39. La casa de los sustos.

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Harold y Eliot son muy malotes y todo pero en la casa de los sustos se abrazaron la misma cantidad de veces que gritaron.

Eliot Lacroix

No...

Harold Lowell

Puede...

Madison Mintz

Jaja, no puede ser.

Si hubiera fotografiado la cara de Eliot y de Harold cuando vieron el centro comercial abarrotado de gente se hubieran convertido en un meme viral.

Había niños, adultos, jóvenes y señores en todos lados, al fondo del ruido del gentío se escuchaba que en el centro comercial sonaba Dinero de Jennifer López y Cardi B.

Tomé el medio de las esposas para moverlos a los dos a la vez —Vengan, no quiero que lleguemos tarde...

—Todos nos están mirando bien raro —Harold susurró.

—¿A dónde vamos? —indagó Eliot con hastío.

—Calmense, sean pacientes y verán. Lo van a odiar pero a mí va encantará —dije riendo.

Eliot Lacroix

Subimos al ascensor de cristal y empezamos a ascender en el Mall, di un paso atrás y lleve conmigo a Harold, Madison estaba mirando su celular.

—Solo te lo diré una vez, no me jales así que me lastimas —se quejó Harold ya cansado.

—Sí, sí, ajá. Escucha, no quiero tener problemas, ¿de acuerdo? —miré a Madison de reojo—. Acepto que quizá si las cosas salen mal Madison se enojara con los dos por igual así que lo más pertinente es hacer una tregua.

Harold asintió al instante y susurró —No planeaba hacer nada malo, de hecho pensaba en como hablar contigo al respecto, si la cagamos Madison se enojara mucho. Y no quiero eso, me da miedo cuando se enoja.

—No peleen —dijo mi novia al mirarnos por encima del hombro.

Los dos sonreímos y dijimos —No estamos peleando.

Nos miró con suspicacia —Más les vale.

Me giré un poco para darle la espalda a mi novia, le extendí mi mano izquierda a Harold —¿Trato?

Estrechó mi mano con su mano derecha

—Trato.

El ascensor se detuvo y Madison giró a vernos, nos enderezamos enseguida como niños buenos —Vengan...

Y le tomó la mano a Harold y empezó a salir con él, llevándome con ellos a tirones por inercia. Mi cara de fastidio fue instantánea.

Ella inició: —Verán encontré un anuncio de un lugar recién abierto aquí, será divertido...

Le soltó la mano y caminó en medio de ambos pero un paso adelante, miré a Harold con mala cara, él lo notó.

Se encogió de hombros sin saber la razón.

—¿Por qué dejaste que te tomara la mano?

Se rió —¿Celosillo?

Le di una mirada cruda y tiré de la esposa para lastimarlo.

—¡Ay! —chilló y le cubrí la boca con rapidez pero para entonces Madison se detuvo y nos miró.

Disimulé rápido y le sacudí el cabello al castaño con cuidado. Madison me miró entrecerrando los ojos.

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora