Capitulo 50:

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-          Vamos, despierta. – alguien me daba pequeños golpecitos.

Bostecé y me froté los ojos con cansancio. Noté que esa persona se tumbó a mi lado. Me giré hacia ella sin abrir los ojos.

-          Cinco minutos más, mamá…- susurré y rió. Abrí los ojos lentamente y me lo encontré con una sonrisa. - ¡¿RUBIUS?! – me levanté de golpe con las mejillas ardiendo.

-          Te dije que hoy venía y que me esperaras delante del portal, hasta te he llamado tres veces pero no respondías, y, bueno, como no estabas en el sitio acordado llamé a tu casa y tu madre me pidió que te despertara y aquí estoy. – besó mi nariz y chocamos nuestras frentes. – No sabes cómo te he echado de menos.

-          Yo a ti – sonreí y le abracé.

Se despegó rápidamente y me sorprendió, levantándose de la cama y dándome la espalda.

-          ¿Qué pasa?

-          Mejor vístete.

Miré m cuerpo y me di cuenta que estaba en ropa interior. Solté un chillido después de ruborizarme y me tapé con las sábanas.

-          Mejor me voy – se fue riendo.

Suspiré y empecé a vestirme. En cinco minutos estaba ya lista y salí cepillándome el pelo.

-          Buenos días – saludé haciendo que todos los presentes me miraran.

Rubén se acercó a mí y me rodeó por la cintura. Iba a besarme pero mi madre nos interrumpió:

-          Siento romper este momento romántico, pero el desayuno está listo.

Los dos reímos, dejé el cepillo en una mesita y le cogí de la mano. Nos sentamos en la mesa y empezamos a servirnos lo que quisiéramos. Ninguno pronunció ni una palabra, pues se notaba que todos teníamos hambre.

-          ¿Se lo has dicho? – mire a mi padre que señalaba a Rubén.

Le miré extrañada, no sabía de qué hablaba.

-          La carta… Ya sabes – me ayudó él.

-          Ah… No – negué.

-          ¿El qué? – me preguntó mi novio. Qué bien sonaba, novio.

-          Na-nada…

Me miró dejando su plato de lado.        

-          Rojiza… - alzó sus cejas.

-          Vale, luego te lo cuento – suspiré.

-          Usté’ me ehtá dando largah’ – reí.

-          No, te juro que después te lo cuento. – le sonreí y él hizo lo mismo.

Seguimos con nuestra comida, sin decir nada, pero no era un silencio incómodo.

***

-          Tienes que contarme – me replicó mientras abría la puerta de su piso.

Pasamos al comedor y nos encontramos a Mangel y a Willyrex jugando en el sofá. ¿Cómo sabía que era Willy si no le conocía? Sencillo, había visto algunos videos suyos.

-          ¡___! – se levantó y me abrazó.

-          Hey, Mahe, ¿cómo fue por Málaga?

¿Los sueños se cumplen? (ElRubius y tu)Where stories live. Discover now