🎸Capítulo Ocho

24.4K 2.7K 1K
                                    



Reputation – Post Malone

MITCHEL

Me incliné hacia la mesa de cristal que se encontraba en el centro, recargando mis antebrazos en las piernas y esnifando la última línea de polvo blanco. El alivio que sentí hizo que me dejara caer hacia atrás en el sofá de piel y mis labios dibujaron una sonrisa perezosa. Las luces de colores parpadeaban por todo el club y la música retumbaba en las paredes. No recordaba cuánto tiempo había transcurrido desde que llegué ni mucho menos haber conducido desde Inglewood hasta Los Angeles.

Sentí un rastro de humedad en mi cuello, como si se tratase de un camino que estuviese siendo recorrido. Mis ojos viajaron lentamente hacia un lado y encontré una chica morena dándome su completa atención. Llevaba una falda de piel negra tan corta que, desde la posición que tenía, todos podrían ver lo que había debajo. Una blusa diminuta que apenas y cubría sus pechos incitando a que no apartara la mirada de ellos. Tuve que tragar grueso y cerrar los ojos.

No sabía quién era, ¿sería muy grosero de mi parte preguntarle su nombre a estas alturas? Mi corazón golpeaba fuertemente contra mi pecho y las manos me sudaban tanto que las limpié contra mi pantalón. Con delicadeza la alejé para que dejara de babearme porque a ese paso inundaría todo el lugar. Ella me dio una mirada cargada de confusión y no podía negar que era linda.

Sentí que los párpados me pesaban y mi cuerpo se quedó quieto por un momento. Ella pareció tomarlo como una invitación a sentarse en mi regazo y colocó mis manos en sus caderas. Era como si estuviese físicamente en ese sofá con ella, pero mi mente se encontraba muy lejos de allí.

Una desesperación por salir corriendo y desaparecer me invadieron. ¿Tenía permitido decir que era lo único que conocía? ¿Por qué las personas más jodidas éramos las que más deseábamos vivir? Sin embargo, todo lo que hacíamos nos conducía al camino contrario y no estábamos buscando la forma de impedirlo. De pronto, me encontré bajando a la chica de mi regazo impidiendo que siguiera restregándose y le murmuré una disculpa.

Me levanté tambaleándome por culpa del alcohol y caminé a través del mar de personas dando grandes zancadas. El aire frío golpeó mi rostro y la oscuridad de la noche me recibió. Me dirigí al estacionamiento como pude y no me importó que alguien me reconociera. Busqué las llaves de la pick up tanteando con mis manos los bolsillos traseros de mis jeans, y después en los de enfrente, pero terminé encontrándolas en uno de los de mi chaqueta.

Una vez que estaba sentado frente al volante, saqué la cajetilla de cigarrillos y el mechero de la guantera. Me lo coloqué entre los labios y lo prendí ahuecándolo. Le di una fuerte calada sosteniéndolo con la mano derecha mientras que con la izquierda bajaba la ventanilla girando la manija. Una vez abajo, cambié el cigarrillo de mano y encendí el carro girando la llave hacia la derecha. No tenía ni puta idea de cómo lo estaba haciendo, solo quería largarme de este lugar antes de que llegaran paparazzis y saliera en primera plana mañana. Lo que menos necesitaba era tener que despertar con Susan gritándome por teléfono como el otro día.

El pitido de un carro me trajo a la realidad y las luces delanteras me cegaron por un instante y maniobré con rapidez el volante tirando hacia la derecha. Ni si quiera me había dado cuenta de que iba en un carril de doble sentido. Aventé la colilla del cigarrillo por la ventana y, cuando pensé que el resto del camino sería tranquilo, me detuve en la línea de emergencia. Abrí la puerta para bajarme y darle la vuelta al carro.

Me incliné hacia el césped y recargué las manos sobre mis rodillas para empezar a volver todo lo que había ingerido esa noche. Las arcadas no se detenían y mis ojos lagrimeaban por la presión abdominal que estaba ejerciendo. Asqueado me enderecé como pude y elevé mi vista al cielo. No pude evitar que las lágrimas comenzaran a derramarse por mis mejillas y cerré los ojos con fuerza en un tonto intento por detenerlas. El grito que solté después de eso buscando desahogarme provocó que un dolor me desgarrara el pecho. Me estaba matando lentamente, pero ¿no era lo que nos pasaría a todos algún día? Solo estaba adelantando el proceso.

No olvides mi voz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora