49.Pecado

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Ambos cuerpos encajan a la perfección, son como piezas de un rompecabezas; son perfectos juntos.

Los gemidos no han parado en toda la noche; sus oídos ya se han acostumbrado a los suspiros, y los gritos ya no les preocupan para nada. La cama ya no les hes suficiente, las veces que estuvieron a punto de caerse lo corroboran. El tiempo ya no es un impedimento para ellos; ya no hay presión o límites en la duración de su éxtasis pasional. Tienen toda la noche, la mañana ya no será el dedo acusador que los separé.

Si, es verdad, dentro de dos noches mas todo volverá a como era antes. Correr, llorar, desesperarse por tener al otro en sus brazos, irritarse por tener que besar a otros, por declarar un "Te amo" tan hipócrita que en ocasiones ni siquiera se preocupan por demostrarlo.

Mentirosos. Hipócritas. Pecadores.

Podrían describirlos de muchas maneras, podrían ofenderlos cuanto quisieran, mirarlos con desprecio o con admiración. A ellos no les importaba.

La cruz encima de la cama finalmente cedió cayendo al suelo. La verdad es que se había tardado demasiado, los golpes de la cama contra la pared podría haber derribado el muro, pero tal parecía que todo estaba a su favor esa noche.

Ambos cuerpos se lastimaban en su pasión desmedida. Marcas de desgarrador amor quedaban grabadas fuego en sus cuerpos. Rasguños, mordidas; sangre y marcas moradas. Son animales.

Finalmente ambos amantes caen agotados; agotados de todas la maneras posibles en las que se puede estar. La culpa amenaza con romper el cálido abrazo que los une, pero un beso, solo un beso les es suficiente para protegerse de tan desagradable sensación.

El sueño comienza a hacer acto de presencia, y sin ninguna preocupación, sin ninguna prisa, sin ningún miedo ambos de dejan desfallecer en los brazos del otro. Tal ves mas tarde puedan repetir lo que han hecho durante toda la noche, pero por ahora necesitan descansar.

Él ya se ha dormido. Ella llora una amarga lágrima.

Esto esta mal, pero no puede evitarlo; lo necesita, lo ama, lo desea. Posiblemente este condenada por hacer lo que hace. Ambos están condenados. No les importa, se aman, y con eso les basta.

Llora, si, pero es por la mera idea de que su amor sea puramente clandestino, un terrible pecado para los demás, y un castigo para ella. Es una burla de la vida. Creyó haber encontrado al amor y se entregó a él ciegamente; cuando el verdadero amor llego, ella ya era de otro. Lo mismo con él.

Llora por que sabe que lo suyo no es mas que un chiste.

Él la abraza. Llora con ella.

Pecadores, si, pero que mas da si están  juntos. El infierno vale este cielo.

Hadoock y Hofferson; suenen como dos vidas que deben unirse, paguen el precio que paguen.    

Historias de un amorWhere stories live. Discover now