🎸Capítulo Veintiocho

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Se mordió el labio inferior.

—No es tan fácil... —susurró.

—¿Crees no seré capaz de entenderte?

—Me entiendes mejor que nadie.

—¿Entonces? —le inquirí.

No respondió.

Dejé las manos en mi cintura y tiré de mi cabeza hacia atrás. Un suspiró cansado se escapó de mis labios antes de volver a poner mi atención en ella.

—Te tiemblan las manos —comenté preocupado.

—Son los medicamentos.

—¿Estas enferma?

—No —respondió, y enarqué una ceja como respuesta—. Bueno, sí.

—Soy yo, pulga —le recordé, acercándome y tomando sus manos entre las mías. Camine de espaldas hasta sentarme a la orilla de la cama, y se quedó parada en el espacio que había en medio de mis piernas—. No debes preocuparte.

—Me da vergüenza —confesó en un tono de voz apenas audible.

Ladeé mi cabeza con la intención de buscar su mirada y transmitirle seguridad.

—¿No confías en mí?

—Son antidepresivos —respondió.

Asentí lentamente.

No entendía mucho de medicamentos, sin mencionar que no era fanatico de ellos.

—¿Y es normal que pase esto?

—Es uno de los efectos secundarios, pasarán unos cuántos días para que mi cuerpo se acostumbre. —No pude evitar darme cuenta de que conforme las palabras salían de su boca los ojos se le tornaban llorosos—. Bueno, eso fue lo que me explicó la psiquiatra con la que me mandó el Sr. Saltzman. ¿No te parece curioso? Cuando pensaba que mi vida era lo suficiente miserable, viene el universo y me demuestra que puede ser mucho peor.

»Mi padre se enojó, porque en su mente creía que su hija estaba mejorando y ahora duda de la capacidad del psicólogo escolar. Cualquiera pensaría que es bueno, porque significa que está preocupado. Aunque la realidad es que lo hace para descargar su enojo con él, y no con su hija enferma. Mi madre no deja de llorar por las noches desde que se enteró, así que no me queda de otra que subir el volumen de la música para no escuchar el sufrimiento que le estoy causando.

¿Cuántas veces la he visto llorar desde que la conozco?

¿Y por qué siento que cada vez que lo hace se me rompe un poco más el corazón?

He sentido impotencia muchas veces en el transcurso de mi vida, pero ninguna se le comparaba a la que sentía al verla sufrir. Destiny estaba pasando por mucho, y no quería ser una preocupación más.

Levanté sus manos a la altura de mi boca.

—Desearía poder tomar tu dolor y convertirlo en mío para que no sufras —susurré antes de plantar el beso más suave contra sus nudillos.

Un color carmesí tiñó sus mejillas, y se soltó de mi agarré para aclararse la garganta.

Me gustaba ponerla nerviosa.

—Soy un completo desastre —murmuró con fingida burla, y se rascó la cabeza—. Gracias a mí no vas a querer volver a tener una amiga.

Y yo que esperaba que fuese más que eso.

—Dime alguien que no lo sea, la diferencia es que algunos lo ocultan mejor que otros.

—No soy muy buena en eso.

No olvides mi voz Where stories live. Discover now