Historias de un amor

53. Etapas III

El joven futuro padre se quito las gafas de lectura que tenía puestas y se apretó ligeramente el puente de la nariz; estaba cansado, realmente cansado. Los documentos, papeles y proyectos estaban acumulados en su escritorio, estorbando la fluidez de su trabajo.

-Jefe, el señor Ford lo espera en la sala de juntas.

-Dile que ahora no puedo.

-Dice que es importante. Tiene que ver con lo ocurrido en las instalaciones en Grecia. 

Él se cubrió el rostro con las manos y suspiro pesadamente. Cómo si no tuviera ya suficiente trabajo...

-Dile que enseguida voy.

-Si señor.

Volvió a suspirar y busco dentro del revoltijo de papeles los documentos que presentaban los daños ocurridos en sus lejanas instalaciones. Esto le era bastante ... incomodo, sobre todo por que fue él mismo quien aseguro ante sus superiores que aquel lugar sería una excelente localización para una nueva sucursal.

Se levanto de su cómodo asiento y se dirigió a la sala de juntas. Esto iba a ser realmente difícil. 

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La cabeza le pulsaba, y el ruido de los claxon y la luz de los autos solo intesificaban su malestar.  

Una hora. ¡¡¡¡¡UNA HORA!!!!! Llevaba una maldita hora atascado en el tráfico. Un recorrido que le tomaba media hora, ahora le tomaría casi dos horas en hacer. Tan solo quería llegar a casa y meterse a la cama para no levantarse en dos semanas.

El semáforo finalmente se puso en verde y avanzo. Dio la vuelta en la calle para tomar un atajo y en eso sintió un fuerte golpe  en la parte de atrás e su auto. Genial.

Marco a casa, para avisar que llegaría mucho mas tarde de lo esperado. MUCHO mas tarde.

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Prácticamente se arrastro hasta la puerta y se metió, dirigiéndose directamente a su habitación. Se dejo caer a su, ahora, santificada cama y no pasaron ni dos segundos cuando todo a su alrededor dejo de importar y lo único que había eran plumas suaves y esponjosas nubes a su alrededor.

-Hipo

-...

-Se mueve                            

El sueño desapareció por completo y su cuerpo se puso de inmediato en pie. 

Una sonrisa se encontraba en su rostro cuando puso u mano en el, para nada plano, vientres de su esposa y sintió a su pequeño hijo moverse en este.

Realmente este era un gran día.

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Lamento mucho no haber actualizado, pero no me fue posible. En fin, espero que no haya estado tan malo.