Tormenta de...¿besos?

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Narra Nacho

-Flor mi hermano me especificó bastante bien que no volviera a casa, me va a matar.-Le susurré a mi novia mientras entrábamos silenciosamente por la puerta de atrás.

-Sólo quiero dar un empujoncito así se le quita lo amargada a Mica.-Me guiñó un ojo. Se dirigió a la cocina y la seguí. Se montó en una silla y sacó un encendedor del bolsillo de su pantalón.

-¿Qué haces?.-Ahogué un grito. Ella lo encendió y se acerco a la alarma que teníamos en el techo.

-Hará saltar los aspersores.-Dijo como si fuera lo más obvio del mundo.

-¿Y en qué se supone que  ayuda eso?.-Pregunté.

-Hombres.-Rodó sus ojos.-Los besos más especiales siempre son bajo la lluvia.-Respondió.

-Si y también los más ficticios por que solo pasan en la novelas. Vámonos.-Insistí.

-Ya.-Dijo acercando un poco más el encendedor. La alarma comenzó a sonar y salimos corriendo de allí cerrando la puerta. En cuestión de segundos los aspersores comenzaron a mojar todas las cosas de la casa. Flor se acercó sigilosamente a la zona de los fusibles que estaba en la pared del patio.

-¿Qué haces?.-Pregunté mirando a todos lados, nos iban a descubrir.

-Estoy encendiendo las luces del jardín primate.-Rió con su dulce tono de voz.

-Vamos al auto, está muy nublado y se va a poner a llover y no quiero acabar mojado como ellos, el karma existe.-Reí. Ella asintió y me dio un beso. Nos fuimos con cuidado de no ser vistos en mi auto rumbo a su casa.


Narra Rama

-¡No me lo puedo creer!.-Gritó Mica mientras el agua la empapaba. Yo bajé las escaleras y me dirigí a donde estaba el control de la alarma para apagarla.

-Debió haber sido un fallo.-Dije mientras buscaba unas toallas para secarnos.

-Que oportuno.-Rió molesta.

-Toma, si quieres ponerte algo seco mira a ver si hay algo que te quede bien en mi armario, yo voy a entrar a ducharme.-Le dije.

-¿Me vas a dejar sola?.-Preguntó.

-Voy a estar a una puerta de distancia de ti.-Contesté señalándole el baño que tenía en mi habitación.

-Que caballero.-Negó con la cabeza. Yo esbocé una sonrisa.

-Si no te sientes cómoda puedes ir a...-

-No voy a espiarte, si es por lo que estás tirando la opción de que me vaya a otro sitio para que eso no ocurra.-Me interrumpió.

-No me has dejado acabar. Quería decir, que si no te sentías cómoda, podías ir al baño principal a cambiarte por algo de ropa seca.-Le aclaré.

-Ah bueno...-Contestó, yo me limité a reír.-¿Y dónde está?.-Preguntó curiosa.

-Pasando la habitación de mi hermano.-Sonreí.

-Bueno entra a ducharte, ya busco algo en este caos de armario.-Rió sabiendo que ese desorden lo habían causado ella y mi hermano.


Narra Mica

No solo buscaba ropa seca y que me estuviera bien, de paso me entretuve en mirar como era su estilo. La verdad es que no tenía mal gusto, había muchos básicos fáciles de combinar, otros no tan básicos y una caja de...protecciones para evitar tener descendencia. Tomé la caja y la tiré por la ventana.

-No lo vas a necesitar.-Me convencí de que estaba en lo cierto.

Vi una camiseta de manga corta blanca, y pensé que me estaría bien, además el no es muy corpulento así que eso me facilitaría el no parecer que llevaba un saco de patatas. Fui al baño y me saqué toda la ropa, menos la interior, la cual traté de secar con un secador de pelo que tenían en un cajón. Me puse la camiseta y me llegaba por las rodillas. Peiné mi pelo para que no se viera tan desordenado, y lo recogí en dos trenzas de raíz. Acto seguido volví a la habitación y me senté apoyada en el cabecero de la cama para ver la televisión.

Diez minutos más tarde, Ramiro salió con una toalla blanca de felpa atada a su cintura y con su torso descubierto por el cual aún escurrían algunas gotitas de agua que bajaban por su abdomen hasta sus partes más bajas cubiertas por la toalla. Su pelo estaba mojado, pero se lo peino con los dedos con una amplia sonrisa.

-¿Qué miramos?.-Rió.

-Lo atrevido que eres, no me llama la atención de todas formas. Te tengo muy visto Nayar.-Reí.

-Pero no es lo mismo ahora en la intimidad que por TV.-Arqueó una ceja mientras se acercaba a mi.

-Olvídalo, no me interesa.-Me encogí de hombros.

-Veo que ya has elegido que ponerte.-Se fijó en la camiseta.

-Si, es cómoda y no me está demasiado grande.-Contesté. De repente se escucharon unos truenos tan fuertes que se podía sentir como si el cielo se fuera a derrumbar y dividirse en dos. Acto seguido empezó a diluviar.

-No me gusta, me da miedo.-Dije con la voz algo rota. Realmente  me aterrorizaban las tormentas, desde pequeña me daban pánico, era incapaz de salir de mi cama.

-No va a pasarnos nada, pero lo mejor será que desenchufemos todo lo eléctrico, puede pasar algo malo sino.-Advirtió.

-No me dejes sola.-Contesté, de repente hubo una bajada de tensión, la luz volvió unos segundos y se fue, pero esta vez no volvió.-¡Genial!.-Grité al borde del ataque de nervios.

-A eso me refería. Voy a salir un segundo a desconectar todo lo eléctrico en el panel de fusiles. No tardo.-Me avisó, yo asentí y me quedé inmóvil en la cama esperando que regresara.

La tormenta no se calmaba, el viento soplaba con toda su fuerza, haciendo que la lluvia golpease contra todo objeto sólido como si fuera un látigo. Los truenos y rayos eran constantes, y con cada uno de ellos me sobresaltaba, sentía el corazón en la boca. Me desagradaban mucho estos fenómenos meteorológicos.

-Ya estoy.-Se acercó Rama para sentarse al lado mía en la cama. Yo me giré y lo miré fijamente.-¿Qué?.-Preguntó clavando sus ojos en mi.

-Nada.-Suspiré mientras apartaba mi mirada de él.

-¿Qué podemos hacer?.-Preguntó.

-No sé, estamos incomunicados.-Me encogí de hombros.

-No me refería a eso.-Chasqueó su lengua.-Digo con nosotros.-Especificó.

-No hay mucho que hacer, estás con Sol.-Dije venenosamente.

-Histérica.-Rodó sus ojos.

-Gato.-Lo imité. Ambos reímos hasta que mi risa se vio interrumpida por un fuerte estruendo que provenía del cielo. Mi cara se tornó pálida y mis ojos casi salen de sus órbitas.

-Mica no va a pasar nada.-Me atrajo hacia él abrazándome. Yo no le respondí, ni hablando ni comunicándome con gestos. Posé mi mano encima de su abdomen y la otra alrededor de su cadera, abrazándolo a él. Me acurruqué en su pecho y pude oler a limpio, a menta fresca...

-¿Rama?.-Lo llamé.

-¿Sí?.-Inclinó un poco su cabeza para mirarme. Yo me separé de su abrazo y me senté sobre él en la cama, no hice nada solo lo miré fijamente, esperando una reacción. Pero él solo se mordió el labio.

-No hagas eso.-Sonreí de medio lado.

-No hagas esto tú, y encima en mi cama. Bájate, no quiero hacer algo cuya consecuencia sea que me desfigures la cara.-Contestó sin dejar de mirarme con una dulce sonrisa. Cuando él era así, protector, sensible y tierno, era superior a mis fuerzas.

-No va a pasar eso.-Dije acortando la distancia entre nosotros. Me acerqué a su oído.-Bésame.-Susurré.


Silencio ; RamaelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora