45.- Profecía. (Sirius Black)

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Terminé de pasar todos los productos por una caja de un supermercado Muggle al que había querido ir con Ayra. Nos habían enviado por una emergencia que terminó en solo una alerta falsa, por lo que aprovechamos el momento para caminar un poco hasta que encontramos una tienda donde vendían exclusivamente ropa y artículos para bebé.

- Seré el padrino, debo regalarle cosas – Me defendí cuando Ayra me dijo que estaba exagerando.

- Deja que James le pueda regalar algo – Rió.

- Bah, él es el papá... ya hizo suficiente con crearlo – Extendí un fardo de billetes muggles y la chica "cajera" me miró confundida – Quédese con el cambio – Agregué rápidamente y la joven asintió sonriente.

- Le has dado casi su sueldo entero de propina – Susurró Ayra en mi oído.

- Es que soy generoso – Le rebatí riendo mientras salíamos del lugar llenos de bolsas.

- Sabes... aunque le compres y le compres cosas, Lily no va a dejar que elijas el nombre. Ya te lo ha dejado claro.

- Eso vamos a verlo. Además soy el padrino, tengo derechos. ¿Qué mejor que tener un Sirius Jr.?

- ¿De verdad? Falta de originalidad, Black.

- Es que Sirius es un nombre perfecto. Además James quiere ponerle James. Así que estoy votado porque se llame Sirius James o viceversa en el peor de los casos – La tomé de la mano con dificultad por la gran cantidad de bolsas - ¿Nos aparecemos en el cuartel?

Ayra asintió y visualizando mentalmente el cuartel, desaparecimos de aquella calle muggle.

- Una profecía – Cuando nos aparecimos escuchamos hablar a Dumbledore con Edgard Bones, uno de los miembros de la Orden del Fenix que menos veíamos, ya que casi siempre estaba en misiones de terreno. - ¡Señorita Sparks! – El Director se puso de pié y se acercó a nosotros con los brazos abiertos – La necesito en mi despacho de inmediato; buenos días señor Black – Nos sonrió cordial.

Ayra dejó las bolsas en el piso y con un beso en mi mejilla siguió a Dumbledore.

Con un movimiento de mi varita hice levitar todas las bolsas y subí hacia la habitación de Lily.

- ¡Señora Potter! – Exclamé con entusiasmo mientras la pelirroja se revolvía en las sabanas, aún adormilada.

- ¿Qué sucede, Sirius? – Habló somnolienta, sentándose y arreglándose el cabello.

- ¡Traje regalos para el mini Merodeador! – Me senté a los pies de la cama y acomodé todas las bolsas al alcance de Lily – Hay una ropa de lo mejor ¡Hasta una chaqueta de cuero que mide apenas unos 20 centímetros! Así podré salir con él en mi moto.

Lily frunció el ceño, probablemente imaginando la situación y regañándome mentalmente mientras abría los regalos.

- Tú no tienes moto.

- Ayra no quiere que la compre porque piensa que voy a matarme... pero lo que no sabe es que me la obsequié de mí para mí, en navidad.

- ¿Llevas meses con una moto y no le has dicho?

- Esa chica es más difícil de convencer de lo que crees. Pero eso no importa ahora ¿Te gustaron los regalos?

- No es necesario tanto obsequio, Sirius... - Comentó observando las cosas mientras las abría – Todo es para niño... ¿Qué pasa si en vez de tener un ahijado, tienes una ahijada?

- No, será niño – Afirmé – Mira esto – Mostrándole una polera que traía como dibujo en el pecho a un perro – Así será como su tío Sirius. He considerado abiertamente que si se transforma en animago, debería ser un perro... así podríamos salir a explorar – Sonreí ampliamente y Lily negó riendo.

MERODEADORES: Historias de amor y guerra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora