10. Tonto francés antipático.

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La cosa estaba así:
Eliot se esconde de alguien y Harold esconde algo.

—Madison tráeme esto...

»Madison pasa la página de mi libro...

»Madison baja más el aire acondicionado...

»Madison alguien quiere un libro...

»Madison...

»Madison...

»Madison...

»Madison...

»Madisooon...

—Estoy a punto de golpearte la cabeza con una enciclopedia.

—¿Debería comprar una campanilla? En vez de llamarte la sonaría y vendrías.

—Eliot...

—¿Qué? Nunca había hablado tanto en mi vida, ya se me secó la garganta.

———

Estoy ordenando yo sola todos los libros que nos hacía falta colocar en el estante. Estaba sentada en el suelo, ya me dolían los brazos y la espalda, deje un libro de estudios sociales en el estante y me acosté en el suelo, rodeada de más de ochenta libros, con la tripa traqueando del hambre.

Estaba mirando al techo, preguntándome cómo obtener otra vez mi teléfono. No va a dejar su mochila sin supervisión, quizá tiene mi teléfono en su bolsillo. ¿Cómo se lo quito? ¿Cómo lo distraigo? ¿Podría distraerlo?

Podía ir hasta su casa y recuperar mi celular mientras duerma. No, no puedo, no sé dónde vive. Tampoco tengo a quién preguntarle, nadie lo conoce...

Ahora que lo pienso, es extraño que Eliot llegará al instituto a medio año. Está aquí de intercambio, pero los intercambios se dan a inicio de año no a mediados. Algo aquí no está encajando...

Escuché un chasquido de dedos.

Cerré los ojos.

Otra vez otro chasquido.

No me moví.

—Madison —lo escuché llamarme.

Seguí tiesa en el piso.

Escuché una maldición y la silla arrastrarse suavemente en el suelo, luego unos pasos. Deje de respirar.

—Oye, estoy llamándote mueve el culo...

—...

—Oye...

—Estoy muerta.

—Ojalá.

Abrí los ojos y lo miré desde el suelo —¿Qué es lo que quieres? Y no vuelvas a llamarme chasqueando los dedos —le aseguré girando sobre mi pecho en el suelo mientras apoyaba los codos para levantarme un poco.

—Levántate necesito que hagas algo.

Lo miré.

—Levántate —ordenó otra vez.

—No quiero, es mi hora de descanso.

Alzó una ceja —Publicaré una de tus fotos... —regresó sobre sus pasos.

¿Lo haría?

Sí, sin duda lo haría.

Me puse de pie con rapidez, él estaba sentado esperándome con una sonrisita tipo "temblaste perra"

—La próxima vez publicaré la foto sin avisar, así que te sugiero venir aquí cuando te llame.

Me crucé de brazos frente a él —¿Y bien?

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora