35.- El veredicto del cáliz

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La mayoría de alumnos hacía tiempo que habían llegado al límite de su capacidad de ingesta de grasas y azúcar... y lo habían rebasado, para asombro de las delegaciones de Beauxbatons y Durmstrang, acostumbrados a una dieta mucho más equilibrada. Al menos en la mesa de Slytherin había platos que parecían destinados a la alimentación humana y no a la lubricación industrial. Con un hosco gesto, Krum murmuró:

– Parrecer historria kase de chokolat... Hansel y Gretel...

Las mesas estaban abarrotadas. En Hufflepuff se sentaban algunos empleados ministeriales y un par de reporteros, en Gryffindor otros colaboradores necesarios para el Torneo. Y la paciencia de adultos y alumnos estaba desvaneciéndose. Haciendo sonar su copa Dumbledore llamó la atención de todos y exclamó visiblemente entusiasmado:

– Estamos a punto de ser espectadores ¡Y algunos protagonistas! de un hecho histórico. ¡La celebración del Torneo de los Tres Magos después de su suspensión!

A un gesto de su varita, el comedor quedó sumido en danzarinas sombras provocadas por las linternas de calabazas, con las elegantes y serenas llamas azules del Cáliz de fuego iluminando con su resplandor el comedor desde su lugar de honor delante de la Mesa de profesores. Empezó a llamear, cada vez más virulentamente, las lenguas de fuego alzándose y agitándose con furia, oscilando entre el azul, el naranja y el amarillo. Albus boqueó por unos segundos y retrocedió instintivamente un par de pasos cuando las llamas (que a esas alturas ya habían pasado por todos los colores del arcoíris) se tornaron de un venenoso color verde y se desbordaron por completo, con un espeso humo negruzco y pesado que empezó a ascender de ellas.

Retumbando súbitamente como una tormenta; y haciendo que el Director tuviera que apagar a palmetadas unos cuantos conatos de incendios en mechones de barba y pelo, entre la virulenta explosión de centellas y espectaculares llamaradas sucesivas; el cáliz continuó expeliendo torrentes de aceitoso humo acre y escupiendo pedazos de pergamino churruscado en una vorágine de cenizas demasiado caliente. Filius puso un escudo protector delante de las mesas y Severus creó una forzada corriente helada para alejar el humo de los pulmones de todos, mientras procedía a la renovación de aire del comedor.

En un inusual gesto público, Evans convirtió un puñado de grajeas en enormes y multicolores hormigas que marcharon diligentes en busca de su botín de pergamino churruscado diseminados por el suelo. Con aire de resignación, Minerva transformó un plato en una bandeja para recoger los fragmentos y Pomona hizo brotar una enredadera que comenzó a cepillar con sus hojas y zarcillos los restos de ceniza.

No era lo que estaban esperando, pero al parecer el cáliz tenía sus propias ideas. Una hormiga roja y verde del tamaño de un canario trepó con presteza por la encenizada túnica y barba de Albus y con sus afiladas mandíbulas tironeó de una especialmente grande pavesa chamuscada que el anciano mago tenía enredada en la barba. Saliendo de su estupor Albus espantó a la hormiga, sacó la varita y procedió a liberar su persona de la capa de ceniza que lo cubría.

Tras tomar un buen trago de agua con aire despreocupado, ignorando el insecto de caramelo que correteaba por su túnica chascando las mandíbulas, murmuró como si nada hubiera pasado:

– Bueno queridos míos, parece que el Cáliz está un poco temperamental después de tantos años de retiro...

Con tan solo una ligera pausa, las llamas crecieron de nuevo, chisporroteando como si gotease grasa en ellas y desprendiendo un ligero humo. Viraron de color, oscilando entre el azul verdoso y un feo amarillo sucio. Entre resonar de chispas una llamarada de un particularmente feo tono verde se alzó en casi un abanico amenazante y escupió un pedazo de pergamino. Albus lo cogió al vuelo con una ostentosa floritura, esquivando las danzarinas lenguas de fuego y empezó a desdoblarlo con parsimonia y pompa, envuelto en un aire jovialmente benévolo, todas las miradas fijas en él.

Una Pareja ImposibleWhere stories live. Discover now