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—Ay no, ya no quiero nada. —Hice un puchero.

—Ya deja de andar de payasa y hazlo, que ahora eres mi achichincle. —Me dijo agachándose para después tomar algo y ponerlo sobre la mesa.

Tiene que ser una puta broma. —Gruñí mirando todas las hojas que puso.

—No digas palabrotas, y ponte a revisar todas las peticiones del pueblo, hay mucho trabajo. Pinche Luzu, nos dejó puras mamadas y no de las que me gustarían.

—¿Qué?

—¿Qué?

Ambos nos quedamos callados, mirándonos fijamente.

—¿Eres bi?

—Ponte a trabajar, burra.

—¡Así que es verdad! ¡Con razón tenías tus amoríos con Sapo Peta!

—¡No es cierto! ¿Quién te dijo?

—Todos en el pueblo lo saben, incluso... me dijeron que te besaste con Vegetta. —Le dije divertida y él se puso colorado.

—Mendigos chismosos, de puro coraje ahora quito el jueves pozolero.

—¡Todo menos eso! —Exclamó Cochi corriendo para abrazar las piernas de su primo. —No nos hagas eso, primo, todo menos eso, plis.

—Yo me voy, por allá. —Señalé mi pequeño escritorio.

Fui hasta ahí con las hojas que Quackity me había dado y luego comencé a revisarlas.

—El señor Johan quiere más semillas de trigo, y... —Extendí la carta para ver qué más había, y literal la hoja cayó hasta el suelo de tantas cosas que pedía. —Pues se quedará en un veremos luego.

Tomé otra hoja leyéndola.

—Oh, Quacks, escucha esto. —Le dije y él me miró. —El pequeño Daniel quiere un conejo.

—Ni que fuera Santa Claus. —Frunció el entrecejo y siguió firmando cosas.

—Agh, esto es muy difícil, ¿Recuerdas que reprobé lectura?

—Solo apúrate, que ya mero tenemos junta.

—¿Junta? Pero acabas de ser nombrado alcalde.

—Por eso hay junta, abron Roxy, hasta pareces nueva.

—Pues soy nueva en ésto. —Me quejé. —Ya me cansé, le seguimos mañana.

—Quequequeque, regresa ahora mismo o no te pago.

—¿A poco me pagas? Puras miserias seguro.

Quackity hizo bolita una de las hojas y me la lanzó a la cara.

—Hijo de...-

—¿De qué? ¿De qué? Eh, eh.

Tomé una de las carpetas que tenía al lado y se la lancé a la carota fea que tiene.

—Hija de la chingada, ven aquí, Irala ya rompiste... ven aquí pinche Roxanne.

—¡No, espera, tu empezaste!

Ambos comenzamos a pelearnos a manotazos, y luego sin querer le quité el gorro, por lo que ambos quedamos en silencio.

—Siempre me gustó como te veías sin el gorro. —Murmuré y él agachó la cabeza.

A mi no me gusta. —Murmuró tomando el gorro para después ponérselo, pero tomé el gorro impidiendolo.

Solo un momento más, ¿Si?

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