—¿Como?

—¡Corran! —acatando la orden del alfa, absolutamente todos, excluyéndome, dieron media vuelta para marcharse. Pero el que el número de los jinetes incrementará y estos mismos nos rodeaban, echaron a perder la huida—. ¡Quédense cerca! —terminó por decir respaldando a los tres humanos.

Trague en seco, cuando una de las balas dio directo al pecho del chico a mi derecha, su figura desapareció quedando solo escaso humo verde.

¿Se copiaron del humo de Peter Pan? Eso es insólito.

—¡Aún puedo verlos! —ante el grito de McCall di vuelta rápidamente para verlo. El que ya no tuviera el agarre con Corey me dio un escalofrío; ahora estaba marcado, el alfa verdadero estaba en riesgo de ser cazado—. ¡Liam! —llamó con preocupación al chico, cuando este mismo tecleo a un jinete tirándolo de su respectivo caballo para seguido comenzar a luchar contra el.

Otra figura desapareciendo entre humo verde, dio aviso que solo quedaba la morena.

—¡No podemos detenerlos!

—Protejan a Gwen —ordenó cambiando el color de sus ojos a los de un alfa, dando un gran rugido. Muy a mi pesar, seguí su ejemplo sacando las garras e cambiando a mis ojos azules eléctrico.

Lucharíamos si o si.

Sin tomarle importancia a nuestra tarea, Gwen se abrió camino entre el ojiazul e alfa, plantándose cara a cara con un jinete. Quien ya tenía preparada su pistola mágica, apuntándola directamente.

—¡Vamos! —le retó decidida. Que chica más suicida.

—¡No! —el grito de Scott McCall se mezclo con el retumbar de un disparo, mismo disparó que atravesó el pecho de la morena.

Desapareciéndola entre el característico humo verde.

A menos de un metro de distancia.

Frente a mis ojos.

—No tienen que seguirme a todos lados —comento la morena colocando el candado a su casillero, se dirigía a nosotras; hace pocos segundos la habíamos espantado cuando cerró su casillero. Bufé por lo bajo, solo a mi amiga se le ocurría esconderse detrás de la puerta del casillero.

   —Desde que desperté, he estado esperando que dijeras eso —confesé formando una sonrisa inocente en mi rostro—. Tengo sueño, iré a dormir en un aula —anuncié volviendo a mi expresión seria. Ni bien pude dar media vuelta cuando Hayden envolvió una de sus manos en mi muñeca, echando a perder mi huida,

   —¿Ella siempre es así de honesta? —sin disimulo alguno me señaló con la mirada—. Me cae bien.

—¡No! —el grito despavorido, incluso dolido, del alfa siguió retumbando en mis tímpanos. Quite mi mirada del sitio donde antes estaba Gwen, dirigiéndola a nuestro alrededor; los jinetes se habían marchado sin dejar rastro una vez que terminaron con el trabajo.

   —Si te hace sentir mejor, intentaré protegerla en el campo.

Ojalá eso nunca hubiera salido de mis labios.





Aunque no haya alcanzado a luchar me sentía agotada, física, hasta se podría decir que mentalmente. El uniforme mojado de lacrosse pegado a mi cuerpo, me incomodaba, ni que decir del cabello; no dejaba de soltar gotas de agua aunque lo escurrí entre manos varias veces.

Luego de lo anterior en el campo; absolutamente todo me molestaba.

—Se llevaron a todos los del bunquer —nos aviso Scott acercándose, después de cortar la llamada con su madre. Causando que detuviéramos nuestro andar a medio pasillo.

—¿A todos? ¿Como? —inquirió el moreno a mi costado izquierdo, entre sus manos cargaba mi casco. Mientras que su pareja tenía mi palo de lacrosse, se habían ofrecido a llevarlos voluntariamente con tan solo ver una expresión de molestia en mi rostro.

—Eso no importa —le corto el ojiazul con desgano, apoyado en el hombro de Hayden.

—Malia está en el hospital, Argent está herido, mi mamá está con ellos —explicó con brevemente dirigiendo su mirada a mi persona—. ¿Vienes?

Pasee mi mirada azulada con rapidez entre los chicos, para seguido negar con la cabeza. No los dejaría viéndolos tan desanimados, bueno, a Liam si pero los demás no.

—Malia sanara rápido, me quedo con Corey —respondí antes de soltar un sonoro suspiro, el alfa asintió antes de dar media vuelta para marcharse.

—Scott —el llamado de Liam lo hizo detenerse e girarse a nosotros, el ojiazul se había alejado de su novia dando unos pasos hacia el castaño.

—No es tu culpa —fue lo primero que dijo acompañado de una mirada compresiva, era como si le hubiera leído la mente—. Es mía, debimos hacer ambas cosas, defender el bunquer y usar un pararrayos —hizo una pausa—. Tal vez lo hubiéramos logrado.

Y sin más preámbulos se alejó.

Tal vez.

Un tal vez no existía.

No lo hubiéramos logrado.

Que pesimista soy.

—Dios, quiero asesinar algo —murmure ladeando la cabeza, logrando que una parte de mi cuello tronara—. Es broma, es broma —justifique ante la mirada sorprendida que me dedico el moreno, Corey solo negó levemente con una sonrisa de lado; el se había acostumbrado muy bien a mi humor—. Bueno, iré a ducharme.

—Guardare tu equipo en mi casillero, te buscaré en diez minutos —comentó mi mejor amigo.

—Gracias —agradecí palmeando su hombro levemente—. Por cierto, felicidades Dunbar —el mencionado volteo un poco su cabeza con una expresión de confusión en el rostro—. ¡Nos vemos luego, Bobby! —me despedí sabiendo que se encontraba al otro lado de la puerta a nuestra derecha, sin dar más explicaciones retorne el camino hacia los vestidores femeninos.

Lugar donde me derrumbe apenas ingrese y cerré la puerta.

El único lado bueno de esto; era que Gwen se reunió con su hermana en un lugar desconocido.

𝗧𝗵𝗲 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 𝗼𝗳 𝗽𝗲𝘁𝗲𝗿 |TEEN WOLF Where stories live. Discover now