Capítulo 32

Depuis le début
                                    

Yo: Vale, a mí también me ha encantado. Buenas noches.

Bomer: Buenas noches, no olvides pasar por la pastilla... Descansa.

Al terminar de testear con él, leí la conversación sonriendo hasta que llegué a la palabra "Preciosa". Una corriente de felicidad invadió mi cuerpo. Mi sonrisa era más que amplia. Juro que leí y leí varias veces ese fragmento pequeño del texto. Justo cuando estaba por escribirle, "¿Me has dicho preciosa?", una llamada entró. No dudé en contestar.

LLAMADA ENTRANTE

Ian :)

-¿Ian?

-Hola, Amelia – Su voz me produjo un nudo en el estómago.

-¿Cómo estás? ¿Dónde te has metido todos estos días?

-Fui a visitar a mi mamá, tenía que pensar todo lo que pasó. – Soltó un gran suspiro al otro lado del teléfono celular. - ¿Y tú? ¿Cómo van las cosas con... Él? – Pude sentir lo difícil que le había resultado preguntar por eso.

-Pues, todo igual de bien. – Arreglé mi voz – ¿Cuándo vuelves? – Pregunté en un tono un poco bajo.

-Estoy en camino hacia allá. – No sé si eso era bueno o malo, pero sentía como me invadió una felicidad a  escuchar aquello. Nos quedamos callados unos momentos, escuchando la respiración del uno al otro en él teléfono. – Amelia...

-¿Sí?

-Quiero que hablemos, hablemos bien, en persona. No quiero perder tu amistad. Significas mucho para mí y aunque lo hayas elegido a él, yo apoyaré tus decisiones. Pero... Siento la necesidad de entender lo que está pasando entre ustedes.

-Vale ¿Quieres hablar mañana?

-¿Estás ocupada en este momento? – Pensé unos momentos. Necesitaba hablar con él, también tengo que buscar la pastilla.

-No, pero debo pasar por la farmacia antes. ¿Dónde te veo?

-Yo te paso a buscar,  te llevo a la farmacia y vamos por unas cervezas, ¿te parece bien? – No creo que sea cómodo que él me lleve a la farmacia a recoger esa pastilla.

-No te preocupes, yo puedo ir. Dame la dirección.

-Amelia, estoy en frente de tu casa. – Me sorprendí y me asomé por la ventana para confirmar. Ahí estaba su auto. Suspiré resignada.

-Vale, espera unos minutos.

-Vale.

Colgué.

Me puse unos jeans, mis converses y un suéter. Peiné mi cabello en un moño y tomé mi bolso. Al salir de mi habitación, me devolví al recordar la marca en mi cuello. Tomé una de mis bufandas y la enrollé en mi cuello. Bajé las escaleras corriendo y salí. Estaba apoyado en su auto mirando su celular. No hesité en ir corriendo a abrazarlo. Le tomó por sorpresa y luego de unos segundos respondió a mi abrazo.

-Te extrañé – Me dijo dando un beso en mi cabeza.

-Yo también – Le dije alejándome para mirarlo y sonreír.

-¿Nos vamos? – Asentí rodeando el auto para entrar.

El subió, nos pusimos los cinturones y nos fuimos.

-¿Cómo te fue con tu mamá? – Pregunté unos minutos después de un incómodo silencio.

-Pues, bien. Estaba pensando quedarme allá. Pero la ya casi termino la universidad, entonces no creo que valga la pena transferirme. – Dijo sin mirarme y yo sólo asentía con mi cabeza. - ¿Entonces a cual farmacia quieres ir?

EL SOCIO DE PAPÁOù les histoires vivent. Découvrez maintenant