Capítulo Dieciocho

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»Creo que el camino de la rectitud y la moral están disponibles para todos, incluso para personas como ustedes. Solo deben ser instruidos correctamente.

Me pasee alrededor de la habitación mientras el maestro continuaba su explicación, hablaba de sus planes como si fuera un profeta a punto de salvarnos, cuando en realidad solo era un vil homicida. Sin embargo, estábamos bajo su control, así que necesitaba toda la información que pudiera darme.

-Si no quieres asesinarnos, entonces podemos irnos ¿no?

-Por supuesto -Escuché suspiros de alivio detrás de mi-, en cuanto aprueben todas sus lecciones. -carcajeó-. En cada clase tendrán un objetivo que superar, al explicar su clase les revelare la lección que deben aprender y les ayudara a salir con vida de su clase, por lo que les recomiendo que presten mucha atención.

»Son doce clases en total, si las aprueban podrán irse con el nuevo conocimiento que adquieran en este lugar. A partir de ahora, este complejo será nuestro salon de clases, pero ningún salon esta completo sin reglas ¿Cierto?

»Regla numero uno, nadie es inocente -Continuó-. Considero la hipocresía irritante, así que eviten victimizarse. Saben que merecen esto y más. No voy a mentir, pasaran por cosas que no van a gustarles a ninguno de ustedes, así es la disciplina. Las clases son para aprender, nada de lamentos y lloriqueos.

Su tono de voz era mucho más hostil que antes, las reglas eran importantes para el maestro. No era una opción incumplir a sus demandas, por fortuna la primera regla no era difícil de cumplir.

Sin quejarme, entendido maestro.

»Regla número dos, las mentiras son causa para reprobar. Los conozco muy bien, si alguno me miente lo sabré y será visto como una falta grave. Soy poco tolerante a las faltas, así que créanme cuando les digo que es mejor que las eviten -El humor desapareció de su voz volviéndose fría y dura-. Además un poco de verdad no hace daño, lo que nos lleva a nuestra regla final.

»Regla número tres, La verdad es recompensada. Con el fin de que aprendan, las lecciones serán muy duras. Algunos quizás no las resistan, pero pueden ser detenidas por un simple acto, la verdad. Si confiesan un secreto interesante pueden ser exonerados de la clase.

Maldita sea-pensé

No había nada en el mundo que nos hiciera admitir las cosas de nuestro pasado. Conocía mi clase y lo peor de todo, es que quien estuviera detrás de todo esto, también.

»Como verán las reglas son básicas, recomiendo que las memoricen y las sigan si quieren sobrevivir.

-De acuerdo -intervine-. ¿Cuándo comenzamos la siguiente clase?

Al terminar, la mayoría comenzó a protestar, el maestro solo se limitó a suspirar fascinado.

-Siempre tan entusiasta, Grecia. Eso siempre me ha gustado de ti, es una pena que tenga que enseñarte de esta manera. Tanta inteligencia, pero eres igual de cruel que el resto.

-¿No tienes una clase para impartir? -Torcí los ojos en fastidio

Mi comentario logro dejarlo mudo unos minutos. No estaba demostrando miedo y eso no le gustaba. No obstante, sabía que debía ir con cuidado; el maestro ya era bastante peligroso calmado y en control, solo Dios sabe que sería capaz cuando pierda los estribos.

La pequeña puerta se abrió por sí sola revelando un estrecho pasillo.

-Para comenzar su siguiente clase deben cruzar esa puerta. Cuando lleguen al final del pasillo les explicare su lección. Esta vez tienen la opción de quedarse en esta habitación pero una vez que se cierre esa puerta no se abrirá de nuevo.

ClassroomWhere stories live. Discover now