62.Ojos verdes

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Esta historia está inspirada en "Ojos verdes" de Gustavo Adolfo Bécquer. Vale la pena que lo lean, es una gran historia.

Como verán, también me tome el atrevimiento de usar el mismo título.

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                                                                                                        I    

Cuenta una leyenda que hace muchos años, en los tiempos de castillos y caballeros, existía un rey amado y respetado por su pueblo llamado Estoico el Basto. Era conocido por su fuerza y su valentía. Siempre protegiendo a su pueblo, siempre al servicio de su gente.

Él tuvo un hijo, le llamo Hipo, era su orgullo. No solo era un niño curioso, si no que también estaba lleno de sueños y mostraba una gran inteligencia para su edad. 

El pueblo prosperaba y los reinos vecinos respetaban al rey, por lo que nunca desearon atacar aquel prospero lugar.

Tiempo después, cuando el el niño se volvió joven, y ya había forjado su propia fama en disputas y cazas, y había honrado a su casa luchando hombro a hombro con sus aliados, una historia contada por el escudero de su padre le llamo la atención. La historia de un espíritu que, según relatos, resguardaba el bosque, a los pies de las montañas, donde el río se perdía.

El joven, tan curioso como cuando era infante, y reacio a creer en cuentos de hadas, burlándose del miedo que los soldados y pueblerinos mostraban al hablar de aquel espectro decidió realizar una exploración con el fin de terminar de una vez por todas con aquella ridiculez.    

Solicito permiso a su padre para dirigir una comitiva hasta aquel bosque, inexplorado por tanto años. Al principio su padre le negó su petición, intimidado por las historias contadas por sus soldados y su pueblo, temeroso de que fueran reales y su hijo fuera perdido en aquella exploración sin sentido. Fue entonces que el joven, haciendo uso de su inteligencia y su hábil lengua, convenció a su padre de las riquezas que posiblemente se hallaban ocultas en las profundidades del espeso bosque, y de lo beneficioso que sería para el reino tener recursos extras. Agrego que no estaría solo, que varios soldados lo acompañarían y que si ocurría cualquier cosa de inmediato de marcharían.

Finalmente el rey acepto, poniendo como lapso para su regreso cinco días.

Finalmente llego el día de la partida. Una comitiva de diez soldados partieron acompañando al joven príncipe. 

Desde la entrada del castillo el rey miraba a su hijo partir.  

                                                                                                  II

A lo largo del viaje las personas que se llegaron a encontrar se sorprendían cuando se les informaba sobre la expedición que harían. Más de un anciano les dio su bendición y más de una madre tomo a su hijo en brazos en gesto protector. 

Fue un día y medio lo que le tomo al grupo llegar hasta la entrada del bosque. El día era claro, las aves surcaban el cielo, el cielo estaba despejado. No había nada que indicara que algo saldría mal, no había ni una señal de que fuera peligroso. Y sin embargo había algo estrujando el corazón de los guerreros. Incluso el príncipe tenía el impulso de dar la vuelta y cabalgar lejos de ese sitio.

Era como si el bosque no los quisiera ahí.

-Señores, no hay porque temer. Es solo un bosque- Y sin embargo, parecía más preocupado en convencerse a sí mismo que al resto de soldados. 

Historias de un amorWhere stories live. Discover now