17.Presente

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Vío, con lagrimas en los ojos, como el gran Estoico el Vasto lloraba con el pequeño cuerpo de su hijo en brazos. Suplicaba mentalmente a los dioses para que no se lo llevaran, pero no pudo resistir el impulso de gritar cuando escucho el horrible u fuerte lamento del jefe de la tribu y Bocón agacho la vista y negaba con la cabeza y llorando por su aprendiz fallecido.

Así es, el chico debil y torpe de quien todos se burlaban e incluso de quien su padre nego, Hipo había salvado a Berck pero a cambio tuvo que pagar un precio demasiado alto. Lo pago con su vida.

El funeral se efectuo al dia siguiente. Toda la aldea estuvo precente, todos lamentaban la perdida de tan singular vikingo, todos lo apreciaban ahora que habia muerto salvandoles la vida.

En todos se reflejaba la tristeza y el arrepentimiento pero Astrid sabia que entre todos esos rostros solo tres sufrian igual o mas que ella. Porque la verdad, mientras mas conocio a ese chico y paso tiempo con él supo algo: su vida no volvería a ser igual.

Intento ocultar una traviesa lagrima que resbalo por su mejilla hasta caer por su barbilla.

Lo extrañaba, en verdad lo extrañaba. Cada mañana al despertar lo primero en lo que pensaba era en él, cada vez que alimentaba a Tormenta y a un desanimado Chimuelo, cada vez que salia a la aldea y veía todo lo que había cambiado en dos años, y al acostarse él ocupaba sus ultimos pensamientos e incluso, en ocaciones, sus sueños.

Había intentado olvidarlo, Odín sabe que si, pero simplemente no pudo. Entonces se conformo con vivir con su recuerdo y su propia culpa.

Diez años habían pasado tan rapido que ella casi no se dio cuenta. Ahora ya tenia veinticinco años y las cosas en Berck ahora eran completamente distintas. Estoico había muerto apenas hace un año dejando al frente de pa tribu a Patan que para sorpresa de todos eligio a Bocon como consejero y casi siempre le hacia caso por lo que Berck no tenia mucho problemas. Los dragones ahora eran un parte importante para la isla y ya todos se habían acostumbrado a su presencia. Chimuelo, al igual que Estoico, había muerto en el ataque de una tribu enemiga y Astrid mentiria si dijera que no resintio su perdida.

Pero el tiempo pasa y ahora con veintiocho años de edad la vikinga combate ferosmente por proteger a su pueblo y a su gente de un poderoso enemigo. Mientras pelea puede observar como uno de sus atacantes toma a un niño del cuello preparado para asesinarlo. Justo cuando la espada lo atravesara Astrid llega y consigue desviar el ataque con su hacha.

El hombre suelta al pequeño y ambos guerreros se enfrascan en una batalla. Él ataca y ella rechaza y biseversa. Ella consigue hacer un corte profundo en el brazo de su contrincante, pero a cambio el le lastima la pierna. En uno de sus ataques el consigue herirla en en abdomen y de una patada la tira y se posiciona para matarla, se escucha el ruido del metal atravesando la carne y el ultimo gemido con el que se le escapa la vida. El cuerpo cae al suelo y forma a su alrededor un charco de sangre.

Astrid observa por un aegundo el cuerpo tirado a su lado mientras escucha la voz de Brutilda llamarle. Todo comienza a tornarse borroso y posteriormente oscuro hasta que ya no escucha nada, ni siente, ni respira, ni vive.

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Astrid se levanta bruscamente de la cama, notando sudor en su cuerpo y rastros de humedad desde sus ojos hasta sus mejillas.
Llora, mientras siente como unos brazos la rodean y le dicen palabras confortantes en el oido.
Gira el rostro hasta quedar frente a frente con su compañero y sin poderlo evitar se pierde en el verde de sus ojos y tiene pa necesidad de sentir sus labios y la calido aliento, asi que sin rodeos lo besa y él le responde el beso.

Se separan por la falta de aire y se observan por unos segundos hasta que él decide romper el silencio.

-Estas mejor?-Dice con tono preocupado. Ella solo asiente-Quieres hablar?-Ella niega con la cabeza e Hipo la atrae a su pecho para acunarla.

Despues de unos minutos Astrid se separa de su cuerpo y con los ojos aguados lo mira.

-Prometeme que jamas me dejaras sola

Hipo la mira unos segundos, algo sorprendido pues ella casi nunca se comporta así, pero finalmente la toma del menton y la mira directo a los ojos.

-Jamas te dejare Astrid. Ni a ti ni a mi hijo. Lo prometo.

Y mientras dice esto coloca una mano en el abultado vientre de pa chica. Y ella le cree porque sabe que Hipo jamas rompe una promesa y menos a ella, y porque sabe que ellos (o ellas) son tan importantes para él como este lo es para ella.

Despues de todo aquello fue solo una pesadilla y este, el de una familia, es su presente y realidad.

Historias de un amorWhere stories live. Discover now