Mente fría

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Narra Nacho

-Estoy seguro de que mi hermano tiene una explicación.-La miré. No teníamos la mejor relación pero tampoco soportaba verla llorar.

-Ya, también la tendrá para su indiferencia ante mis llamadas y mensajes.-Me miro fijamente con sus ojos verdes acuosos.

-No losé Mica, quizá lo tenía en silencio y anoche apena uso el móvil cuando llegamos.-Dije agarrándome la cabeza y haciendo una mueca de dolor.

-¿Resaca?.-Dibujó una leve sonrisa en su rostro.

-Sí.-Suspiré pesadamente.

-Tomate un café.-Propuso.

-No soy muy fan del café. Prefiero tomarme un aspirina y un vaso de agua.-Me levanté y me dirigí hacia la cocina.

-¿Y qué tal con Flor?.-Preguntó indiferente.

-No tienes por que fingir que te interesa lo que pase en mi vida.-Contesté mientras llenaba un vaso de agua. Abrí un cajón y saqué el botiquín. Tome un aspirina y me lo llevé a la boca mientras le daba un sorbo al agua.

-No quiero que estemos hablando todo el rato de tu hermano.-Se encogió de hombros.

-Bueno, no muy bien. Apenas la he visto, el otro día fuimos al cine pero no sé...-Dudé mientras le daba otro trago al vaso.

-¿Por qué me hiciste tanto daño?.-Preguntó directamente. Así sin previo aviso, sin anestesia, de la nada.

-No me esperaba esa pregunta.-Fruncí el ceño.

-Bueno, siempre tuve esa duda. Me hiciste pasar por demasiadas cosas.-Me miró fijamente.

-Ya, y tu a mi.-Miré la pared, sus ojos verdes no se despegaban de mi y eso me producía nervios.

-¿Rechazarte por qué estabas besándote con todas es hacerte daño?.-Enarcó una ceja.

-Sabes que no fue sólo eso. Además intenté cambiar.-Ahora la miré.

-Pues fue un intento pésimo.-Soltó una risa.

-Bueno ya he cambiado.-Me defendí divertido.

-Supongamos.-Me miró divertida, pero esa expresión no tardó en desaparecer de su cara. Estaba enfadada sí, pero debajo de todo eso se podía ver reflejado en ella una inmensa tristeza y decepción.

-Si quieres puedo llamar a Rama a ver si se despierta, ya ha pasado un rato.-Comenté.

-No, mejor vuelvo en otro momento...-Iba a acabar la frase pero ella se vio interrumpida.

-¿Nacho con quién hablas?.-Preguntó mi mellizo con voz ronca mientras bajaba las escaleras.


Narra Rama

Me desvelé un día más. Abrí los ojos para cerrarlos instantáneamente cegado por la luz del sol que se colaba por mi ventana. De repente escuché una voces que venían de la planta de abajo. Pude distinguir una voz femenina sin llegas a reconocer su dueña, y la voz de mi hermano.

Suspiré pesadamente, me vestí y me lavé los dientes. Acto seguido bajé las escaleras.

-¿Nacho con quién hablas?.-Pregunté molesto, no estaba de buen humor. Pero no obtuve respuesta auditiva, aunque si la obtuve visualmente cuando bajé las escaleras y vi en la cocina a mi hermano con Micaela.-¿Qué haces aquí?.-Fruncí el ceño.

-Hola.-Respondió la rubia de una manera fría.

-Será mejor que me vaya.-Suspiró Nacho, acto seguido subió las escaleras y encerró de un portazo en su habitación.

La rubia me miró con desaprobación. Estaba molesta, lo podía notar por su forma en la que estaba su cuerpo, tenso, tanto como una cuerda floja, y parecía que yo era el culpable de que hubiera caído de esta.

-¿De verdad vas a seguir ignorando todo lo que pasa?.-Comenzó.

-¿Por qué dices eso?.-Pregunté.

-Porque ignoraste mis llamadas por ejemplo, por eso puede que lo diga.-Enarcó una ceja.

-Apenas le presté atención al móvil.-Contesté.-Dudo que estés así solo por que anoche no te devolvía las  llamadas.-La observé.

-Mejor déjalo, no importa.-Salió de la cocina.

-Espera.-Fui detrás de ella.


Narra Mica

-Espera.-Me detuvo. Tenía la esperanza de que se arrepintiera, de que me diera una explicación lógica y madura.

-¿Sí?.-Me giré a mirarlo.

-¿De qué hablabas con Nacho?.-Preguntó, yo abrí mis ojos como platos, no podía creerlo.

-¿Eso es lo que más te preocupa? ¿Qué hablaba con tu hermano?.-Lo miré de arriba abajo.

-Después de lo de anoche por supuesto que sí.-Contestó como si fuese lo más obvio.

-Hablamos cuando madures.-Abrí la puerta y salí de allí.


Narra Nacho

Me asomé por la ventana y vi a una muy molesta Micaela alejarse de nuestra casa. Era mi oportunidad, esta vez no había equipo rojo que me lo impidiera o dificultara todo, mi hermano parecía haberse borrado solito como un idiota de su vida.

Ahora era mi momento, no podía desaprovecharlo, por eso debía ser astuto. No podía pedir la ayuda de sus amigos, con suerte, sólo Congo y Dalila como mucho sabrían toda la historia, y además aún sabiéndola yo no soy Ramiro, no les agrado.

Me senté en mi cama, necesitaba pensar, no podía mal gastar este último cartucho. Miré mis contactos pero no tenía su número, y llamarla o mandarle un mensaje no era buena opción ya que podría ignorarme. Siempre se aislaba cuando se ponía así.

Necesitaba pensar con la mente en frío y elaborar un buen plan, pero tampoco podía tardar mucho ya que ellos solían histeriquear y pelearse constantemente, tengo que intervenir antes de la reconciliación.

La pregunta era ¿cómo?

Silencio ; RamaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora