Rabia

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Narra Mica

Estaba en el despacho de producción ya que me habían citado unos minutos antes de comenzar el programa para hablar sobre un asunto que yo desconocía. Me dirigí al lugar y llamé a la puerta. Una de las personas a cargo de la producción me dijo que pasara. Abrí la puerta y tome asiento en una de las sillas que había alrededor de la mesa ovalada. ''Aquí se reúnen los importantes'' pensé.

-Bien Micaela, queríamos comentarte algo.-Comenzó Ariel, el pez más gordo.-Esta generación te estás quejando mucho.-Me miró inquisitivamente.

-No es algo raro, quiero ganar, no voy a dejar pasar ni la más mínima infracción.-Comenté.

-Ese es el punto. No siempre se puede ganar, es la novena generación y la repartición está muy desigualada. El verde ya ha salido campeón demasiadas veces.-Soltó.

-¿Qué está queriendo insinuar?.-Fruncí el ceño.

-Es hora de dejar a los demás ganar, y nos allanaría el camino dejar de lado los reclamos.-Fue más al grano.

-No puedo creer que se me esté planteando esto.-Dije horrorizada.

-Hay que ser funcional al show, y no queremos que la gente piense que tenemos un favorito.-Siguió explicando.

-Ustedes no tienen favorito, es más ni si quiera respetan el esfuerzo de los que realmente se matan. Por eso tantos pocos juegos físicos, por eso tanto azar...el poner a Brenda en nuestra contra para ensuciar nuestra posición como equipo.-Contesté.

-Sólo queríamos informarte, nada más. Puedes retirarte.-Dijo fríamente.

Yo salí de allí colorada de rabia y apunto de explotar. Estaba a segundos de estallar en llanto, por la rabia, la impotencia, la injusticia. Mientras huía por los pasillos me choqué con alguien que hizo que todas las protecciones que llevaba en mi mano, para posteriormente ponérmelas, cayeran.

-Perdón Mica...-Escuché la voz de Rama. Por un momento respiré aliviada, era justo lo que necesitaba.

-No aguanto más en este lugar de mierda Rama, te juro que no puedo.-Y estallé. Comencé a notar como las lágrimas brotaban de mis ojos, de una manera rápida y amenazante, haciendo carreras entre ellas mientras rodaban por mis mejillas.

-¿Qué ha pasado?.-Murmuró mientras me abrazaba.

-No quiero hablar de eso ahora mismo, solo me hace hervir la sangre.-Dije con rabia.

-Será mejor que te acompañe a casa, te tomes un té o una tila, y duermas un poco. Estarás agotada físicamente, y estresada mentalmente debido a que estamos  ya en semifinales.-Me limpió algunas lágrimas.

-Sí, mejor vamos. No quiero estar ni un segundo más en este nido de víboras.-Sentencié.


Narra Rama

Nos fuimos al estacionamiento y nos montamos en su auto, yo manejé ya que ella no se encontraba en condiciones. Se sentó en el asiento de copiloto y estuvo todo el camino observando por la ventanilla. Yo tenía la vista fija en la carretera, pero de vez en cuando la miraba de reojo.

-Pasa.-Dijo abriendo la puerta de su casa.

Yo entre y la seguí con la mirada. Se quitó la cazadora vaquera, quedando con un top corto blanco y unos vaqueros cortos que estilizaban sus piernas. Se recogió el pelo en una cola alta dejando algunos mechones de su flequillo sueltos. Se quitó las deportivas quedando descalza y se tiró en el sofá.

-Siéntate conmigo.-Me pidió. Yo fui a su lado.

-¿Qué te pasa?.-Pregunté.

-Me pasan tantas cosas.-Suspiró.

-¿Cómo qué?.-Volví a preguntar.

-Como tu.-Clavó sus ojos verde esmeralda en mi, los cuales estaban de un color cristalino y limpio después de haber llorado.

-Si yo no te he hecho nada.-La miré con ternura. Ella negó con la cabeza.

-Has hecho demasiado.-Susurró, haciéndome temblar.

-Tu no me amas.-Dije con un hilo de voz.

-¿Y qué crees que quiero de ti? ¿Atención?.-Formuló con su perfecta voz que salía de esos carnosos labios.

-A veces pienso que sólo odias verme con alguien más.-Tragué saliva.

-Eres muy inocente.-Murmuró.

-Y tu eres mi perdición.-Contesté.

-Quiero tu corazón.-Me susurró al oído.

-¿No te basta con tener mi cordura? me haces perder la cabeza.-La miré. Ella sonrió maliciosamente y negó.

-Quiero llegar mucho, mucho más lejos.-Se relamió en sus palabras


Narra Mica

Deseaba besarlo, necesitaba sentirlo cerca, que me quisiera, quería verlo sentir lo mismo que yo por él.

-¿A dónde quieres llegar?.-Preguntó.

-¿A dónde quieres ir?.-Respondí con otra pregunta, quería ver su reacción, por que su calentura ya podía verla.

-A donde sea contigo.-Contestó nervioso, yo lo miré con ternura. Él era romántico, dulce y tierno.

-A veces siento que no te merezco.-Me emocioné.-Eres demasiado para mi, me da miedo.-Miré para otro lado. El tomó mi mentón con su mano y me hizo mirarlo.

-Tu eres demasiado para este mundo, así que yo tengo más presión.-Me hizo reír.

-Quiero irme lejos. Quiero escaparme contigo.-Pensé en voz alta.

-Hagámoslo.-Me sonrió cálidamente, me reconfortaba su voz y su forma de mirarme.

-¿Lo harías?.-Pregunté sonriente.

-Sí.-Dijo sin borrar su sonrisa. Entonces me abalancé y lo besé. Nuevamente, en el sofá de mi casa, donde empezó todo. Él me siguió el beso, para minutos después separarnos cuando nuestros pulmones necesitaban aire.

-¿Quieres salir a comer?.-Preguntó.

-No.-Negué sonriendo.-Quiero quedarme aquí contigo, te voy a secuestrar.-Reí mientras lo abrazaba acurrucándome en él.

-Yo encantado, tendría el Síndrome de Estocolmo.-Rió.

-Yo el de Lima.-Aseguré.

-¿Eso existe?.-Frunció el ceño.

-Si, cuando el secuestrador desarrolla un vínculo emocional con el secuestrado.-Expliqué tranquilamente.

-¿Eres consciente de que estás jugando con mi corazón? va a morir de un ataque de ternura.-Me hizo cosquillas suaves mientras depositaba besos rápidos y cariñosos en mi mejilla.

-Igual te veo cerca de Nube de nuevo y te arrancó tu corazoncito.-Dije posando mis dedos en su pecho.

-Eso no va a pasar.-Me acarició los muslos, haciendo que mi piel se erizara como si de una descarga eléctrica se tratara.

-Eres tan dulce.-Sonreí tratando de disimular.

-Capaz acabas siendo diabética por mi culpa, dejaré de ser tan empalagoso.-Contestó.

-No, este gatito no va a cambiar. Este gatito es mío.-Lo miré fijamente. El me tomó de la cintura atrayéndome hacia él y me besó.

-La enredos te llaman, al final acabo cayendo en tus redes y luego me abandonas.-Suspiró.

-No, capaz si que enredo mucho las cosas y las complico. Pero ahora mismo tengo algo muy claro.-Aseguré.

-¿El qué?.-Preguntó clavando sus ojos en mi mientras acariciaba suavemente mis brazos.

-Me gustas, mucho.-Se me aceleró el corazón.

-¿Del uno al diez, cien quizás?.-Soltó una risita.

-Idiota.-Golpeé levemente su hombro.-Lo suficiente como para ponerme celosa o querer estar contigo.-Contesté.

Silencio ; RamaelaWhere stories live. Discover now