8. Un chico, un secreto.

73.5K 4.8K 3.2K
                                    

La fiesta del chisme y el caos.
Quizá el que oculta algo no es Eliot... Si no Harold. Quizá.

La fiesta es hoy.

Ya le había enviado un mensaje a Eliot diciéndole que nos encontraríamos frente a la biblioteca pública, el problema es que me dejó en visto.

Así que no sabía si iba a estar ahí o no. Esperaba que si, porque si me dejaba plantada iba a tirarle encima la estantería que estamos arreglando en el instituto.

Me puse un vestido corto a los muslos, de blanco y de tirantes, me entallaba perfecto, mi barriga se marcaba un poco en mi vientre bajo pero no me incomodaba ni me hacía sentir insegura, me veía bien, ademas el vestido tiene una pequeña abertura que sube hasta la mitad de mi muslo derecho.

Ni siquiera lo que había dicho Jonathan ayer sobre mis brazos me hizo cubrirme, tampoco iba a lograrlo aunque me dijera alguna otra cosa, es verdad no soy delgada ni tengo una cintura súper marcada. Tengo muchos cachetes, mi busto no es tan grande, tengo barriguita, muslos carnosos y un trasero adecuado para mi cuerpo.

No tengo una figura perfectamente proporcionada ni nada por el estilo, sin embargo me gusta como me veo.

Tengo muy claro que no soy la chica más hermosa pero tampoco me siento como un trapito viejo para agarrar las ollas de la cocina. Sé que todas las chicas son hermosas a su manera, y yo lo soy a la mía.

Dejé mi cabello suelto, así que tenía una larga cabellera ondulada y castaña oscura cállendo por mi espalda hasta el borde de mi cintura. Me puse un gloss de cereza y algo de loción también de cereza, la fragancia es suave y delicada.

Me calcé unas converse blancas y al terminar me di una última ojeada frente al espejo me veía sexy, por un segundo se me detuvo el corazón, levante los brazos y observé mis axilas suspire de alivio al ver que si me había rasurado.

Tomé mi pequeño bolso negro con cadenilla plateada y me lo colgué del hombro, metí mi gloss de cereza, mi teléfono, el antifaz y una liga para recoger mi cabello en caso de emergencia, digamos que en las fiestas aveces sube la temperatura, créanme tanta gente junta y tanto dióxido de carbono en un mismo sitio asfixia.

Salí de casa, son aproximadamente las 7 de la noche Eliot debe de estar esperandome donde le indique, ni siquiera se si se volvió a conectar porque tiene su ultima vez desactivada.

Le mande un mensaje a Harold, él ya estaba en la fiesta con varios de sus amigos, me dijo que estaba por jugar una partida de ajedrez con nuevas personas que si llegaba y lo veía ocupado no me acercara.

Cuando llegué a la biblioteca vi de espaldas a un chico alto, delgado, que vestía totalmente de negro llevaba unos vaqueros oscuros y una chaqueta negra, tenía el cabello despeinado y parecía revisar algo en su celular. Me acerqué despacio sin saber si era o no quién yo creía.

—¿Hola?

De repente se giró hacia mi, me detalló con la mirada por varios segundos hasta que llevó su atención a su teléfono otra vez.

—Hola —masculló.

Tire con fuerza de su brazo para llamar su atención —Eliot estuve planeando esto por días, no quiero que lo arruines.

Él zafó mi agarre en su brazo —Ya se, de tanto decirlo un día te van a escuchar, solo ¡shhh!

—¿Shhh?

—Sí, shhhh, silencio.

Lo repasé con la mirada dentro de la chaqueta llevaba un suéter negro, bueno, se ve... Normal, como si... Fuese a el funeral de alguien.

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora