18. Un mentiroso...

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Tin marín de do pingüé, alguien está mintiendo.
Adivina quién es.

Bueno.

No dormí mucho que digamos, cuando me desperté sentí un leve dolor de cabeza y cuando me levanté y caminé hacia el baño sentí un intenso dolor en las piernas. Me miré en el espejo del baño, tenía una mordidita en el labio inferior. Miré mis muñecas y tenían una marca roja por la fricción del cinturón anoche, levanté mi camisa y a los costados de mi cintura se veían las marcas suaves de los dedos de Eliot. Mire la parte interna de mis muslos y tenía varios chupetones.

Me enderecé, me miré al espejo y mi sonrisa fue instantánea, me gustaba tener esas marcas. No sé cómo explicarlo, era... excitante.

Mi corazón latió con fuerza y recordé los gruñidos de Eliot, recordé lo bien que me sentí, mis gemidos, recordé lo bien que se veía Eliot, su torso desnudo, sus brazos, su sonrisa perversa y...

Mis mejillas ardieron, me froté la cara y salí del baño con una sonrisa en los labios, me dejé caer sobre la cama y tomé mi teléfono, eran las ocho de la mañana, domingo 10 de marzo.

Tenía varios mensajes de Harold, no los abrí. Buscaba algo de música para poner. Mientras lo hacía recordé que Harold dijo que no podía decirle a Eliot que me gustaba.

Y teóricamente no lo hice.

Follaron.

Pero no le dije que me gustaba.

Aún.

Exacto. Pero lo haré. En algún momento.

Pero me intriga, me intriga que Harold no confiara en Eliot. No lo conoce. No puede juzgarlo. Después de tener que aguantar un anuncio de 30 segundos mi lista de reproducción arrojó la canción Side To Side de Ariana Grande y Nicky Minaj. Subí todo el volumen y me puse de pie con el celular en la mano y empecé a cantar.

Empecé a bailar como si hubiera nacido con el título de bailarina erotica, salí de la habitación y cantando y bailando y mientras bajaba hasta el suelo y recorría mi cuerpo con mis manos, me pareció curioso lo bien que encajaban ciertas partes de la letra de la canción con mi situación actual.

Me dirigí a las escaleras mientras sonaba la parte de Nicky era momento de esperar la parte de Ariana para bajar las escaleras como diva empoderada y lo hice... Me detuve y me sujeté del barandal mientras movía el culo como si ganara dinero por ello. Moví las caderas y baje al suelo. Me rugió la panza y seguí bajando las escaleras como modelito Dior.

Caminé a la cocina mientras tarareaba y deje el teléfono sobre la isleta, abrí la nevera y continué bailando pero ahora sentí que alguien me observaba, alce la mirada y mis ojos dieron con Harold estaba en el sillón haciendo no sé qué.

Me miró. Lo miré tenía puesta la misma ropa de anoche. Me levanté con un galón de leche en la mano.

Él levantó las cejas e infló los cachetes —¿Bebiste y aún sigues ebria?

Lo miré con sospecha —¿Se puede saber porqué cargabas tanto misterio anoche?

—¿Qué?

—Anoche —dejé la leche sobre la isleta y apagué la música—. No me dirigiste la palabra pero tus amigos si lo hicieron, después te quedaste mirando a Eliot como si lo odiaras o como si ocultaran algo.

Soltó un suspiro —Te dije que no podría hablarte. Y no miraba a Eliot de ninguna forma.

Lo miré con mucha atención. Él volvió su atención a sea lo que sea que estaba haciendo.

Cartas con destino al cielo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora