psiquiátrico.

—¡¿Pero por qué me pide algo así?! De ninguna manera yo podría hacer eso, va contra mi ética.

—Le voy a dar la cantidad que usted me pida. Digame cuánto quiere, y yo se lo doy.

—¡Lo que usted me pide es una barbaridad!.

—No me ha entendido doctor. Usted al parecer creé que quiero hacerle daño a la niña, pero no es así. Lo que pasa es que esa chica se ha convertido en un peligro, no solamente para nosotros, si no para ella misma. Se la pasa bebiendo, fumando, drogándose y acostándose con todos los hombres que se encuentra. Entenderá que soy una mujer de sociedad y ni mi apellido, ni mi familia, podemos vernos envueltos en escándalos. Necesitamos mantener la imagen y esto, esto sería devastador para nosotros. Conozco a un buen psiquiatra que la va a rehabilitar, por favor doctor, se lo suplico.

Bueno, viéndolo así... Pues creo que, usted tiene razón. No se preocupe doña Evangelina, haremos lo que usted dice y tranquila, no tiene que pagarme nada.

—¡Es usted un sol, un ángel! No sabe lo que acaba de hacer. Usted le está salvando la vida a esa pobre alma. Y bueno, quiero que Pepe no la vea consciente, porque estoy segura que se va a ablandar y no querrá que su amiga vaya a un centro psiquiátrico, pero es por su bien. Yo quiero a esa niña como mi hija y pues, una vez que salga de ahí, comenzará una vida para ella.

—Espero que así sea doña Evangelina, y solamente por eso, me estoy prestando a ayudarle. Ya le hablamos a Pepe y viene con el licenciado Rodriguez para acá.

—¿Con quién?.

—El licenciado Rodriguez, es uno de los mejores licenciados de la ciudad. Fue él quién dio el aviso sobre la desaparición.

—Ah... Que amable fue ese... Buen hombre.

—Si, demasiado, pero yo...

—Muchas gracias, estamos en contacto.

La viuda colgó y maldijo al licenciado Rodriguez. Ahora si, después de mucho, decidió que también terminaría con él. No le importaba cómo, pero se iba a deshacer de ese hombre.

La mujer se acercó a la mesa a terminar de cenar, no sin antes darle instrucciones a su sobrino.

—Bueno, les voy a dar una noticia que supongo les va agradar, aunque a mi me da igual.

—¿Qué pasó?.— Cuestionó Martina.

—Pues ya encontraron a la sarnosa de la pelos. Al parecer  anduvo de bandolera y le dieron su merecido, por zorra.

—¿Cómo puedes decir eso?. — Le reclamó Brandon.— Que bueno que apareció, pobre Pepe, en verdad estaba muy mal.

—Ay por Dios, son unos marginales muertos de hambre. Si les pasa algo, a nadie le van a importar.
Pero eso si, quiero que te cambies querido, porque necesito que estés con Pepe. Al parecer, el maldito licenciado Rodriguez sigue metiendo la nariz dónde no lo llaman. Maldito miserable, pero me las va a pagar.

—¿Y yo que voy hacer allá?. — Preguntó Brandon.

—Ay, pero que pregunta tan imbécil. Es obvio a lo que vas. Tienes que ir a darle apoyo moral, porque al parecer, el licenciado también es maricón, y estoy segura que está detrás de Pepenatas, además claro, de que quiere hundirme.

—Pero tía, yo... — Doña Evangelina le lanzó una mirada de terror, y Brandon no pudo seguir protestando. — Ok, voy por mi suéter.

El sobrino de doña Evangelina, se encontraría con Pepe y el licenciado Rodriguez.
Cosas interesantes sucederán.

Continuará...

DELÍRIUMWhere stories live. Discover now