48.- Harry Potter (James Potter)

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- ¿¡Me estás diciendo que no puedo asistir al funeral de mis padres!?

El grito salió desde mi garganta con aún más fuerza de lo que tenía pensado. Dumbledore estaba frente a mí, mirándome con esa calma que lo caracteriza pero que muchas veces supera mi corta paciencia. 

Había pasado la última hora alistándome y preparándome psicologicamente para asumir que debía ir al funeral de mis padres, ya que ellos habían fallecido hace un día por causa de la viruela de dragón, cuando Dumbledore apareció en mi puerta con una tenida morada que incluía como siempre sus lentes media luna.

- Están muy expuestos, James. Sabes que debemos protegerlos. He enviado espías a ver el lugar y está rodeado de posibles atacantes.

- Iré de todas formas.

Claramente mi rabia necesitaba más explicaciones que un par de posibles atacantes para hacerle caso a Dumbledore. 

- ¿En serio crees que es prudente exponer a Lily y al bebé por esta situación?

- Puedo ir solo. - Aclaré - Ellos se pueden quedar aquí bajo todas tus medidas de seguridad.

- ¿Albus? - Lily asomó la cabeza desde la cocina.

Cerré los ojos un momento, si Lily entraba a la discusión, yo saldría perdiendo sin lugar a dudas.

- ¡Señora Potter! - Exclamó Dumbledore con alegría - ¡Mire como ha crecido ese bebé!

Lily sonrió, relajándose y se acercó a nosotros con su gran vientre de más de ocho meses.

- Hace más de un mes que no sabíamos de usted, profesor - Mi esposa le hizo un ademán para que caminaran juntos a nuestro comedor. Yo había olvidado mi cordialidad por completo y tenía al profesor de pié junto al umbral de nuestra casa. Si, ya no vivíamos en el cuartel.

Hace cerca de dos meses que con Lily habíamos dejado el cuartel de la Orden del Fenix para vivir en el Valle Godric, bajo un millón de conjuros de protección. Alice y Frank también vivían en una guarida secreta. 

Muchas cosas habían cambiado desde que nos enteramos de la profecía y aún más luego de aquel último gran enfrentamiento que tuvimos con los Mortífagos, donde habíamos perdido, entre otros miembros, a Rose, Ayra y Sirius. De éstos dos últimos habíamos perdido toda pista desde el incidente, no teníamos cadáveres pero tampoco pruebas de que siguieran vivos y de eso ya hace dos meses de su desaparición.  Remus a penas y seguía en la orden, era muy difícil seguirle la pista después de lo que había sucedido con Rose. La orden del fenix estaba reducida a su máxima expresión. De los cuatro merodeadores, presentes quedábamos sólo Peter y yo.

Pero a pesar de todo, el plan debía seguir: proteger a los dos posibles elegidos según la profecía. Por lo que nuestra vida estos últimos meses consistía básicamente en escondernos. No podíamos participar en nada ni tampoco enterarnos de casi nada, ya que Lily y Alice estaban en la última face de su embarazo y cualquier alteración podía ser perjudicial. 

Lo poco que sabíamos de la Orden y los alrededores era por Peter y por nuestra nueva amiga y vecina, Bathilda Bagshot.  Ella era una bruja de avanzada edad, soltera y a la que le encantaba chismear sobre la vida de Dumbledore. Lo que si, la ancianita era de total confianza. Bathilda y Lily se habían vuelto muy cercanas desde que comenzamos a vivir en el Valle Godric. El único familiar vivo que tenía era un sobrino lejano, que según ella era el gran mago oscuro Grindelwald, sí, el mismo contra quien peleó Dumbledore en la pelea mágica más grande de la historia hasta ahora. La verdad es que Lily disfrutaba mucho de sus historias.

- Puede que no haya venido a verlos, pero sepan que siempre estoy rondando los alrededores de aquí y de la guarida de los Longbottom. - Dumbledore se sentó en nuestra sala de estar e hizo aparecer un té de limón en sus manos - Disculpa mi atrevimiento, Lily, pero no quería hacerte caminar hasta la cocina. 

MERODEADORES: Historias de amor y guerra.Where stories live. Discover now