Capitulo 44:

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MARATÓN 5/6

___ P.O.V

 

“A ti es quien menos te quiero ver”. Esa frase era la única que pasaba en mi mente. ¿Qué le hice yo para que me dijera eso? Allí estaba yo, en la esquina de mi habitación, con la cabeza en las rodillas llorando y sin entender sus palabras. Volví a sentirme una mierda, que no servía para nada. Él era el hombre que más quería, simplemente lo amaba y gracias a él, pude afrontar la timidez. Pero ésta volvió, mi timidez sólo desaparecía cuando él estaba conmigo. Si no, esa magia que él me transmitía, se desvanecía. Seguro que si Jenni estuviera aquí, me levantaría el ánimo diciendo “¿Lloras por un hombre? Esos no se merecen ni una lágrima que derramas” o algo parecido. La echaba de menos, mucho de menos, aunque Estel era muy buena amiga, conozco de hace más tiempo a Jenni. Pero ella me traicionó, estaba saliendo con Robert, el chico que me insultaba. De repente, todos los recuerdos del instituto se me aparecieron, y todo el llanto que guardé esos días, salió. La casa en silencio se convirtió en una orquestra de sollozos. Todo lo que olvidé gracias a Rubén, ha vuelto. Sentía demasiado dolor en mi pecho, no podía cargar con todo. Me levanté despacio hasta el baño, decidida a lo que iba a hacer. Abrí el cajón dónde mi padre guardaba las cuchillas de afeitar y cogí una de ellas. Me miré en el espejo y cerré los ojos llorosos respirando hondo. Noté la cuchilla clavada en mi piel deslizándose por mi muslo. Todo el dolor de mi corazón se trasladó detrás de la pierna, mientras presionaba el objeto cortante. Sangre corría por toda mi pierna hasta llegar al suelo. Al terminar, lavé la cuchilla y la deposité en el mismo sitio del que la encontré. Cogí del botiquín el alcohol y unas vendas. A continuación, me desinfecté la herida y me la lavé. Limpié toda la sangre que había caído para no dejar rastro y que mis padres no se preocuparan. Me puse el camisón y entré directa en la cama. Esa fue la primera vez que me cortaba, y en este momento, no me arrepentía. Todo el sufrimiento desapareció cuando me clavé la cuchilla. No la deslicé por el brazo para que no fuera visible, cosa que en el muslo quedaba discreto con unos shorts. Quedé dormida por fin, con las lágrimas saliendo de mis ojos. Mañana empezaría un nuevo día.

***

El domingo pasó rápido, no salí de casa e ignoré las llamadas de Mangel y Rubius. Mis padres no estaban y me lo pasé mirando la televisión, sin pensar demasiado. Ahora ya estábamos a lunes, día de clases. A las 7:00, como cada mañana, sonaba el dichoso despertador. Me levanté con sueño para asearme. Cogí la ropa de mi armario, unos shorts de color marino con una camiseta suelta blanca. Salí de mi cuarto ya cambiada y fui hacia el comedor, que estaban mis padres.

-          Buenos días, bella durmiente – me saludó mi padre.

-          Hola – dije secamente. Mi humor estaba por los suelos.

Mis padres se miraron extrañados.

-          ¿Estás bien? – preguntó mi madre acercándose a mí con cara de preocupación.

-          Mejor que nunca – mentí y cogí una tostada.

-          ¿Segura?

-          Que sí joder. – exclamé furiosa.

-          Pues no lo parece. – soltó mi padre.

-          Puede parecerlo o no, pero si digo que estoy bien, estoy bien y punto.

No quería que me interrogaran más, así que cogí mis cosas y decidí esperar a Estel abajo. Así pues, ya estaba en la calle delante del portal esperándola. “A ti es quien menos…” sacudí la cabeza para no pensar en esa frase ni en él, pero por mi mala suerte, estaba delante de mí, hablando con un chico. Se despidió de él y me vio. Se acercó a mí como mi madre, con expresión preocupada.

-          Rojiza… Yo… - agachó la cabeza y cogió mi mano con las suyas.

Me solté de su agarre bruscamente.

-          Vete – dije fríamente.

Al ver que no se movía, empecé a caminar, mientras él estaba en la misma posición. Noté como sus ojos estaban clavados a mí, pero no me gire.

-          ¡___! ¡¡¡¡___!!!! – alguien gritaba mi nombre mientras corría.

No me giré, Rubius aún estaba allí.

-          Gracias por esperarme – Estel me fulminó con la mirada al llegar a mi lado.

Yo seguía con la vista al frente y no dije nada.

-          ¿___? – pasó su mano por mi cara y la miré. - ¿Qué te pasa?

-          Nada.

-          ¿Segura?

-          ¡Que sí! – grité. - ¿¡Por qué todo el puto mundo me pregunta lo mismo?! – y salí corriendo dejando a mi amiga detrás.

Sólo quería estar sola. Nadie podía comprenderme, nadie. Tampoco quería contarlo a nadie, pues no quería dar pena. Odio que se preocupen por mí, ya lo hicieron cuando pasó todo lo del bullying y no quiero que más gente sufra por mí. Llegué a la universidad con la respiración acelerada por correr. Faltaban 10 minutos para abrir, así que me senté en un banco del parque de delante para recuperarme.

-          Hola – noté como alguien se sentaba a mi lado.

-          Ho-Hola – tartamudeé un poco por la cercanía de ese muchacho.

Tenía el pelo rizado moreno y ojos del mismo color. Era muy atractivo con fracciones delgadas. Lo tenía visto, venía en un par de clases conmigo. Me parece que se llamaba… Nacho o algo así…

-          Soy Ignacio, pero como no me gusta, llámame Nacho. – sonrió tendiéndome la mano.

Se la estreché haciendo una mueca, intento de sonrisa.

-          ___ Sénder. Voy contigo en un par de clases, ¿no?

-          Sip – y besó mi mejilla.

Me quedé perpleja. ¿Qué acababa de pasar?

_____________

Omg! No sabéis lo que me ha costado escribir este capitulo D:  

Ufffffffffffff rojiza se ha cortado!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Pobrecita, lo de Rubén le ha afectado :(

¿Los sueños se cumplen? (ElRubius y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora