1.Volverme a querer(Editado)

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Hipo nunca fue un chico que hiciera cualquier cosa por una chica, pero por ella seria capaz de todo. Incluso humillarse y parecer un loco acosador, todo con tal de recuperarla. Es verdad que en algún momento ella fue suya, pero por un maldito error, por una mala decisión, la había perdido.

Ahora se preparaba para ir a una fiesta y volver a intentar hablar con ella. No es que ella no le hablara, es solo que cuando él intentaba sacar el tema ella simplemente no se lo permitía y le dejaba en claro que solo quería que fuesen amigos. Pero Hipo no se lo tragaba, él sabía que aunque lo negara, aún lo quería e iba a luchar porque todo fuera como antes.

Una vez que estuvo listo se fue. Cuando llegó saludo a sus amigos y la buscó con la mirada. Patapez, su mejor amigo, lo observó y al descifrar lo que buscaba le informó que ella aún no había llegado. Él le agradeció y decidió estar un rato con sus amigos.

Pasaron unos 20 minutos y finalmente ella apareció con sus amigas, pero eso a él no le molesto, lo que causo su repentino enojo fue el nuevo acompañante que caminaba a su lado.

Cuando se acercaron a saludarlos le devolvió el saludo, sí, pero no por eso dejo de verlo con cierta molestia que logro disimular.

—Eret, ellos son mis amigos Patán, Patapez, Brutilda, Brutacio, y Heather, a quien ya conoces. Chicos él es Eret mi.....

—Saben que, tengo que salir a la tienda por algo, ¿Alguien me acompaña? Heather acompáñame.

Y sin esperar respuesta la tomo de la mano y la llevó fuera de la casa. Detrás de él, unos molestos ojos azules le seguían.

Ya una vez fuera la arrastro entre protestas hasta detrás de un árbol.

—Heather, ¿Quien es él? ¿Ella te digo algo? ¿Desde cuando se conocen? ¿Están juntos? ¿Por qué lo trajo? ¿Tienen algo? ¿Solo son amigos o.....

—Hipo primero cálmate ¿Si? No se que relación tengan, no le pregunté.

Hipo se tallo la cara con ambas manos y respiro hondo para calmarse.

—Vamos a entrar y tú le vas a preguntar que son, ¿De acuerdo?

—En realidad-

—¿¡DE ACUERDO!?

—...¡BIEN!

Ambos entraron y la buscaron. Cuando los encontraron Hipo sintió que su corazón se detenía. El chico, Eret, abrazaba y besaba a alguien, a ella, a Astrid. Sin darse cuenta ya había caminado hasta ellos y lo jaló lejos de ella mientras le propinaba un puñetazo que hizo titubear al chico.

—¡No te atrevas a tocarla! ¡¿ENTENDIDO?! ¡¡NO VUELVAS A TOCARLA!!

—¡HIPO! ¡¿Qué demonios te suce... —Pero no pudo terminar su oración. Hipo la había tomado de los hombros y le plantó un fuerte y brusco beso. Aturdida, no reaccionó por unos segundos y luego, al darse cuenta de lo que ocurría, lo empujó lejos de ella, llena de ira.

—¿¡ESTÁS LOCO!? ¡No puedes llegar así como si nada, golpear a mi amigo y besarme a la fuerza!

—¡Astrid, lo lamento! ¿Sí? —Finalmente estaba desesperado—¡Lamento haberte hecho daño! ¡Lamento no haberte escuchado! ¡Me equivoqué! 

La rubia lo miraba impresionada. Su estomago era un revoltijo de sensaciones y emociones. No le importaba que prácticamente todos los invitados los observaran o que incluso hubieran apagado la música, solo quería hacer dos cosas en ese momento: golpear y besar a Hipo tanto como fuera posible, pero realmente no se decidía por ninguna de las dos.

—Lamento todo lo que hice, lo lamento todos los días y... y entenderé si no quieres darme otra oportunidad... —Le tomo las manos con firme delicadeza —Pero, si me la das, te prometo que pasaré cada día intentando enmendarme.

Todos miraba expectantes. Incluso Eret miraba todo con gran atención. Para sorpresa de todos los presentes, Astrid comenzó a golpear y patear a Hipo mientra él intentaba cubrirse con sus brazos de ataque.

—¡¡Eres un idiota Hipo!! ¡¡Eres..un..estúpido idiota!! —Lentamente detuvo su ataque, débil por el esfuerzo y los conflictivos sentimientos en su pecho —Te odio —Esto último lo dijo en un susurro roto que sólo Hipo pudo escuchar.

—Lo  sé. Yo también me odio. —Lentamente, dándole tiempo para apartarse si así lo quería, Hipo se acercó a la rubia y la rodeo con sus brazos. —¿Me perdonas?

Como respuesta, suaves labios rosas lo besaron, y, aunque ninguno de los dos prestó atención a su alrededor, los chiflidos y aplausos que estallaron en la habitación eran un bueno reflejo del furor que había dentro de ellos.  

—Menos mal—Se quejó Eret detrás de ellos. Su mano sobando su mentón. —Uno más y te habrías roto la mano.

Todos lo vieron confundido excepto Astrid y Heather.

—¿Cómo que menos mal? ¿Tú no ...? Tú ...

—Él es mi primo. —Heather intervino, mirándolos como si eso lo dejara todo claro. No lo hacía, y cuando se dio cuenta rodó los ojos, exasperada. Astrid río por ello. —Astrid y yo le pedimos ayuda para... darte un pequeño empujón. Ellos no están juntos, a él ni siquiera le gustan las mujeres.

—Es cierto, no me gustan. Soy más de ... recibir que dar, si es que me entiendes.

Si los ojos de Hipo se hubieran abierto mas de lo que ya estaban, seguramente se le hubieran salido de sus cuecas.

—Espera, entonces... —Su cerebro, que solía ser bastante brillante, tardó más de lo que admitiría en procesar esas palabras y aún más en entender lo que eso implicaba. Cuando lo hizo, miró completamente sorprendido a una rubia que lucía divertida y ligeramente avergonzada. 

—No me mires así. Heather me obligó.

La pelinegra simplemente se encogió de hombros sin darle importancia. —¿Qué te digo?

Astrid tomó el brazo de su aún aturdido novio y lo guió hasta uno de los sillones desocupados. —Eret nos invitó a una fiesta en la casa de su Sugar, será el próximo viernes. Resulta que Drago, así se llama, le prestó su casa y...

Hipo podría jurar que la voz de su novia jamás perdió la diversión y casi podía sentir su sádica sonrisa burlona. Estaba seguro, ella se aseguraría de nivelar el terreno, pero, mientras escuchaba a la rubia hablar, llegó a la conclusión de que no le importaba.

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Como anuncie en mi perfil, voy a corregir mis faltas de ortografía y haré algunas modificaciones menores a este compendio. Intentaré mantener el espíritu original de mis historias (que, aunque no todas las que he releído me convencen, creo que son importantes para medir mi evolución como escritora).

En fin, gracias por todo y nos leemos después. 

M.L.

Historias de un amorOnde histórias criam vida. Descubra agora