28.- Invasión. (Sirius Black)

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¡Chicas! Llegamos y superamos las 10mil lecturas, así que al termino de este capítulo les dejo una sorpresa en las notas de autora!
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En simples palabras: me encanta verla enfadada.

Su mirada fija, firme y desafiante me vuelve completamente loco. Así que eso es un pequeño plus en nuestra relación. ¿Relación? Si, algo así como una relación. Aunque no sea algo formal, ya que yo jamás llegué a su puerta con un ramo de rosas a pedirle noviazgo, estábamos juntos de todas formas... y era maravilloso. No se sentía como pensé alguna vez; en ningún momento me sentí atado, ni presionado a nada... lo nuestro era un amor libre. Aunque el talón de Aquiles de aquel equilibrio eran mis celos... aún me costaba controlarme con eso... pero es que la quiero solo para mí. ¿Con qué derecho Paris se acercaba a hablarle? Todo Hogwarts sabía que Ayra era mía y no tengo la menor intención de compartirla con nadie.

- Eres imposible... ¿Cómo voy a enfadarme contigo así? - Me sonrió con sus mejillas encendidas, mientras volvía a atacar mis labios.

- Es que soy un encanto. Nadie puede enfadarse conmigo - Le hice un guiño con un ojo y ella me mordió el mentón - Ouch.

- Acabas de hacer que perdamos una de las últimas clases de pociones - Se sentó sobre una mesa.

Luego de lograr quitarle el enfado, la había "secuestrado" hacia un salón vacío, donde se dictaba Aritmancia de vez en cuando.

- Luego le preguntamos a Moony qué hubo de importante - Me acerqué a ella, tomándola de la cintura y capturando sus labios una vez más.

- Ya, basta... - Rió, separándose un poco - No quiero que venga alguien y nos castiguen. No voy a pasar el último mes de clases en detención por tu culpa, Black.

- Oh, vamos Ayra... un poco más - La miré fijamente, mientras ella se mordía un labio dudosa y jugaba con los mechones de mi frente.

Esta chica era todo lo que necesitaba en mi vida para completarla ¿Cómo me había costado tanto asumir lo que sentía?

Sujetó mis mejillas con ambas manos y me acercó a ella para besar mis labios pausadamente. Cada roce se sentía espectacular. Sus labios, sus manos, todo.

- ¡TODOS A LAS SALAS COMUNES DE SUS RESPECTIVAS CASAS!

El grito alarmado de Mcgonagall nos alertó.

- ¿Y eso? - Ayra me miró preocupada y yo me encogí de hombros

- Seguramente alguien hizo un río de lodo, o musgo... no se - Me acomodé acariciando sus caderas y besé su hombro - ¿En qué estábamos?

Sonrió y pasó los brazos por mi cuello, apegándome más a ella con sus piernas mientras yo recorría la piel de su cuello con mis besos.

- ¡Revise cada Salón, Sr. Filch! - Volvió a alzarse la voz de la profesora y bufé, separándome de Ayra - Ningún estudiante puede estar afuera... ¡Inmediatamente! ¡Por Merlín como pudo suceder esto!

Con un último beso, caminé a la puerta de mal humor y puse mi oído contra ella. Pasos apresurados y murmullos de confusión era todo lo que escuchaba, junto con algún grito de un prefecto.

-¿Se escucha algo? - Ayra me abrazó por la espalda, apoyando su frente entre mis omóplatos.

- ¡GRYFFINDOR, SIGANME! - Dijo la voz de Remus.

- Escucho a Moony - Le susurré.

Remus y Lily habían vuelto a ser prefectos una vez que se levantó el castigo, pero no escuché la voz de la pelirroja.

MERODEADORES: Historias de amor y guerra.Where stories live. Discover now